Naturaleza al servicio de la industria

Cómo el Delta del Ebro está abanderando el cultivo de arroz sostenible en España

La colaboración entre agricultores, especialistas e industria y la implantación de técnicas respetuosas con el medioambiente son las claves de esta transformación.

Hablar del Delta del Ebro es hablar de arroz y arroceros, aunque en esencia podría resumirse como el esfuerzo constante del hombre por transformar su entorno. Comenzó en la época del Imperio Romano, cuando estos llevaron a cabo una campaña de deforestación que consiguió desviar el río, alargar su desembocadura y expandir las tierras. Desde entonces, la humanización del Delta no ha cesado. En 1860, con la instalación de varios canales comenzó el cultivo tal y como hoy se conoce, extendiendo las plantaciones por todo el territorio.

En la actualidad, el Delta cubre una extensión de casi 22.000 hectáreas y produce alrededor de 120 millones de kilos de arroz en cáscara. Cifras que le posicionan como la tercera mayor concentración de este cultivo en toda España. Pero este esfuerzo titánico por modelar la tierra también conlleva un sinfín de trabas como plagas, malas cosechas, pérdidas millonarias, subsidios, extinción de hábitats naturales y contaminación.

En este contexto, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), en colaboración con la compañía de cereales Kellogg’s impulsó en 2013 el proyecto Origins con el objetivo de cambiar las prácticas agrarias tradicionales, optimizar los recursos y reducir el impacto medioambiental.  Así es como el Delta del Ebro está abanderando el cultivo sostenible de arroz en España.

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Programa Origins

Los arroceros prestan voluntariamente parte de sus tierras para experimentar nuevas estrategias de cultivo sostenibles ©Javier Sánchez

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Volver a los orígenes para avanzar

Al principio no eran más que 15 agricultores, dice la responsable de Asuntos Corporativos de Kellogg's en España, Amparo Lobato a Viajes National Geographic. Desde 2013, Amparo se encarga de visitar personalmente las plantaciones de arroz, supervisar las diferentes iniciativas que se llevan a cabo y hacer de interlocutora entre los arroceros y la compañía estadounidense. “Para mí se han convertido en una parte más de mi familia, hablo mucho con ellos y el trato siempre ha sido muy cercano”, dice mientras explica que en la actualidad son más de 70 arroceros los que participan en el proyecto.

Durante décadas, la multinacional americana ha utilizado gran parte de los cultivos de arroz del Delta del Ebro para producir sus famosos cereales. En ese período detectaron varios problemas que afectan gravemente a las plantaciones, siendo testigos silenciosos del desafío de los agricultores por hacer frente a una tierra que debido a sus condiciones, puede llegar a ser un 30% menos productiva respecto a otras regiones del país. La alta salinidad de esta zona del sur de Cataluña, las enfermedades de las plantas, las plagas invasoras o el desconocimiento de nuevas técnicas agrarias lastran los cultivos.

Ante esa situación, el IRTA y la compañía americana decidieron impulsar el programa Origins con el objetivo de reducir el impacto medioambiental, incrementar la productividad, introducir técnicas agrarias sostenibles, optimizar los recursos y recuperar la singular biodiversidad que caracteriza a este paraje natural. En la actualidad, 40 países de todo el mundo aplican las técnicas impulsadas desde el Delta del Ebro.  

Reinterpretando el sentido de los márgenes

Néstor Pérez, técnico del IRTA, atrapando insectos de los márgenes floridos para examinar la biodiversidad ©Javier Sánchez

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Reinterpretando el sentido de los márgenes

Entre los inmensos arrozales que cubren de un verde radiante todo el terreno, finas líneas de un ocre pálido dividen y segmentan las parcelas de cada agricultor. Son los denominados márgenes, montículos de tierra por donde caminan los arroceros. Durante décadas no han sido más que eso, largas líneas de tierra baldía porque la capa de glisofato que le aplican se encarga de matar cualquier indicio de vida silvestre, hasta ahora.

Ahora, una iniciativa impulsada desde Origins está tratando de invertir esta práctica llenando los corredores de plantas florales, aunque por el momento se encuentra en fase de pruebas en los llamados campos vitrina, pequeñas parcelas que prestan los agricultores para experimentar nuevas técnicas.

