Enoturismo sin remilgos

Once bodegas de Rioja Alavesa que merecen una visita

En estas bodegas de Laguardia y alrededores la pasión con el vino se complementa con un entorno único y una arquitectura asombrosa.

Podría parecer poca cosa, pero la franja entre el cauce del Ebro y la Sierra de Cantabria es un caleidoscopio de sensaciones. Entre Labastida y Laguardia se expande una subregión vitivinícola fascinante pero, por encima de todo, se encuentra el primer gran destino enoturístico de España. Al menos, el primero en el que las bodegas se disfrazaron de edificios vanguardista y en el que las visitas son tan estimulantes como las catas... o incluso más. 

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GettyImages-942308780. Marqués de Riscal

Foto: Getty Images

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Marqués de Riscal

Todo empezó aquí. De hecho, esta bodega tiene dos hitos: ser la empresa vitivinícola más antigua de Álava (ya que data de 1858) y ser la que colocó a esta región en el mapa enoturístico mundial gracias al hotel diseñado por Frank Gehry. Porque sí, el icono, la imagen, la postal de este complejo es la txapela que el famoso arquitecto creó inspirado por las ondulaciones de la Sierra de Cantabria con la que cubrió la parte más hedonista del resort. Sin embargo, visitar la bodega situada en el otro acceso al complejo, más añejo pero igual de fotogénico, es una aproximación perfecta a una bodega canónica de esta comarca, con sus barricas, calados e instalaciones centenarias. Y al final, escaparse hasta la ermita de San Vicente para contemplar, a lo lejos, la maravilla arquitectónica que es este conjunto. 

shutterstock 567044983. Ysios

Foto: Shutterstock

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Ysios

Esta bodega siguió la misma estrategia de Marqués de Riscal: apostar por la arquitectura para asombrar a todos y ser un icono. En este caso, el arquitecto elegido fue Santiago Calatrava que interpretó a su modo las cumbres esculpidas de la sierra de Cantabria usando grandes travesaños que a ratos parecen las varillas de un abanico. En su interior, Ysios es todo es fotogenia y asombro, con una de las salas de barricas más magnéticas del mundo y una sala de catas con vistas a Laguardia donde lo medieval y lo futurista se combinan a golpe de brindis. Imprescindible tanto por dentro como por fuera. 

Baigorri

Foto: D.R.

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Baigorri

Eso sí, el Oscar de la vinificación por gravedad se lo lleva Baigorri, ya que toda la bodega descansa sobre una colina donde la vinificación se hace de arriba abajo. Pero esta creación de Iñaki Aspiazu no solo seduce por esta rareza. También por un restaurante donde la tradición vence a tanta modernidad y por un mirador desde donde se conquista la comarca y que pide a gritos una buena copa de tinto. Deseo concedido. 

Amaren

Foto: D.R.

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Amaren

La bodega de vinos de autor de Luis Cañas es un homenaje a los valores de la familia, entre los que destaca la innovación con raíces. De ahí que, pese a que sea una bodega relativamente nueva, esté afincada en un edificio añejo que merece la pena descubrir. ¿Que por qué? Pues por su viejo calado donde es imposible no sumerirgse en el pasado, por mantener los antiguos depósitos que conectan directamente con la historia y por su apuesta por la vinificación en hormigón. Y, por supuesto, porque sus visitas son agradables y la presuntuosidad no tiene cabida. 

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Foto: CVNE Viña Real

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Viña Real

Esta impresionante bodega es uno de los complejos más difícil de definir a este lado del Ebro. Sobre todo, porque basa sus encantos en el pasado y en el futuro y así lo demuestra cuando se visita. Por un lado, está la tradición de un casa madre como CVNE que se traduce en caldos clásicos y en unas salas de botellas soterradas tan grandes que tuvieron que ser construidas por la misma tuneladora que hizo el metro de Bilbao. Por el otro, los elementos modernos que van desde la gran barrica reinterpretada de su exterior hasta la hipnótica sala de barricas donde los pilares se erigen como si fuera una torre Eiffel rodeada de vino. No en vano, se trata de un guiño que su arquitecto, Philippe Maziéres, hizo a Gustave Eiffel, responsable del forjado de la bodega CVNE en Haro allá por 1879. Y en lo más alto, los OVIs, un sistema de grúas inventado para la ocasión por el que la vinificación se hace siempre por gravedad, sin remontados extras que perjudiquen a la uva.

