Se podría decir, aprovechando el contexto gastronómico, que NaDo Madrid estaba a punto de caramelo en 2020 cuando irrumpió el Covid y puso patas arriba todo el imaginario culinario que había construido Iván Domínguez con sus socios, Leo Naya e Iván del Río. Lejos de verlo como una derrota, el chef, que se consagró como mejor cocinero gallego en 2015, lo interpretó como una segunda oportunidad para rehacer la imagen del restaurante y empezar aún con más fuerza.
A punto de cumplir un año, su segundo local se ha asentado como complemento, familia, extensión o media naranja de su primer restaurante, NaDo Coruña, abierto en 2019. La clave de ambos está en el alma y el fondo de la cocina de Iván Domínguez, en el mimo con el que escoge a sus proveedores para que el producto seleccionado traiga consigo todo el sabor de Galicia, en el amor por el origen de los alimentos y en los sabores y las tradiciones heredadas, un conjunto que supone su pasión y el motor de su proyecto profesional.
“El pescado es el ADN de NaDo y de Iván Dominguez. Nos encanta, somos gallegos”, asegura el cocinero a Viajes National Geographic. Y así es. Se podría decir que NaDo Coruña y NaDo Madrid son como hermanos, cargados de similitudes y diferencias. Uno mayor, que se enraíza en su tierra y da lo que recibe de sus costas al punto. Uno menor, emigrado, inundado de morriña y queriendo llevar el Atlántico a su nuevo hogar, un océano al que ambos están consagrados.
Aun así, si en algo coinciden es que sus cartas son cambiantes y estacionales, ya que dependen del producto de temporada y la cantidad que se recoge. Esto hace que NaDo sea un restaurante exclusivo donde los alimentos que se degustan se escogen casi a dedo, algo que no podría suceder sin unos productores totalmente consagrados al ritmo de la naturaleza. “A lo largo del camino hemos incorporado un nuevo abanico de proveedores que nos ayuda a entrar en el tema biodinámico y ecológico, gente con ganas de aportar otros valores y que han hecho que NaDo evolucione”, explica el chef.