Uno de los mayores placeres que existen es comer mientras se lee. También lo es tomarse un café o un té, incluso un destilado, con un buen libro en la mano. Por no hablar de que, si el espacio es agradable y tiene cerca una chimenea, el goce es aún mayor.
Y es que el concepto de librería lleva años redefiniéndose, convirtiéndose en un espacio versátil en el que la literatura se encuentra con el resto de artes. Entre ellas la gastronomía, que se complementa a la perfección con el disfrute de leer un buen libro, provocando que los restaurantes se adapten y se acomoden a la definición más amplia de biblioteca, mientras las librerías se transforman hacia lo que exigen los nuevos tiempos. Aquí un pequeño listado, corto pero intenso, de lugares a donde ir por sus libros y, de paso, para comerse o beberse su carta.