Valencia y sus paellas de toda la vida
Casa Carmela
No se puede hablar de paella en València sin hablar de Casa Carmela (Calle de Isabel de Villena, 155), el templo arrocero por excelencia. Preguntes a quien preguntes. Son cuatro ya las generaciones que continúan con la herencia culinaria de Don José Belenguer y su esposa, Doña Carmen. Más de un siglo después, la familia de Toni Novo, bisnieto del fundador, sigue defendiendo a capa y espada su misma esencia: la cocina tradicional, a leña (de naranjo) y el producto de calidad.

Foto: Casa Carmela
¿La niña bonita? Por supuesto, la paella valenciana, con todos sus clásicos: el azafrán, el pollo, el conejo, la bachoqueta (o judía verde plana), el garrofó y la cuchara de madera en mano. Tal como explican desde Casa Carmela, la siguen “preparando según los ritmos que nos marcó la bisabuela Carmen. Siempre con leña de naranjo y solo con ingredientes de la tierra para llegar a esa fina capa de arroz y ese sabor ahumado del fuego que han hecho que este plato se convierta en un icono de la gastronomía valenciana”.
Llar Román
En la zona de Pinedo también se puede visitar historia de València, gracias a Llar Román (Carretera del Riu, 258), un restaurante familiar fundado en 1973 y que, a día de hoy, sigue en manos de la tercera generación. Tras las puertas de su humilde fachada azul cielo, se esconden el sabor y la herencia familiar de la abuela de Salva Real. Meloso de carranc (cangrejo), “un clásico de la zona y por lo que se hizo conocido el restaurante”, cuenta a Viajes National Geographic; así como otras recetas como el arròs amb fesols i naps (alubias blancas y nabos) o el arròs del senyoret. Su clientela, “de toda la vida”, no solo valora el sabor, sino también “el producto fresco y de calidad, y el servicio de sala, atento y amable”, cuentan.

Foto: Llar Román
Paellas con vistas
Sin salir de València: Panorama, La Marítima y Mimar
Aunque la fama de València es que es una ciudad que “da la espalda al mar”, poco a poco, se ha ido reconciliando con él. Panorama (Calle Marina Real Juan Carlos I) entre la Marina y la playa de Las Arenas, La Marítima (Veles e Vents), con una terraza de 600 metros cuadrados en la que contemplar desde la huerta valenciana, hasta el paso de veleros y barcos de pescadores por la dársena de la Marina o Mimar (Av. Mare Nostrum, 50) en la playa de la Patacona (Alboraya) son solo algunos nombres que demuestran que disfrutar del Mediterráneo y de un buen arroz no es una tarea imposible.

Foto: Veles e Vents
Recetas icónicas conviven con otras más singulares como el arroz negro con coliflor y sepia o la paella de langosta, en Mimar; así como el arroz meloso de sepia bruta y morcilla blanca o arroz con rabo de toro, morcilla y tomate cherry seco, en La Marítima.
En plena naturaleza: L'Establiment y Alquería del Brosquil
Y para aquellos que prefieren la autenticidad de la naturaleza en estado puro, las playas del Saler o el Palmar, con la Albufera como telón de fondo, también esconden otras joyas culinarias. L’Establiment (Camino de L´estell S / Nº) o la Alquería del Brosquil (Entrada Casa El Llarc, 1) sientan las bases del legado literario de Blasco Ibáñez. El primero, con vistas a la Albufera, entre cañas y barro y con su propio muelle, desde donde se pueden ver algunos barqueros pasando; el segundo, en pleno campo de naranjos, velando por la arquitectura tradicional de la terreta, con sus paredes blancas y sus techos a dos aguas. En su carta, platos típicos del lugar como el all i pebre de anguilas, el esgarraet, las tellinas o las clotxinas (los mejillones mediterráneos) comparten mesa con arroces secos y melosos como ela banda, negro, cangrejo azul o el de pato, setas y foie, un básico en Alquería El Brosquil.
ARROCES DE BARRIO (Y SIN TURISTADAS)
Por los barrios de Aragón y Benimaclet
Y por último, en la ciudad, entre calles y asfalto, también se encuentran grandes arroces valencianos. Nuevas (o no tan nuevas) aperturas que luchan contra las oleadas de turistas y que se centran en su público más fiel: el barrio. Desde clásicos que no decepcionan como El Gastrónomo (Av. del Primat Reig, 149), abierto desde 1985, un restaurante con solera que ha envejecido bien gracias a una combinación entre vanguardia y tradición o Va de Bo (C/ de Finlàndia, 7), el nuevo niño bonito del barrio de Aragón con Xavi Climent a la cabeza y su paella de puchero, con caldo de puchero pollo, pelota, garbanzos, blanquet y morcilla como buque insignia.

Foto: Va de Bo
Las mejores paellas del centro de València
Y al otro lado del río, ese que no tiene agua, otras paradas obligadas que se han convertido en habituales entre vecinos y stories de Instagram como Goya Gallery (Calle de Borriana, 3) en pleno centro; Bar Mistela (C/ del Río Nervión, 11), Bar Cremaet (Av. del Puerto, 20) o Bar Cassalla (Calle del Buen Orden, 19), los tres del Grupo Gastroadictos; o Camaleón (Calle de Albacete, 18) y Ardacho (Calle de San Francisco de Borja, 17-3), ubicados entre los barrios de Abastos y Arrancapins, la nueva zona de moda de la ciudad. Otro ejemplo de que comer de “menú del día” o entre semana, sin encargos, no tiene por qué reñir con disfrutar de un gran arroz (con socarrat incluido).