Yucatán, viaje por el Caribe mexicano

La península de Yucatán se alza en el sureste mexicano como si quisiera separar el golfo de México del mar Caribe. Esta vasta región cuenta con todos los alicientes de un viaje de ensueño: vestigios de un pasado deslumbrante y una naturaleza pródiga en playas y selvas

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Foto: Olga Kot Photo / Shutterstock

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Tulum

El Castillo y el templo del Dios del Viento coronan un promontorio rocoso que separa dos calas de palmeras y arena coralina.

Foto: Jejim / Shutterstock

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Monumento a la Patria

En Mérida, situada en el norte de la península del Yucatán, se halla este monumento diseñado por el artista Rómulo Rozo. 

Foto: Gaspar Segura

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Izamal

El convento de San Antonio de Padua forma parte del rico patrimonio colonial de esta ciudad situada a 72 kilómetros de Mérida.

Foto: CSP_Kamchatka / Age Fotostock

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Uxmal

Esta ciudad del periodo clásico (200-900 d.C) es la puerta de entrada a la Ruta Puuc. La pirámide denominada Casa del Adivino mide 35 metros de altura.

Foto: Óscar Ramírez

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Juego de pelota

Para los mayas el Pok a tok era un rito en honor de los dioses. Chichén Itzá y Uxmal (en la foto) conservan la cancha donde se disputaba.

Foto: Mofles / Getty Images

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La Ruta Puuc

Abarca un conjunto de vestigios mayas diseminados por los alrededores de Uxmal. En la imagen, Labná.

Foto:

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Labná

Su nombre significa "casas viejas". Los edificios más relevantes son el Gran Palacio, el Arco triunfal y el Mirador.

Foto: Julien Belsad

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Cenotes

En todo Yucatán se han contado más de 7.000 de estas lagunas encerradas en grutas.

Foto: Matteo Colombo / AWL Images

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Valladolid

La Iglesia de San Servacio es uno de los siete templos coloniales de esta ciudad, la más antigua de Yucatán, fundada en 1543.

Foto: Matteo Colombo / AWL Images

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Lagunas de los dioses

Estas pozas rodeadas de selva son espacios cargados de misterio que los antiguos mayas ya usaban como fuentes de agua dulce y como santuarios donde practicar sus ritos. Uno de los más impresionantes se halla en el corazón de las ruinas de Chichén Itzá: el Cenote Sagrado, descubierto y dragado a principios del siglo XX por Edward Thompson. En torno a Valladolid y cerca del centro urbano se localizan los cenotes de Xkeken, Xcanché, Simula y Suytún, entre otros. Ofrecen la refrescante experiencia de nadar bajo un dosel de helechos entre los que se cuelan haces de luz solar. Con más de 20 metros de hondo, estas lagunas forman parte de una red subterránea de ríos y grutas que se extiende a lo largo y ancho de la península de Yucatán.

Foto: Pola Pablo Damonte / Getty Images

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Playa del Carmen

Este antiguo pueblo pescador con playas de coral constituye la base para visitar Tulum y la isla Cozumel.

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Mapa de la región de Yucatán, México

Al este del país, se extiende sobre el Golfo de México la península de Yucatán

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Viajes

Playas y tesoros mayas de Yucatán

Desde el imán de las ruinas mayas diseminadas por todo el entorno hasta espléndidas ciudades coloniales; desde insondables cenotes de aguas cristalinas hasta playas kilométricas de arena blanca cual harina de trigo e islas rodeadas de coloridos arrecifes coralinos. Acogedora y tranquila, Yucatán también hace gala de la amabilidad de sus gentes, su cocina diversa, sus preciosos hoteles-boutique y una variada artesanía, que llevan al visitante a pensar en volver antes incluso de haberse ido.

Digna hija de la Augusta Emerita extremeña, la Mérida yucateca es una de las ciudades coloniales más bellas. Fundada por Francisco de Montejo en 1542 sobre las ruinas de un antiguo asentamiento maya abandonado, el conquistador estableció en ella la capital de la península, hoy dividida en tres estados: Yucatán al noroeste, Quintana Roo al este y Campeche al sudoeste. Actualmente, con casi 800.000 habitantes, es el mayor núcleo urbano del sudeste de México y ofrece una perfecta simbiosis entre modernidad, tradición y cultura. Además, su variada oferta de excursiones para descubrir los tesoros de Yucatán me llevaron a tomarla como base de la parte más histórica del viaje.

Esta ciudad-museo se articula en torno a la Gran Plaza que mandó construir Montejo. Allí se levantó la Catedral –de 1599, es la más antigua de la América continental–, el Palacio de Gobierno y la residencia del conquistador, un recio edificio renacentista transformado en museo que resultó muy polémico porque en la fachada está esculpida la figura de un español con un pie sobre la cabeza de un indio.

