Cadaqués deslumbra como un encantador conglomerado blanco entre las inmensidades azules del cielo y el Mediterráneo. Por sus callejuelas, el visitante se dirige una y otra vez a sus pocos, pero interesantes recovecos, entre los que se hallan locales gastronómicos donde la brisa del mar, el tintineo de las copas y el suave olor de los fogones encandiló a muchos de los grandes artistas que aquí se hospedaron. Uno de ellos, Josep Pla, no dudó en proclamar cuales eran las cuatro delicias de la localidad: los grotes, los mejillones de roca, la langosta y el vino. Aunque no es poco, Cadaqués tiene mucho más que enseñar entre recetas tradicionales y el amor por su cocina.