Con un abanico de paisajes que va desde las montañas de la cordillera Cantábrica hasta el mar que lleva su mismo nombre, el Principado de Asturias se despliega en multitud de pueblecitos, villas marineras y de interior y dos grandes ciudades en las que comer, muy, pero que muy bien. Este es un recorrido dedicado única y exclusivamente a la parte oriental de este paraíso con el que disfrutar histórica y gastronómicamente a partes iguales.
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Son trece los concejos que componen la comarca más oriental de Asturias, un área donde, además de encontrar buen producto y saber hacer, se acompaña de historia y naturaleza, pues es en esta zona donde se encuentran cuatro cuevas declaradas Patrimonio de la Humanidad: Covaciella (Cabrales), Tito Bustillo (Ribadesella), Llonín (Peñamellera Alta), y El Pindal (Ribadedeva). Los Picos de Europa, Parque Nacional y Reserva de la Biosfera completan con sus cumbres más altas y míticas, como el Torrecerredo o el Urriellu, una experiencia para recordar.
Ribadesella
Las construcciones levantadas por los Indianos a principios del siglo XX y una naturaleza que se divide entre el río, la ría y el mar, son el telón de fondo perfecto de esta villa marinera. Sin lugar a dudas, Ribadesella es el lugar al que ir a comer pescado, más aún si se busca pescado a la brasa donde Güeyu Mar ofrece una propuesta gastronómica basada en este producto, además de sus ya conocidas conservas. Para seguir con el pescado y el marisco del mar Cantábrico, el lugar en el que comer es Sidrería La Parrilla o Sidrería El Tarteru. Y si lo que se busca es una cocina más elevada, el restaurante Arbidel.

Ribadesella © iStock
Llanes
Con uno de los cascos históricos mejor conservados, Llanes se posiciona como una de las villas más visitadas del Principado de Asturias. Su casino, su torre medieval, los Cubos de la Memoria, su faro y su puerto, son algunos de los puntos que no hay que dejar de visitar. Para comer bien y con producto de la zona vale la pena una parada en el restaurante Mirador de Toró y en la Sidrería Restaurante El Puerto.

Llanes © iStock
Ribadedeva
Rodeado por un frente por la impresionante belleza de unos acantilados que forman parte del Paisaje Protegido de la Costa Oriental, Ribadedeva se convierte en un destino en el que la naturaleza lo inunda todo. La cueva del Pindal, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el Monasterio de Tina y el conjunto patrimonial de Colombres, con el mayor y mejor conservado casco histórico de arquitectura indiana, son motivos para lanzarse a descubrirlo. Entre paseo y paseo por sus maravillas históricas y naturales, se puede hacer una parada para comer comida casera en Casa Marisa Restaurante o en El llagar de Keira, donde la brasa es el centro de todas las miradas.

Ribadedeva © iStock
Cabrales
Con un nombre que ha puesto en el mapa a este concejo en el mundo entero, a la zona de Cabrales hay que ir, entre otras cosas, a comer queso y a aprender sobre él en la Cueva-Exposición del Cabrales en Arenas. Entre ruta y ruta, en pleno corazón de los Picos de Europa, se puede comer en la sidrería Casa Niembro y visitar las queserías artesanales El Cabriteru, Main y Soberón.

Cabrales © iStock
Cangas de Onís
Conocida como la villa que da acceso a los Picos de Europa y reconocida por su mítico puente romano del que cuelga la Cruz de la Victoria, Cangas de Onís es uno de esos pueblos en los que hacer parada para hacer culto a la gastronomía de la zona. En El Molín de la Pedrera se dan cita las recetas tradicionales de marisco y guisos asturianos con técnica y los emplatados de vanguardia mientras en la Sidrería La Cueva se pueden disfrutar los platos más tradicionales. Y, para beber un buen vermut acompañado de algunos guisos típicos, La Sifonería.

Cangas de Onís © iStock