A veces hay que irse al sur para perder el norte. En un verano especialmente ansiado, el sur se postula como uno de esos destinos soñados en los que evadirse y, con cabeza, curarse de lo acontecido en los últimos meses.
Y precisamente allí, en un pequeño reducto al abrigo de un Atlántico amable, hay un paraíso gastronómico, Chiclana de la Frontera. El mar, la huerta, los esteros, las viñas... forman un conglomerado que ha posicionado al destino como uno de los imprescindibles en una visita al sur. Restaurantes, productos, vinos y cervezas. Ha llegado el momento de disfrutar de Chiclana a bocados.