Solar de Samaniego

Foto: Javier Zori del Amo

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Solar de Samaniego

Por fuera, esta bodega no sería más que una mole industrial a las afueras de Laguardia. Sin embargo, un anuncio en su puerta avisa que lo que espera es, directamente, arte en grandes dimensiones. Y es que hace menos de una década, esta bodega comenzó una transformación de sus espacios, creando una tienda y una zona de catas digna de las mejores publicaciones de interiorismo. Pero la magia espera un poco más adelante ya que, tras un recorrido entre viejos depósitos de estética carcelaria aparecen los murales pintados por Guido van Helten, quien decidió decorar estos enormes silos con los personajes que se encontró en su estancia por estas tierras. Más impactante, imposible. 

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Foto: Bodega Valdelana

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Valdelana

Tras una fachada de chalet de montaña suizo, esta bodega es uno de los secretos más asombrosos de Rioja Alavesa. De hecho, se podría decir que es un secreto de confesión ya que a sus calados se acceder por la puerta de un viejo confesionario. Bajo tierra no esperan solo las barricas y los nichos, también una capilla donde se remarca que la tradición lo es todo y dos museos, uno etnográfico y otro dedicado al vino. Y para completar esta sucesión de hallazgos está su propuesta de enoturismo astronómico en el que se vincula vinificación con constelaciones en una experiencia tan singular como mágica. 

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Foto: D.R.

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Torre de Oña

Que ¿qué es un château? La respuesta está en esta versión castellana. Y es que, aunque el aspecto de esta bodega sea más el de casona labriega, esta bodega apuesta por la misma filosofía: vino de pago de viñedos propios con un edificio emblemático como faro. Y así, entre vides y construcciones de piedra, se desarrolla una visita en la que se aprende sobre vinos sin demasiados tecnicismos y, sobre todo, se impone la fotogenia de sus rincones y paisajes tradicionales. 

Bodega Valdemar

Foto: D.R.

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Valdemar

Se trata de una de las últimas bodegas en apostar por el enoturismo, pero lo ha hecho a lo grande, adaptándose a todo tipo de públicos. Y es que en este complejo situado en Oyón recibe a familias, grupos de amigos, personas con movilidad reducida etc. adaptándose a cada una de las necesidades. Más allá de esta flexibilidad, su tour incluye espacios futuristas, contacto con la viña y, sobre todo, vinos en todo el recorrido. Además, su wine bar ofrece planes para los que solo están interesados en probar sus referencias. 

Casa Primicia

Foto: D.R.

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Casa Primicia

Cuentan, siempre con cierta gracia, que esta bodega es la más antigua del mundo. Al menos, como negocio, ya que esta bodega ocupa el edificio donde la iglesia recolectaba los diezmos de uva y creaba su propio vino allá por la Baja Edad Media. Por eso, cuando se planteó la restauración de este coqueto edificio ubicado en la almendra medieval de Laguardia se hizo desde el respeto a la historia, dejando a la vista de los curiosos el lagar donde se prensaba la uva y se hacía las primeras fermentaciones. Pero aún hay más, ya que en su calado las barricas conviven con historias como las del mismísimo Zalacaín, ya que Pío Baroja ubicó aquí el agujero por donde se escapaba su personaje más famosos huyendo del sitio carlista. 

Eguren Ugarte

Foto: Eguren Ugarte

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Eguren Ugarte

No es difícil obviar esta bodega cuando se va conduciendo por la A-124. Sobre todo, por ese mirador tan indescriptible que corona el complejo. Tras esta llamada de atención espera un complejo de hotel-restaurante-bodega cuyos puntos álgidos son dos extremos. Por un lado, las vistas desde lo más alto donde se dominan pagos y aldeas. Por el otro, la bodega subterránea con más de dos kilómetros de calados y la cueva donde acogen eventos. No obstante, también merece la pena pasear sus viñedos, ya sea en segway, andando o en bicicleta eléctrica. Al fin y al cabo, es imposible perderse con su torre sempiterna en el horizonte.