Bañada por los vientos alisios y con más de 300 días de sol al año, la tierra volcánica de las Islas Canarias es un vivero de productos que no solo protagonizan platos, también viajes. Mediante visitas, catas, y otras actividades, estos manjares han logrado hacerse un hueco entre el sol y playa y las excursiones naturales.
El interés por los productos canarios de los viajeros que visitan las islas es creciente. "Es importante", según la consultora gastronómica, sumiller y divulgadora de productos agroalimentarios de Canarias, Vanessa Santana, que el turista "no solo los conozca, sino que visite las fincas, las bodegas, las queserías, tenga información sobre el clima y la tierra de la que proceden, las manos que los trabajan…, que conozcan aquello que los hace únicos".
Estos son algunos de los productos que ofrecen visitas guiadas o rutas para conocer su historia, pero muchos más también son valorados por quienes visitan las islas. El clima canario ha permitido la expansión de cultivos de excelentes frutas tropicales como la manga, la papaya o el aguacate. Numerosos cocineros han adoptado el cochino negro en sus recetas, raro es el viajero que no visite Teror sin probar un bocadillo con su famoso chorizo. El tomate canario es mundialmente conocido. En Gran Canaria se cultiva desde hace más de un siglo y es uno de los productos más exportados. Y por supuesto, el gofio, el plátano y las papas arrugadas con mojo. Este último el plato más pedido por los viajeros en los restaurantes, según la encuesta elaborada por el Observatorio Turístico del Gobierno de Canarias. “La primera vez que llegué a la isla, lo primero que quería probar eran las papas arrugadas, y sigo enamorado de ellas”, asegura el chef José Rojano.