Frente a los dos compactos edificios industriales de Cruzcampo en el céntrico barrio de Nervíón de Sevilla (Avenida de Andalucía, 1), uno no puede dejar de darse cuenta del poderío de la marca cervecera, quizás insospechado en otras latitudes. Lo resumía el taxista, de camino “yo, si entro en un bar y no tienen Cruzcampo me voy”.