Los márgenes vacíos son tremendamente frágiles ya que no son más que tierra amontonada. Un ejemplo son las filtraciones que sufren como consecuencia de la acción del cangrejo rojo americano, una especie invasora que construye pequeños túneles de extremo a extremo permitiendo el paso del agua de varios cultivos, modificando la salinidad del terreno y terminando por destrozar parte de la cosecha. En cambio, los márgenes florales tienen un efecto beneficioso sobre los arroceros y el medioambiente. La colocación de especies vegetales actúa como barrera natural contra las plagas, asienta el terreno impidiendo que se creen agujeros y atrae a insectos polinizadores, asegurando así su propia subsistencia sin necesidad de un trabajo de mantenimiento por parte del agricultor.

Lirios, la solución contra el cangrejo rojo americano

Las raíces de los lirios en forma de red impiden que los cangrejos agujereen los márgenes y produzcan filtraciones ©iStock

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Lirios, la solución contra el cangrejo rojo americano

David, uno de los agricultores asociados al programa pasea por el margen que cruza uno de sus cultivos de arroz. A cada paso le acompaña el chasquido de cientos de patas de cangrejo quebrándose. Esqueletos que pertenecen al cangrejo rojo americano, una especie invasora que domina el Delta. Estos crustáceos agujerean los márgenes para poder pasar de un cultivo a otro, provocando filtraciones.

La solución ante este problema son los lirios. Las raíces de estas flores se entrelazan formando una red por la cual el cangrejo no puede penetrar además de servir de refugio para las anátidas, una familia de aves migratorias. Aunque aún se está comprobando su eficacia, se trata de una técnica que combina el fomento de la biodiversidad y la protección de los cultivos contra plagas.

Cultivos de inviernos, una tierra sin descanso

El cultivo invernal no produce apenas beneficios económicos pero si que mejora la tierra y elimina la necesidad de químicos. ©iStock

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Cultivos de inviernos, una tierra sin descanso

La colaboración entre los agricultores, técnicos y la industria ha repercutido en una modernización constante de los campos del Delta del Ebro. Uno de los experimentos más innovadores son los cultivos de invierno que tratan de complementar un tipo de explotación de tradición monotemática. Está claro que las condiciones únicas que ofrece este paraje son perfectas para cultivar el arroz, pero este solo hace acto de presencia durante seis meses al año, desde principios de abril a finales de septiembre, así que ¿Por qué no aprovechar el resto del tiempo para plantar otro tipo de cultivos?

Algo así se debieron preguntar los técnicos del IRTA, que después de experimentar impulsaron lo que se denomina cultivos de invierno. Adela, una de las agricultoras que posee más hectáreas en todo el Delta es también una de las primeras en introducir esta estrategia. “Los demás agricultores nos miran con recelo porque tradicionalmente se deja descansar la tierra una vez recogido el arroz, pero yo quiero probar cosas nuevas.” Por el momento ha plantado guisantes, avena y rye-grass, un tipo de hierba que se utiliza como forraje para la alimentación del ganado. “Desde el punto de vista económico son plantaciones poco rentables porque la mayoría va destinado a la alimentación del ganado. Sin embargo, los cultivos de invierno ayudan a mejorar las propiedades de la tierra, de hecho, crean un sustrato rico en nitrógeno, muy útil para las futuras plantaciones de arroz”.

La naturaleza, el mejor plaguicida

La conservación de aves como las golondrinas permite disponer de un activo natural contra las plagas de insectos ©Javier Sánchez

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La naturaleza, el mejor plaguicida

Gustavo Adolfo Béquer escribía “volverán las oscuras golondrinas, en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez, con el ala en tus cristales, jugando llamarán.” Pero hace mucho que las golondrinas no cuelgan de los tejados y balcones del Delta. La destrucción sistemática de los nidos a manos de los habitantes que viven en los núcleos urbanos próximos a los arrozales han dejado empobrecidas las comunidades de estas y otras aves similares como los vencejos o los aviones comunes.

De nuevo, el IRTA y parte de los agricultores de Origins están llevando a cabo una tarea de reintroducción de la fauna gracias a la construcción de cajas nidos artificiales en los propios campos. Y es que un solo ejemplar de golondrina es capaz de comerse entre 800 y 1.000 mosquitos diarios, lo que equivale a 55 kilogramos al año. Sin duda, se trata de un plaguicida natural muy eficaz contra los mosquitos y quironómidos, un tipo de insecto muy común en el Delta.

