La última misión

Sonoma, el vecino más auténtico del valle de Napa

A menos de una hora de San Francisco, el Valle de Sonoma reúne todos los ingredientes para disfrutar del paisaje y la cultura del vino.

Doscientos años después de que misioneros franciscanos plantaran las primeras cepas, el Valle de Sonoma se ha convertido en uno de los destinos enoturísticos más singulares de Estados Unidos gracias a sus excelentes vinos y también a su amplia oferta de actividades para disfrutar de un paisaje y una gastronomía de primer nivel. Y aunque el vecino valle de Napa se haya llevado la fama internacional, Sonoma es considerado el mejor enclave para vivir una cultura del vino más cercana y familiar.

 

1 /9
shutterstock 1939848763. Sonoma

Foto: Shutterstock

1 / 9

La última misión

Llegar hasta Sonoma requiere menos de 1h en coche desde San Francisco siguiendo la autopista que bordea la Bahía y tomando después el desvío que vadea el río Petaluma y se adentra en el valle por una carretera flanqueada de viñas. Esta vía tan rápida no existía hace dos siglos, cuando se fundó la misión que dio origen a la localidad de Sonoma. Por entonces, no había puente alguno que cruzara la bahía y los caminos apenas podían considerarse como tales. La travesía era larga y fatigosa, pero el fraile franciscano José Altimira se empeñó en instalar aquí una misión, que sería la última de las que se fundarían en California y también la situada más al norte.

La ciudad de Sonoma creció alrededor de la iglesia y convento de San Francisco Solano, fundado el 4 de julio de 1823, cuando California formaba parte del México independizado. El sencillo templo es un edificio bajo de gruesos muros encalados, con una galería exterior porticada y la campana colgada entre dos postes frente a la entrada.

Se cuenta que José Altimira no era muy querido en la misión Dolores, en la ciudad de San Francisco, y que Sonoma fue un regalo envenenado. Por otra parte, al gobernador de California le interesaba establecer un destacamento que frenara un posible avance de los rusos instalados en la Bahía Bodega y Fort Ross. Y así, política y religión se volvieron a unir para colonizar y cristianizar un trocito más de California.

 

 

The Girl and the Fig. sonoma

Foto: Sonoma Plaza

2 / 9

De vinos por Sonoma Plaza

La hoy sombreada Sonoma Plaza era la plaza de armas del cuartel que se construyó junto a la misión y que ahora constituye el conjunto de edificios del Parque Histórico de Sonoma, que incluye también una parte del viejo hotel, un granero, las cocinas y el comedor del cuartel.

El centro de la plaza es un jardín de árboles de sombra generosa y parterres de hierba que siempre suelen alojar encuentros o pícnics improvisados. Alrededor de este rectángulo verde se alinean edificios de madera, muchos transformados en hoteles con encanto, restaurantes con una excelente cocina de temporada y vinaterías que ofrecen degustaciones y visitas a bodegas. La actividad social de la ciudad de Sonoma se extiende hacia el Teatro Sebastiani, abierto en 1933 como elegante sala de cine, y las galerías comerciales del Mercato.

Kunde-MountainTopTastingView. xxxxxx

Foto: Sonoma Valley Visitors Bureau

3 / 9

Mosaico vitivinícola

El condado de Sonoma apenas tiene 23 km de largo pero cuenta con una diversidad de vinos difícil de hallar en otro lugar. El secreto es un microclima de noches frescas y días cálidos y, sobre todo, su mosaico de hasta 15 tipos de suelos que producen un increíble abanico de variedades vinícolas, entre las que brillan los chardonnay, cabernet sauvignon, merlot, pinot noir, syrah, sauvignon blanc y zinfandel. Casi 200 años después de que los misioneros franciscanos plantaran las primeras cepas, el Valle de Sonoma cuenta con más de 100 bodegas y 5 áreas AVA (American Viticultural Areas): Sonoma Valley, Los Carneros, Sonoma Mountain, Bennett Valley y Moon Mountain.

 

0036. tipos de suelo

Foto: Sonoma Valley Visitors Bureau

4 / 9

Uva europea, vino americano

Sin quitarle mérito al trabajo de la naturaleza, el valle de Sonoma no sería lo que es sin el esfuerzo de sus habitantes. Las primeras cepas las plantaron los monjes franciscanos que fundaron la misión en 1823 y los nativos que vivían y trabajaban para ella hasta la secularización de las misiones en 1834.

Las variedades de uva europeas llegaron en varias tandas. En la segunda mitad del siglo XIX, el húngaro Agoston Harazthy estableció la primera bodega comercial de California y dos familias alemanas fundaron la Gundlach Bundschu, aún en funcionamiento. A inicios del siglo XX llegaron a la zona inmigrantes italianos como Samuel Sebastiani, fundador de una de las primeras bodegas, y plantaron variedades de su tierra natal.

El gran salto cualitativo de Sonoma como productor y como destino enoturístico llegó durante los años 70 y 80 con una apuesta por los vinos de alta gama. Ya entrados los años 2000, la oferta hotelera y de actividades en torno al mundo del vino atrajo a un público más diverso y acabó de situar Sonoma en el mapa de enclaves más solicitados. 

