La Ribera del Duero burgalesa no es únicamente zona de buen vino, también lo es de rica (y desconocida) gastronomía. En Burgos, los vestigios de la historia se palpan en cada uno de sus platos, desde la época romana hasta la actualidad. Pero también su geografía, marcada por una altitud de 856 metros, y una climatología cuya temperatura media anual es de 10,5ºC son los factores determinantes de algunos de los productos que allí se elaboran y que dan lugar a una gastronomía reconstituyente -sólo hay que echar un ojo a la olla podrida, la morcilla o la olla ferroviaria-, potente donde las haya, pero deliciosa en su conjunto. Este es el recorrido de una provincia alrededor de sus productos más característicos y, en algunos casos, desconocidos.