Lerma es mucho más que uno de los pueblos más bonitos de Burgos. Es, también, uno de los más sabrosos. Su preciada posición sobre el río Arlanza y sus alrededores le convirtieron en objeto de deseo no solo de romanos, sino de muchos otros a lo largo de la historia. Convertido más tarde en villa ducal al servicio de los Austrias, su centro histórico guarda vestigios del esplendor del siglo XVII, un escenario que no tiene nada que envidiar a su gastronomía, una excusa más para acercarse a este pueblo burgalés donde la comida tiene un lugar especial en la vida de sus habitantes.