Un hotel 5 estrellas... ¡para insectos!

Estos pequeños refugios están diseñados para aumentar y controlar poblaciones de abjeas que actuan como polinizadores y controladores de plagas. ©Javier Sánchez

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Un hotel 5 estrellas... ¡para insectos!

Las abejas solitarias y avispas comunes encuentran en estas pequeñas casitas hechas de madera agujereada, pequeños recovecos y ramas el mejor hogar posible donde anidar y reproducirse. “Estos insectos entran por los estrechos hoyos, ponen los huevos, los recubren de polen para que la cría pueda alimentarse una vez eclosione y sellan la cavidad. El proceso se repite hasta completar el largo del agujero y supone un método más contra plagas porque estos insectos se alimentan de otros que son malignos para el cultivo,” dice el técnico del IRTA, Néstor Pérez a Viajes National Geographic.

Cuando la fauna choca con los intereses

Los flamencos, especie protegida del Delta, provocan grandes pérdidas económicas a los arroceros y la administración ©iStock

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Cuando la fauna choca con los intereses

Adela, una de las agricultoras del programa rememora con cierto cansancio la batalla que mantiene con uno de los iconos del Delta: los flamencos. Aunque lo asume con resignación, sabiendo que es una guerra pérdida puesto que el ave rosado es una especie protegida del Delta. “Los flamencos campan a sus anchas por los cultivos, pisan el arroz, lo destrozan y ni siquiera se lo comen.”. Estos pájaros se alimentan de larvas y pequeños insectos escondidos entre el agua estancada de los arrozales pero las pérdidas económicas son astronómicas. “Mi padre y mi hermano, que también trabajan en el campo, se levantan cada mañana a las 5 de la madrugada para tirar cohetes y petardos y así asustarlos aunque siempre vuelven o se esparcen en pequeños grupos”.

En medio de esta encrucijada se encuentra la administración, encargada de proteger a ambos, al agricultor y al animal. Hasta este año, comenta Francesc Vidal, director del parque natural del Delta del Ebro, las indemnizaciones por la destrucción de los campos se basaban en el valor de la semilla, pero a partir de ahora es por el valor del cultivo. Esta modificación supone un apoyo para el arrocero que recibe más dinero que antaño. Un cambio que asciende a 250.000 euros en el presupuesto público frente a los 30.000 que solían establecerse como límite.

El triunfo de lo sostenible

A raíz de la Carta Europea de Turismo Sostenible en 2007, el Delta ha construido un ecosistema turístico respetuoso con el medioambiente ©iStock

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El triunfo de lo sostenible

Más allá del campo, los cultivos y el arroz, el Delta es capaz de enamorar a cualquiera gracias a los paisajes de postal que ofrece. Una puesta de sol en la playa del Trabucador, un paseo en barca por el Ebro o un amanecer entre bandadas de flamencos que tiñen de rosa los primeros rayos del alba. De la manera que sea, el Delta cuenta con una oferta turística envidiable, no sólo por las infinitas posibilidades del lugar sino por el triunfo de lo sostenible.

En el año 2007, el Delta del Ebro fue certificado con la Carta Europea de Turismo Sostenible, una acreditación otorgada a espacios naturales protegidos y empresarios turísticos comprometidos a realizar una actividad turística respetuosa con el medioambiente.

En este contexto se encuentra Polet, una empresa familiar que se dedica a crear visitas guiadas en relación con la naturaleza y las tradiciones propias de la zona. Otra opción son las Cases del Delta, alojamientos turísticos escondidos entre la naturaleza construidos a base de productos naturales autóctonos del Delta. Siguiendo con algunas de las muchas iniciativas responsables existentes, cada mes de septiembre, el Delta acoge el Delta Birding Festival, un evento internacional que reúne a ornitólogos de todo el mundo y que destina el dinero recauda­do a proyectos de conservación de las aves. O Deltaic, un proyecto de turismo responsable formado por 6 alojamientos turísticos, una ecotienda, una tienda virtual, un bar-restaurante eco cultural, basados en la filosofía slow y la economía circular.