No es un secreto que la gastronomía en España ha experimentado un fulgurante crecimiento en los últimos años. No es que no hubiera buenos restaurantes de alta cocina, simplemente es que estaban destinados a un público muy concreto y, muchos de ellos, no acababan de casar con los criterios de la Guía Michelin. Sin embargo, la evolución tanto de la cocina como de los gustos de los inspectores de esta publicación ha hecho que se haya ampliado el alcance y que, exceptuando las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, todas las regiones administrativas de España tengan, a día de hoy, un restaurante presente en la guía. Como mínimo.