A la caída de la tarde, los restaurantes y bares de la Gran Plaza se llenan de turistas, tanto mexicanos como extranjeros, y un par de veces a la semana hay música en vivo y bailes tradicionales. Las calles parten rectilíneas con casas solariegas pintadas de colores que dan a la capital yucateca un aire caribeño. Mérida tuvo su cénit a finales del siglo XIX e inicios del XX, cuando alcanzó su apogeo la producción y venta de cuerda procedente del henequén, una planta autóctona. Las mansiones de estilo francés del arbolado paseo de Montejo llevaron a sus residentes a llamarla "el París mexicano", pero la aparición de fibras de plástico la hundió en una depresión a finales de los años 70 de la que aún se está recuperando.

En la península, de suelo calizo y pobre, en el siglo XVII se establecieron haciendas dedicadas al cultivo del maíz o del henequén. Tras la reforma agraria llevada a cabo por el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), la tierra pasó a explotarse de forma colectiva por los campesinos, pero la vivienda y sus patios y edificios contiguos no cambiaron de propietario. Muchos las han restaurado y abierto al público o reconvertido en hoteles, restaurantes y centros de reunión. Vale la pena visitar alguna, como la de Xtepén o la de San Pedro de Onil, ambas situadas en la carretera de Mérida a Uxmal, la primera cita maya del viaje.

Se denominan mayas a un conjunto de etnias de distinta lengua pero con raíz común, que se asentaron hace más de 3.000 años en Yucatán, Guatemala, Honduras y Belice y cuya civilización sufrió misteriosas etapas de extinción, en las que abandonaron las ciudades. Desarrollaron la agricultura –maíz, frijol, chile y calabaza–, un gobierno piramidal, la escritura con glifos, las matemáticas, la astronomía, el calendario y unas creencias politeístas que incluían sacrificios humanos. El vanguardista Gran Museo del Mundo Maya de Mérida ofrece una excelente introducción a esta civilización.

Uxmal significa "construida tres veces", aunque los arqueólogos han encontrado hasta cinco fases distintas en su edificación, iniciada en el periodo clásico, entre los siglos VI y VII. Del IX al XII, se convirtió en centro político y económico de la región Puuc, nombre que da origen a un estilo propio del arte maya.

La muestra más majestuosa del arte Puuc es la Pirámide del Adivino, de esquinas redondeadas. Según la leyenda que cuenta el guía, fue levantada en una noche por un enano con la ayuda de los espíritus mágicos del lugar. El vecino Palacio del Gobernador exhibe una fachada con 20.000 piedras talladas a mano y colocadas en frisos geométricos.

El área arqueológica de Uxmal ocupa varios kilómetros cuadrados. En torno a un patio se levantan edificaciones palaciegas, algunas con nombres castellanos, como el Cuadrángulo de las Monjas, la Casa de las Tortugas y la de los Pájaros. Se requiere un día para disfrutar de la singularidad de este hermosísimo enclave y de su decoración, con mascarones del dios Chaac, personajes, el jaguar bicéfalo y formas geométricas.

Uxmal es la capital de la denominada Ruta Puuc, que incluye las ciudades de Kabah, Sayil, Xlapak, Labná, Oxkintok y las grutas de Calcehtok y de Loltún, donde el sol produce un curioso juego de luces y sombras al filtrarse por sus oquedades. Aunque en un primer momento no pensaba hacerla, fue tal la impresión que me causó Uxmal que al día siguiente volví a emprender el camino para visitar las demás ciudades, separadas entre sí por escasos kilómetros y repletas de vestigios arqueológicos.

También resulta interesante visitar la localidad de Maní, uno de los principales centros de evangelización tras la conquista y donde se quemaron los códices mayas por orden de fray Diego de Landa, en 1562. Afortunadamente se conservan cuatro de estos libros –tienen los nombres de las ciudades donde se encuentran: Códice de Dresde, Códice de Madrid o Tro-Cortesiano, Códice de París y un último de autenticidad controvertida, el Fragmento de Grolier–, confeccionados en un papel fabricado por los mayas que, según los expertos, es más resistente que el papiro egipcio. Los códices dan cuenta de la cultura, el calendario y el horóscopo de esta civilización de Mesoamérica.

Carreteras buenas y sin tráfico

La península de Yucatán es llana, las carreteras son buenas y no hay mucho tráfico, por lo que es fácil desplazarse en un coche alquilado si no se quiere estar sujeto a los horarios de las excursiones en autobús o minibús, que salen muy temprano para dedicar las horas de más sol a la comida, las compras o a disfrutar de un baño en un cenote o pozo abierto de aguas cristalinas.

Imbuida de la magia del entorno y tras un día de descanso para asimilar lo visto, me preparo para encontrarme frente a frente en Chichén Itzá con Chac Mool. Esta enigmática figura de un hombre reclinado hacia atrás, con las piernas encogidas y la cabeza girada en una inverosímil postura, guarda sobre su vientre un recipiente en el que supuestamente se colocaban los corazones de los sacrificados.

