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Seis pueblos de Mallorca donde se come muy bien

La gastronomía de la mayor de las islas baleares brilla en estas localidades con bares de tapeo, restaurantes en antiguas bodegas y alta (y muy buena) cocina.

Mallorca es un acierto, no importa en qué época del año. Aun así, entre la primavera y el otoño es cuando luce en su máximo esplendor y se puede disfrutar de la apertura de muchos restaurantes que despiertan de la hibernación. Con un fuerte arraigo por la cocina tradicional, y con un sinfín de productos autóctonos que le confieren un sabor y una fama únicos, Mallorca sabe cuidar de lo suyo e integrar muy bien lo foráneo para conseguir enamorar el paladar de isleños y visitantes en cada bocado.

Valldemossa
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Valldemossa

Ubicado en la idílica Sierra de Tramuntana, Valldemossa es uno de los pueblos más visitados de la isla. Sus calles empedradas, su arquitectura conservada, la paz y el sosiego del enclave y el paso de figuras históricas por el lugar, como el mismísimo Frédéric Chopin, suponen un atractivo casi irresistible.

A pesar de su pequeña extensión, la localidad puede vanagloriarse de tener algunos de los mejores enclaves gastronómicos de toda Mallorca, además de proyectos interesantes, como el de Son Moragues, con su premiado aceite de olivos centenarios, además de mermeladas, frutas y verduras ecológicas.

Hotel Valldemossa
Hotel Valldemossa

Ca’n Molinas es la forma perfecta de empezar el día. Su horno, de más de 100 años, esconde en la parte trasera una pequeña terraza donde probar delicias de almendra o sus populares cocas. En cuanto a los restaurantes, la elección es difícil. La buena noticia es que cualquiera de ellas será sabrosa. Quitapenas, un colmado con siglos de historia donde sirven pa amb oli – tostadas con tomate, ajo y aceite, acompañadas de embutido o verdura – es un buen lugar para tomar un aperitivo antes del plato fuerte.

Ca'n Costa Valldemossa
Ca'n Costa Valldemossa

El restaurante hotel Valldemossa, con vistas a La Cartuja, es la opción más sofisticada, con menús degustación donde brillan platos tradicionales, como la porcella mallorquina. Como contrapunto, Es Taller, a la entrada del pueblo, representa la cocina fusión hecha desde el producto local pero mirando al mundo desde un antiguo garaje reformado. A las afueras, una tercera opción es Ca’n Costa, un antiguo molino de aceite repleto de antigüedades donde probar las recetas más caseras y tradicionales de Mallorca.

Sòller

Una de las estampas más famosas de Sòller es la del tren homónimo ante su Iglesia de San Bartolomé. Sus pequeñas calles, con comercios tradicionales y edificios modernistas, contrastan con un fértil valle donde los naranjos son el cultivo estrella. La finca Ecovinyassa es uno de los lugares más especiales para conocer la historia de este fruto, que protagoniza ferias y eventos y también se cuela en los sabores de los helados de Sa Fàbrica, un local de larga tradición, famoso en toda la isla.

Sòller
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ReOrgànic es un buen punto de partida para saborear Sòller. Este restaurante, con una cocina basada en el consumo de productos orgánicos, locales, de temporada y libres de plásticos, es también un supermercado ecológico, y por las noches se transforma en el Restaurante Étic, capitaneado por el chef Edu Martínez. Una opción saludable, local y respetuosa con el medio ambiente.

Xisco Martorell propone una cocina mallorquina con toques de autor en la antigua casa mallorquina donde se ubica Ca’n Boqueta. Sus menús reflejan la idiosincrasia de Sòller, con su famosa gamba roja o el pa amb oli de cuchara.

La Casona de Sòller
La Casona de Sòller

También en un edificio con historia se encuentra La Casona de Sòller, una cocina mediterránea y de fusión que ofrece no solo platos, sino también una amplia variedad de tapas, además de vermuts y cócteles.

Saltando hacia la zona portuaria se encuentra Es Canyis, donde la familia Perrotte trabaja los pescados, mariscos y arroces como nadie desde hace cuatro generaciones. Unos kilómetros más allá, en Alconàsser, Béns d’Avall, con dos Sol Repsol, sorprende con su terraza abocada al mar en la que la cocina balear moderna conjuga costa e interior con una experiencia de medio siglo que refleja el amor por los productores, la tradición y los sabores.

Béns d'Avall
Béns d'Avall

Inca

En el centro norte de la isla, Inca es una localidad que, a pesar de no estar bañada por el mar, tiene una gran popularidad. Más allá de su histórica industria de la piel y el calzado, es muy famosa por su mercado de los jueves, uno de los más grandes de Mallorca, lleno de tenderetes donde se venden productos locales que van desde las hierbas aromáticas hasta los caracoles, pasando por algunos de los mejores pescados y carnes de la isla.

Joan Marc Restaurant
Joan Marc Restaurant

Uno de los lugares con más popularidad de la localidad es el Forn Sant Francesc, un horno tradicional y familiar especializado en el postre estrella del archipiélago, la ensaimada, de la cual obtuvo el premio a la mejor del mundo en 2017. Pero si hay algo por lo que es popular Inca es por su tradición vitivinícola, que desapareció con la filoxera y dejó un rastro de bodegas – alguna de ellas, como Son Bordils, se está recuperando – que ahora acogen restaurantes de cocina local.

Entre los más famosos están Sa Travessa, del siglo XVI, Ca’n Ripoll o Ca’n Marron, ambos del siglo XVII, y que además de contar la historia del lugar suponen una experiencia gastronómica única. Saliendo del circuito de cellers, el bistró Can Guixe, con cocina de mercado, da vida a un antiguo y famoso horno de la isla como restaurante de la mano de Tomeu Torrens, con menús asequibles, de calidad y de proximidad.

