Sin hueso, por favor

‘Adopta un olivo’, la medida para salvar el planeta a base de aceite

Un proyecto con trasfondo solidario y social en un pueblo que le debe su nombre hasta a las olivas.

"Hoy puedes decidir ser un héroe", es la frase con la que comenzó en mayo de 2014 el nuevo capítulo de la historia de Oliete. Un pequeño pueblo de la provincia de Teruel -esa que grita hasta dejarse la voz que Teruel existe- que, con 364 habitantes y metido de lleno en la España vaciada, decidió buscar una nueva forma de reinventarse, utilizar como motor económico un olivar abandonado.

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Recuperar es repoblar

En un vistazo se perciben cómo las estadísticas de la población en Oliete han ido descendiendo a la misma velocidad que sus olivos. El problema del éxodo rural a partir de la década de los sesenta, así como la falta de proyectos -y, por tanto, de futuro- que mantuvieran la población, provocó el cada vez más habitual abandono de los olivos debido al gran trabajo de mantenimiento que suponen.

Pero 2014 marcó el inicio de un proyecto con el que comenzar a salvar Oliete y un trocito del planeta a través de la reforestación y, con ella, de la gastronomía. Porque donde todo el mundo veía unos simples y viejos olivos improductivos, hubo un pequeño grupo de personas que visionó el motor, el bienestar y el desarrollo económico que el pueblo necesitaba para sobrevivir.

Así surge Apadrina un Olivo, una plataforma que recupera y pone en valor los más de 100.000 olivos abandonados durante 30 años a la vez que genera una economía sostenible en un área rural en vías de desaparición. Y lo hacen de una forma muy sencilla, dándole un padrino a cada uno de esos olivos y, a su vez, otorgándoles unos beneficios a cambio: el bautizo del olivo, la posibilidad de visitar el olivar y dos litros de aceite al año. Además del trasfondo que tiene la reducción de la huella de carbono que se lleva a cabo con esta acción, la promoción del empleo social y la conservación de la biodiversidad de una zona que estaba completamente dejada.

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Cosecha solidaria

Desde luego, el abandono de estos árboles pertenecientes a la variedad Empeltre y Arbequina, las dos más características de la Comunidad de Aragón y dos de las más antiguas de toda España, algo bueno tenía que tener: la seguridad de que durante 30 años han estado libres de productos químicos. Entonces, ¿por qué además de apadrinarlos no se iba a hacer uso de su aceite?

Eso es lo que hicieron, proporcionando dos litros de aceite a cada uno de las personas que los apadrine. Un aceite con cierto sabor almendrado y ligeramente picante, proveniente de sus características olivas negro azabache y perfecto para utilizar en crudo con ensaladas o tostas. Una forma de volver a los orígenes a través del sabor, de la pureza, de la seguridad que da consumir un producto de calidad y ecológico y de la ilusión de saber que proviene de un olivo apadrinado a tu nombre. Esta es una de las compensaciones que tiene ayudar a salvar el planeta.

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Retrato de uno de sus agricultores, Rogelio © Apadrina un Olivo

Un olivar social y humano

Pero por si fuera poco, desde Apadrina un Olivo han querido sumarse a dos proyectos más. Este proyecto solidario y social, que además tiene mucho que aportar a la gastronomía y al medio ambiente, cierra su círculo con la labor que hacen los chicos y chicas de ATADI, la agrupación Turolense de Asociaciones de Personas con Discapacidad Intelectual, a través del trabajo que hacen en la recuperación del olivar. Y por otro, con la línea educativa que han creado con el objetivo de que los más jóvenes obtengan una conciencia rural sostenible en materia medioambiental, de alimentación y acción social. Ellos son, sin ninguna duda, el futuro que tendrá el planeta y, desde luego, enseñarles desde la infancia la labor de conservación y recuperación del patrimonio natural hará que se salve la Tierra.

En casi cinco años Apadrina un Olivo ha logrado recuperar 8.300 árboles que habían sido abandonados durante 30 años, creando 22 puestos de trabajo y reduciendo la huella de carbono. El reto ahora es conseguir recuperar los olivos que quedan poniéndolos en valor y conservar la biodiversidad de la zona a la vez que mantienen su estructura de economía sostenible y social para que Oliete subsista en el tiempo.