Hay vida más allá de Praga, Bohemia y la cerveza en la República Checa y buena parte de ello sucede en Moravia, una de las tres regiones históricas del país. Allí el vino se convierte en protagonista de los tragos, que acompaña en toda la región a una arquitectura portentosa repleta de castillos, bodegas y pequeñas ciudades que parecen detenidas en el tiempo, demostrando al viajero que el este del país tiene mucho que reivindicar a base de buenos caldos, una gastronomía sorprendente, paisajes casi de cuento y ciudades en las que tradición y vanguardia conviven.