Dicen las malas lenguas que los barceloneses cuando salen de la ciudad no tienen mucho tacto y acaban haciendo sus necesidades menores en cualquier árbol. De ahí que en el resto de Catalunya acaben llamándoles pixapin” (mea-pinos). Los señalados, muy suyos, no entran al trapo y prosiguen con su escapada por la naturaleza para recargar pilas y volver a la city a disfrutar con lo suyo. Y lo suyo no es más que una oferta diversa y en movimiento, propia de una ciudad vibrante que en verano sale más al exterior para brindar y disfrutar con la gastronomía. Seguro que más de un “pixapí” invitará a sus amigos del poble a alguna de las propuestas que aquí citamos -casi todas novedades por cierto-, para presumir, para difícilmente cambiar apodos.