Amargas, afrutadas o con toques de chocolate o caramelo, las distintas variedades de las cervezas trapistas de la región belga de Valonia figuran por méritos propios entre las más apreciadas y buscadas por los amantes de la bebida dorada por excelencia. Siguiendo recetas que, en ocasiones, se remontan a siglos, su fabricación ha sido llevada a cabo por monjes que construyeron hermosas abadías para dedicar su vida a Dios y a la producción de cervezas que han traspasado fronteras. Tanto, que se han convertido también en un reclamo turístico y no solo por su sabor, también por la espectacularidad de sus monasterios y por los maridajes que en ellos se proponen en esta región del sur de Bélgica.