Siempre hubo un “antes”, incluso en gastronomía. En ese saber hacer que surgió con la única función de alimentar al ser humano y que hoy en día ha terminado por convertirse en todo un Arte. Como en cada país, ciudad, pueblo o aldea, la historia culinaria se ha ido formando al mismo tiempo que ha evolucionado el ser humano. Si se habla de Soria, cabe destacar que sus orígenes han dejado marcada su gastronomía en función de tres pilares: la historia, la geografía y el clima.
A una altitud de 1.063 metros sobre el nivel del mar, la capital soriana se convierte en la segunda ciudad más alta de España. Lo irregular de su geografía ha dado lugar a un paisaje heterogéneo que va desde las altas montañas hasta los valles más profundos, desde los bosques hasta los páramos. Y su clima, igual de extremo que sus altitudes, divide a la provincia en zonas muy diferenciadas haciendo posible una riqueza de productos marcados por la temporada.
En cuanto a su historia, ya se sabe que no es una de las ciudades más conocidas de la Península ni, desde luego, una de las más pobladas. Pero muestra el mismo ejemplo de obstinación, fuerza y lucha que sus antepasados de la ciudad celtibera de Numancia cuando, durante 20 años, resistieron los ataques de los romanos. Un apunte histórico que ha dejado algún ápice de información en algunos de los platos y productos que se pueden probar a lo largo y ancho de esta provincia.