La tecnología ha abierto un mundo con infinidad de posibilidades dentro de la gastronomía. Ha solucionado el problema de poder abrir una botella de vino sin cronometrar los días que puede estar abierta (y evitar así que su sabor cambie), ha dado lugar a un aparato con el que se puede freír cualquier cosa través del aire o una botella de agua reutilizable que se desinfecta sola. Los gadgets han llegado a la cocina y lo han hecho para quedarse.