Chac Mool significa "jaguar rojo" o "garra roja". En el imaginario popular Chichén Itzá es el símbolo de la cultura maya. Sin embargo, los arquitectos que idearon las construcciones que han llegado hasta nosotros eran toltecas. Entre ellas, la más grandiosa cancha para el Juego de Pelota (Pok a tok, en maya) de México. De estilo posclásico, sus bajorrelieves muestran cómo son decapitados los siete miembros de uno de los equipos. Se pensaba que eran los perdedores, pero el guía nos explicó que los últimos estudios revelan que podría tratarse de los ganadores, porque el juego de pelota suponía un ritual iniciático en el que los sacrificados se transformaban en el sol y la luna.

La palabra cenote procede de la maya dzonot (abismo) y aludía tanto a la fuente de vida que genera el agua como a la caverna del inframundo. La piedra caliza y porosa de Yucatán ha originado más de 7.000 en la península. Escapar de los calores yucatecos con un baño en un cenote, rodeado por la exuberancia vegetal que los camufla, constituye una experiencia inolvidable.

Leyendas mayas

Movido por la leyenda de que los mayas sacrificaban doncellas ataviadas con ricas piezas de orfebrería en el cenote sagrado de Chichén Itzá, el estadounidense Edward Thompson compró la finca que incluía estos restos arqueológicos y, en 1904, dragó el cenote. Además de joyas y piezas en jade, ónix y cerámica –que trasladó ilegalmente a EEUU–, extrajo numerosos huesos de animales y de niños. Así fue como acabó el mito de que los sacrificados eran muchachas.

A pocos kilómetros hay un cenote llamado Azul Ik’Kil, de aguas cristalinas y rodeado de árboles y de una espesa vegetación que cae en cascada. Estaba reservado para los reyes mayas, pero ahora es posible sumergirse en él si se paga la entrada.

En los alrededores de Valladolid, otra espléndida ciudad colonial que exige un paseo por sus plazas e iglesias renacentistas, se hallan algunos de los más famosos cenotes, como X’Keken y Samulá, situados en cuevas de impresionantes estalactitas y a los que se accede por la misma entrada. También es muy bonito el de Zací.

La última parte de este extraordinario periplo tiene como destino la hermosa isla de Cozumel, la tercera más grande de México, aunque solo algo mayor que Ibiza. Rodeada de playas de arenas blancas y aguas azulturquesa, el fondo marino de Cozumel esconde un auténtico tesoro de biodiversidad en sus coloristas arrecifes de coral. La isla se encuentra en el Caribe, a escasas millas de la costa yucateca.

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México

Península de Yucatán

Salgo de madrugada para cruzar la península y visitar –antes de colocarme las gafas de buceo– Tulum, una espectacular ciudad fortificada frente al Caribe, en plena Riviera Maya. El autobús que recorre los 260 kilómetros que la separan de Mérida va repleto de turistas de todas las edades y nacionalidades. Aunque se han encontrado restos arqueológicos anteriores, la mayoría de las construcciones de Tulum son del periodo posclásico, entre los siglos XI y XV. El edificio más representativo, denominado El Castillo, se alza al borde de un acantilado que se asoma por un lado a una deliciosa playa blanca.

En el autobús coincido con otras dos españolas treintañeras que se dirigen a Playa del Carmen, a unos 60 kilómetros de Tulum. Como desde ahí se toma el ferry a Cozumel, decidimos compartir un taxi y dar juntas un primer paseo por ese antiguo pueblo de pescadores, ahora convertido en uno de los lugares con más glamur de México y con una intensa vida nocturna.

En el corazón de la Riviera Maya

Playa del Carmen se sitúa en el corazón de la Riviera Maya –la costa oriental de la península yucateca–, toda ella agraciada con una interminable playa que más que de arena parece estar cubierta de talco. La ciudad luce radiante su Quinta Avenida (peatonal), jalonada por un sinfín de restaurantes y elegantes tiendas. La proximidad de Cozumel, de la que solo la separan unos 40 minutos de trayecto en barco, da una enorme vitalidad a la ciudad por el continuo trasiego del puerto.

La isla de las golondrinas, como la llamaron los mayas, tiene una situación privilegiada junto a la principal barrera de arrecife coralino del hemisferio norte. Hay casi medio centenar de zonas con escuelas y profesionales del buceo para realizar inmersiones y disfrutar de la riqueza sin parangón de sus fondos marinos. El arrecife más conocido es el de Palancar, ya que permite a toda clase de buceadores –expertos, inexpertos, de superficie o de gran profundidad– embelesarse con su montaña coralina, repleta de jardines, túneles y cuevas de indescriptibles fauna y flora. Además, las aguas son tan cristalinas que tienen una visibilidad de unos 50 metros, lo que facilita a los amantes del buceo con tubo y aletas un espectáculo jamás soñado. También hay embarcaciones con el fondo de cristal para los que no quieran mojarse.

Cozumel fue en otro tiempo lugar de descanso de famosos y temidos piratas, como Henry Morgan y Jean Laritte. Hoy decenas de miles de personas de todo el mundo acuden a este paraíso tropical a gozar de sus tesoros marinos y terrestres, aderezados con la amabilidad de la gente y buenos servicios; el broche de oro donde se engarza la joya de Yucatán.