Gastronomía de territorio

Los platos típicos (y no tan típicos) que hay que comer en Cantabria

Un viaje por los sabores más reconocibles de Cantabria, de las profundidades de su mar Cantábrico a los confines de las cuevas donde se curan sus quesos.

A lo largo del tiempo, la costa y la montaña han sido los principales sustentos de la población cántabra. Solo hay que analizar sus elaboraciones más conocidas y sus platos de cabecera, sin olvidar la repostería, que se ha ido nutriendo de los elementos gastronómicos que le son propios: leche, mantequilla, huevos, miel y harina, y degustarlos en sus restaurantes. Hay que aprovechar cualquier viaje para degustar todos estos productos, además de visitar algunos de los pueblos más bonitos de Cantabria.

 

Anchoas del Cantábrico

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Anchoas del Cantábrico

Un buen producto de mar con un buen aceite de oliva virgen extra y un saber hacer de larga tradición solo pueden dar como resultado un productazo elevado al siguiente nivel. En Cantabria, las anchoas que son realmente conocidas son las que llevan el apellido de Santoña, aunque también hay otros pueblos marineros que las hacen igual de ricas, como las de Castro Urdiales y Laredo, que juntas suman el 80% de la producción nacional de esta conserva.

Su elaboración comenzó a mediados del siglo XIX cuando los italianos -expertos desde tiempos de los romanos en el arte del salazón- se ven obligados a buscar nuevos caladeros alejados del Mediterráneo siendo el norte de España uno de esos lugares elegidos. Así, en Santoña comenzaron a desembarcar los italianos con el fin de pescar, preparar y conservar allí mismo en naves industriales lo que para ellos era todo un arte. De esta forma, Santoña y demás pueblecitos pesqueros dieron un cambio de rumbo y se convirtieron en el epicentro de la industria del salazón de bocartes en Cantabria.

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 Nécoras de Noja
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Nécoras de Noja

Este pueblo que mira al mar Cantábrico ha logrado ubicarse en el mapa, además de por la belleza de sus playas, por tener en sus profundidades uno de los productos con más calidad de los mares: la nécora de Nojajornadas en la villa en las que varios establecimientos ofrecen las nécoras en diferentes tipos de preparaciones.

Viven en los roquedales que protegen sus playas, son negras -antes de ser cocidas- y algo más pequeñas que las gallegas o asturianas. Además, cada año se organizan unas fiestas en las que se pone en valor el sabor y las recetas vinculadas a este marisco. 

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Queso Nata de Cantabria
© Imagen de Fotoempresas.es | Consorcio Quesos

Queso Nata de Cantabria

Cantabria cuenta con tres quesos con Denominación de Origen Protegida y el queso Nata es uno de ellos junto con el queso Picón de Bejes-Tresviso y los Quesucos de Liébana. El de Nata, concretamente, se elabora con leche entera de vaca frisona cuyo sabor es otorgado por la calidad de los pastos que ingieren estas vacas a lo largo y ancho del territorio de la comunidad.

 

La primera referencia documentada que se tiene de este queso data del siglo X y menciona al queso de nata como una moneda de cambio de los trueques de la época. En la actualidad, quienes elaboran este producto son empresas familiares de la zona, otorgándole aún más prestigio al queso Nata.

Vinos de la Tierra
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Vinos de la Tierra

Bajo la Denominación de Origen Costa de Cantabria se producen los vinos de la Tierra Costa de Cantabria. En esta D.O. se incluyen todos los vinos producidos en las zonas comprendidas entre la costa y los valles interiores de influencia Atlántica ubicados en una cota de altitud de hasta 600 metros. A excepción son los municipios que comprenden el área geográfica de Liébana, que cuentan con su propia área de producción y D.O. dando lugar al Vino de la Tierra de Liébana, delimitado por Potes, Pesagüero, Cabezón de Liébana, Camaleño, Cillorigo de Liébana y Vega de Liébana.

