Vendimias a todo color, contemplar barricas rebosantes, pasear por cementerios de botellas… Las visitas a las bodegas son una estupenda forma de conectar con el mundo del vino y aprenderlo todo sobre él, pero la pandemia ha forzado a estos templos enológicos a cambiar las visitas presenciales por las virtuales. Hasta que sea posible volver a viajar con normalidad, la realidad pasará por sujetar la copa en una mano y el ratón del ordenador con la otra, pero con las alternativas y planes que proponen desde estas bodegas, nadie se puede quejar. Eso sí, la cata, parte indispensable de toda visita a bodega, se tendrá que hacer descorchando cada vino en casa.