Foto: Turismo de Sitges
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Pescaturismo sin marearse
La cofradía de pescadores de Sitges debería de ser noticia por muchas cosas. Entre ellas, su apuesta por la pesca sostenible, el uso de las técnicas artesanales y el respeto que tienen por los caladeros del Garraf. Y sin embargo, en los últimos años, su actividad se ha reducido al mínimo por el auge de flotas marineras más grandes y ambiciosas que están eclipsando su forma de entender y explotar el mar. Ante esta realidad y, también, ante la consolidación de Sitges como un destino muy variado, esta institución ha diseñado un programa de actividades entorno a la pescaturismo que es mucho más hedonista de lo que parece. Su plan estrella es la visita con degustación que comienza con un paseo por las instalaciones en las que se descubren las técnicas marineras de antaño -muchas de las cuales se siguen usando- y por las coquetas embarcaciones que comparten muelle con yates y veleros. El cénit de esta experiencia es la preparación de un rancho marinero como el que se suele realizar en alta mar y que es no es otra cosa que la sublimación de la comida de aprovechamiento.
Foto: Joan Valera. La Salseta
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Pionero del 'slow food'
Valentín ya había implantado la filosofía de slow food (apuesta por el producto de proximidad y sostenible) mucho antes de que se pusiera de moda. Esta frase, que suena al clásico "yo lo había visto primero" de cualquier cuñado gastronómico no define ni el carácter ni la esencia de La Salseta. Porque si es algo este restaurante, es humilde y ejemplar. A simple vista, solo el sello Slow Food que luce en su puerta hace preludia su filosofía, aunque en su carta sí que presume de trabajar, en la mayoría de productos, con productores locales, a los que referencia como homenaje. Luego, en el plato, lo que espera son unas propuestas creativas y honestas como su versión del Xató (la ensalada templada marinera típica de la zona, en la imagen) o el uso de sabores exóticos en unos pescados que siempre, siempre, son capturados de forma sostenible.
Foto: Els Jardins del Retiro que ara ho porten els del Cable
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El triunfo de la tapa fusión
Lo de Oriol Carbonell con Asia es un idilio que va más allá del exotismo de los paisajes y lo ancestral de su cultura. Es un flechazo gastronómico. Ahora bien, ¿cómo combinar este fetiche con la cultura de la tapa que en Sitges se viene perpetuando desde hace tiempo con la iniciativa tapa a tapa? Pues con raciones y bocados que mezclan ambas filosofías. Nacido como una especie de apéndice díscolo de su matriz, el santuario del tapeo El Cable, Els Jardins del Retiro que ara ho porten els del Cable (que quede todo claro en el nombre) se ha convertido en el patio de recreo de Oriol donde sirve desde su galardonada tapa Tom Jones (segundo premio en el concurso de tapas nacional de Valladolid 2019) así como otras creaciones ideales para iniciarse en la gastronomía oriental pero sin por ello asustar al comensal más clásico.
Foto: Turismo de Sitges
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Enoturismo para todos
Está claro, no hace falta ser un wine lover para disfrutar de la visita a una bodega. Esta realidad, que poco a poco se está instalando en las zonas vitivinícolas del mundo, en Sitges es una realidad. Y es que el antiguo celler del hospital de Sant Joan hoy se ha transformado en un centro dedicado a la malvasía de Sitges, una uva compleja que, desde hace siglos, crecía en pagos que se orillaban al mar. Hoy solo quedan unas pocas cepas a la sombra de esta institución modernista, las suficientes para garantizar el futuro de esta variedad y para realizar una visita muy bien guiada con el vino como eje pero en la que no se habla de la fermentación maloláctica. ¡Viva!
Foto: Turismo de Sitges
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La consolidación de la 'comfort food'
La generación Y ha vuelto al pueblo, a la raíz y a la cocina de la abuela. La tradición ya no es algo obsoleto, de ahí que los restaurantes de toda la vida se hayan vuelto a llenar de paladares jóvenes... y exigentes. Por eso no todo vale y por eso en Sitges merece la pena celebrar que existan lugares como La Nansa, un lugar que no se arrepiente de ser clásico porque sus platos hablan por sí solos. Y es que no solo merece la pena catar su arroz a la sitgetana, también otras maravillas como sus canelones o sus alcachofas rebozadas en los que cualquier comensal vuelve, mediante el gusto, a una fantasiosa masía familiar en pleno Penedés.
Matar al ídolo
Y claro, en un panorama así no puede faltar la insolencia e, incluso, la autoparodia. Porque en el modo de empleo del Sitges dominguero siempre estaba el arroz incluido, como si la liturgia no fuera otra que fotito en el Racó de la Calma+ arrozito + paseo por la playa. No es que en la Zorra se hayan querido reír de ese tipo de excursionista. Más bien, lo que han hecho ha sido darle un aliciente diferente, hacer evolucionar las clásicas paellas con elementos maravillosamente perturbantes como su arroz vegano, su arroz con burrata, sepia, butifarra negra y manzana o su arroz de pollo trufado. Absténganse ofendiditos.
Foto: Bacardí Sitges
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Destilados sin chapa
Cada vez son más las empresas que apuestan por evitar las largas explicaciones que edulcoran la realidad y ensalzan la marca cuando enseñan su centro de visitantes, su destilería o su fábrica. Por suerte, Bacardí ha hecho de su Casa Bacardí en Sitges un espacio dedicado a su famoso ron pero en el que evitan las hipérboles. De hecho, con este destilado como excusa, la visita guiada habla de la historia de los indianos de esta localidad, del modernismo que impusieron con su riqueza y de las peripecias de esta compañía para burlar la ley seca y globalizar cócteles como el mojito o el daiquiri. ¡Y con cata y taller al final! Una experiencia completa en la que el viajero no finaliza con una sobredosis de marca.