Joan Marc Restaurant
Joan Marc Restaurant

Joan Marc Restaurant es, sin duda, otro de los templos culinarios de Inca, donde el chef que le da nombre sirve tapas y platos tradicionales preparados en una cocina abierta al comensal y muy marcados por la temporada en tres menús diferentes de toques creativos, pero con un especial cariño por las costumbres de los fogones mallorquines.

Alcúdia

La antigua capital de Mallorca, incluida en la lista de los Pueblos Más Bonitos de España, tiene todo el encanto de la costa y el interés cultural de un lugar repleto de historia. El Parque Natural de s’Albufera, las murallas romanas o incluso el mercado dominical son algunos de los mayores atractivos de Alcúdia, sumados a sus playas, su puerto y, cómo no, su deliciosa cocina.

Playa Sant Pere, Alcúdia
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En uno de los mejores arenales de la isla, en la Playa de Sant Pere, se encuentra el chiringuito Sa Platgeta des Malpás, famoso por sus sardinas frescas, sus bocadillos y sus cócteles, que pueden degustarse con los pies hundidos en la arena. Siguiendo hacia el Puerto de Alcúdia se encuentra Maca de Castro, con tres Sol Repsol y dos Estrella Michelin – una de ellas verde – que aboga por una cocina sostenible en un entorno único.

Maca de Castro
Maca de Castro

La despensa mallorquina que les nutre va desde lo pescado por pequeños productores hasta los recogido en su propia huerta de Sa Pobla, garantizando la calidad, la frescura y la proximidad, cuidando el detalle y cambiando su menú degustación mensualmente para ir acorde a la volatilidad de las estaciones y la temporada de los alimentos.

En el mismo recinto, perteneciente también al grupo DCastro, el Jardín Bistró ofrece, en un ambiente más informal, una cocina mediterránea gourmet. Más encarados al tapeo están los restaurantes Merlet y Sa Portassa: berenjenas, pulpo, frito mallorquín, bravas… El mítico Celler Ca’n Costa, uno de los locales más antiguos de la ciudad, es una buena opción para aquellos que busquen una cocina tradicional mallorquina de mesa y mantel.

Ca'n Costa Alcúdia
Ca'n Costa Alcúdia

Pollença

Entre el Convento de Santo Domingo y el puerto se encuentra un mundo de arroyos, estrechas y coquetas calles y la calma de la naturaleza de este punto donde la Sierra de Tramuntana se aboca al mar. Pollença, incluida en la lista de Pueblos Más Bonitos de España, tiene tanto en su centro como en su costa una gran variedad de lugares donde tomar algo o donde sentarse a celebrar un día especial.

Para empezar por un aperitivo en un lugar muy popular donde el ambiente animado es la tónica principal es aconsejable sentarse – o no – en La Birrería Monkey Bar, donde también se organizan eventos asiduamente. Eu Centro, una buena idea para quienes quieren probar platos mallorquines en un ambiente familiar, es, junto a la cocina italiana de R3spira, una apuesta segura dentro del casco histórico.

Pollença
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Q11, ubicado en la Plaza Mayor de Pollença, oferta no solo una cocina de fusión con un mimo especial por el producto, sino también experiencias culinarias y una vinoteca de categoría. Aceite, vino, hortalizas… todo esto y más producen y sirven en el Restaurante 365, en el Hotel Son Brull, que dispone de varios menús degustación, incluyendo uno vegano, y platos a la carta.

Bajando hacia el famoso Puerto de Pollença, el cocinero David Rivas sorprende en su Terrae con platos sencillos, pero de máximo aprovechamiento, basados en pocos ingredientes y texturas y aliños potentes y originales. Stay, que invita a quedarse, como bien adelanta su nombre, es una panorámica culinaria sobre el Mediterráneo, que también entra al plato con clásicos marineros y su pequeño toque internacional.

Restaurante 365
Restaurante 365

Capdepera

En el extremo oriental de la isla se encuentra este pequeño pueblo, conocido por su Mercado Medieval, pero también por su castillo del siglo XIV y su casco histórico lleno de casas señoriales como la de Can Piricus, una de las más antiguas de España, donde se ubica la biblioteca municipal. En el centro de Capdepera se encuentra Café l’Orient, un pequeño bar de pueblo de los de siempre donde saborear desde filete de gallo hasta magret de pato.

A pesar de que Andreu Genestra se ha llevado su doble Estrella Michelin – una de ellas verde – a la capital, Capdepera sigue siendo un foco de buena gastronomía que luce en restaurantes como Voro, también biestrellado y con dos Sol Repsol, ubicado en la carretera que lleva a Canyamel.

Voro Capdepera
Voro

En él, el chef jienense Álvaro Salazar pone el énfasis en el Mediterráneo, en su compromiso con las raíces y en el aprovechamiento máximo del producto. Devorar, del latín voro, es lo que se puede hacer con sus dos menús de lo que él llama “gastronomía sin ataduras”.

También cerca del mar se encuentra Can Simoneta, donde el mexicano David Moreno lleva a los comensales a un viaje por su país pero con un ancla en las Islas Baleares. El recetario de su país se adapta a la despensa local y se marida no solo con vinos, sino con sakes, mezcales y cócteles de gran nivel. Sa Pleta, supervisado por Marc Fosh y liderado por Nacho Martignone, se sitúa a unos minutos a pie. Allí la brasa y la creatividad se suman a la excelente bodega con opción de menú y carta.