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Queso picón
© Queso Picón de Bejes-Treviso

Queso Picón de Bejes-Tresviso

Este queso azul con Denominación de Origen Protegida desde 1994 es elaborado en el valle de Liébana con la leche cruda que dan las vacas, ovejas y cabras que viven en las laderas de los Picos de Europa.

Se trata de un queso blanco con vetas azul verdosas, con sabor tan intenso que produce una sensación picante, de ahí su nombre, queso Picón de Bejes-Tresviso. El queso se elabora con la leche fresca -para preparar un kilo de queso se necesitan diez litros y medio de leche- y se deja secar 20 días. Tras este tiempo, y aquí viene la curiosidad, es trasladado al interior de una cueva donde permanece un mínimo de dos meses en proceso de curación. La cueva en la que se cura es la cueva de la Sotorraña, en la cuál existe una temperatura constante de 9 grados y una humedad del 90%, proporcionándole el moho necesario para la evolución del queso.

Carnes y embutidos
Vaca en los Picos de Europa © iStock

Carnes y embutidos

Las carnes y los embutidos de Cantabria están amparados bajo el distintivo de Indicación Geográfica Protegida. Las razas de vacuno típicas de la comunidad son de alta montaña, como la Tudanca, la Monchina y la Pardo-Alpina y esa vida en libertad y una alimentación basada en los pastos de sus montañas son las claves del extraordinario sabor de su carne.

Vermut La Solía
Etiqueta del vermut La Solía de Óscar Solana © La Solía

Vermut La Solía

El bartender de la Taberna La Solía, Óscar Solana, en Liaño de Villaescusa ha creado un vermut suave con un punto entre amargo y dulce, convirtiéndose en uno de los más conocidos de la zona.

El vermut de La Solía está elaborado con una base de vino blanco al que se le añade caramelo de mosto y corteza de nuez verde -dos ingredientes que le aportan el color dorado- para más tarde macerarse con más de 80 botánicos como ajenjo mayor, cardamomo, hinojo, raíces de centaura mayor, de genciana y de cálamo aromático o quina calisaya. Lo curiosos de este vermut es que, para darle un carácter autóctono y natural, se macera con té y se le deja reposar en antiguas soleras con el fin de que madure y tenga un sabor homogéneo.

Sobaos pasiegos
Sobaos pasiegos © iStock

Sobaos pasiegos

Los sobaos pasiegos provienen de una economía rural, ganadera, con pocos medios, en la que nada sobraba y todo se aprovechaba utilizándose los productos que estaban al alcance de esos lugares y economías -leche, mantequilla, huevos, miel y harina- dando lugar a un producto no perecedero. Un dulce simple, sencillo, sin artificios, que denota la escasez del lugar del que proviene. Como curiosidad, mencionar que el papel sobre el que se cuece el sobao se llama gorrituy se dobla de una forma especial con el fin de que no se derrame la mezcla.

Orujo Los Picos
Crema de orujo de Los Picos © Los Picos

Orujo Los Picos

En el valle del Liébana se sigue destilando un orujo como se ha hecho siempre, en sus viejas alquitaras de cobre. La historia del orujo de Los Picos y Justina de Liébana, dos marcas de una misma empresa, comienza cuando en 1986 a Carmen Gómez le explicaron el riesgo de desaparición que estaba detrás del orujo de su comarca. Dispuesta a no dejar morir una tradición como esa Carmen creó una empresa enfocada a la destilación de los orujos como se había hecho toda la vida, en las alquitaras de cobre fijas, y desde entonces sus orujos artesanales son la marca de referencia del valle de Liébana, bajo el nombre de Orulisa.

Quesada pasiega
Quesada pasiega © iStock

Quesada pasiega

Es postre típico de Cantabria, específicamente de la zona de los Valles Pasiegos junto con los sobaos. Originalmente se preparaba con queso fresco pasiego -de ahí su nombre- junto con mantequilla, huevos, miel, harina, cáscara de limón y canela. Sin embargo, en la actualidad el queso fresco se ha sustituido por la leche de vaca cuajada. Su sabor viene dado por la calidad de las materias primas con que está hecha, y por su forma de elaboración que continúa con la tradición de la herencia familiar.