 

20220903 130011. Ruta en ebike

Foto: Sandra Martín

5 / 9

Viñedos a ritmo de eBike

Sin apenas pendientes, con calles amplias, carriles bici y senderos junto a arroyos por los que solo circulan bicicletas y paseantes, la ciudad de Sonoma y sus alrededores son perfectos para impregnarse de la cultura y el paisaje del vino a un ritmo que se adapta plenamente a la filosofía slow del enoturismo.

James es uno de esos guías que disfrutan con su trabajo. Ciclista desde joven, cuando recorría San Francisco con su bicicleta "no eléctrica", James trabaja ahora para Sonoma Adventures, una de las empresas más veteranas del valle. Mientras guía al grupo a través de senderos sombreados por robles centenarios y junto a pequeños viñedos familiares, James explica cómo ha cambiado este condado en los últimos veinte años, la costumbre de ayudarse entre vecinos durante la vendimia, la historia familiar de las bodegas que se visitan, la evolución de los productores mexicano-americanos o el proceso de recogida manual de la uva entre finales de agosto y a lo largo de septiembre. 

También es posible realizar las rutas por libre, pero contar con un guía permite conocer rincones especiales, curiosidades históricas, pequeños productores, la vegetación y fauna típicas e incluso costumbres locales. Y gracias a las bicicletas eléctricas, los itinerarios abarcan ahora un radio más amplio, salen de la ciudad y alcanzan bodegas más alejadas.

 

shutterstock 274003382

Foto: Shutterstock

6 / 9

Otoño e invierno a todo color

Desde finales de agosto y hasta principios de octubre, los viñedos del Valle de Sonoma bullen de actividad en cuanto el sol se esconde y hasta que amanece. Las horas nocturnas son las mejores para recoger los preciados frutos que, firmes y frescos, caen intactos en los cestos. Esos meses el paisaje está tapizado del verde brillante de las hojas de las vides, con las manchas oscuras de los racimos ocultos entre ellas.

Al finalizar la vendimia, entrado ya el mes de noviembre, los ocres y amarillos cubren campos y colinas. En este rincón de California el invierno aporta color a un panorama de cepas desnudas que emergen entre las flores amarillas de la mostaza de campo, una planta que alcanza hasta un metro de altura y aporta minerales al suelo.

 

cottage1. El refugio de Jack London

Foto: Jack London State Historic Park

7 / 9

Jack London y el Valle de la Luna

Los miwok, el pueblo que habitaba esta zona antes de la llegada de los españoles, lo llamaban el Valle de la Luna, pues cada día la veían salir tras las montañas Mayacamas, que marcan el límite con el vecino Napa. Jack London popularizó esa poética denominación al titular con ella una de sus novelas en 1913, después de lanzarse a su última “aventura”: poseer su propia hacienda agrícola en Glen Ellen, en el norte de Sonoma.

Entre 1905 y hasta así su muerte en 1916, el autor de Colmillo blanco o de La llamada del bosque –entre otras novelas– fue adquiriendo las fincas que hoy forman parte del London State Historic Park. El recinto incluye el cottage en que vivió, el lugar en que se esparcieron sus cenizas, un museo sobre su vida y obra, la finca Beaty Ranch y un lago que construyó para proveer de agua a sus campos y también para nadar y pescar. 

The Lodge at Sonoma #18

Foto: The Lodge at Sonoma

8 / 9

The Lodge, relajarse entre viñas

La entrada principal de The Lodge, con su fuente ornamental, la pérgola y el jardín alrededor, es un aperitivo de la calma que regala este hotel Autograph Collection del grupo Marriott International. Por eso es habitual encontrar entre sus clientes a familias que se reúnen aquí cada año, parejas que celebran aniversarios o grupos de amigos que vienen a disfrutar de la cultura del vino en Sonoma. 

El recinto está diseñado como una antigua misión, con las habitaciones repartidas entre el edificio principal en el que se halla la recepción y el restaurante Benicia's Kitchen, y dos series de chalets individuales con chimenea exterior cada uno y conectados por caminitos ajardinados. Al cruzar el amplio vestíbulo se sale al patio central, ocupado por una piscina y una terraza con mesas y butacas en torno a un par de fogatas que animan las charlas después de cenar.

Tras una mañana recorriendo las bodegas de la zona, relajarse en los jacuzzis exteriores del Raindance Spa es un placer que redondea la jornada y prepara para una buena cena en el Benicia's Kitchen o en el famoso Wir & Wisdom, situado a la entrada del hotel. 

La estancia en The Lodge no puede acabar sin antes escribir un deseo en el Dream Wall o Muro de los Sueños que se levanta junto a un roble de 400 años. 

 

 

 

rNu6Vc-c.jpeg-patio. Restaurantes

The Wit and Wisdom Sonoma

9 / 9

Sabores con estrella

La cocina de temporada, los productos de proximidad y la creatividad se dan la mano en las cartas de los restaurantes de Sonoma que, por supuesto, también ofrecen una sugerente y larga lista de vinos elaborados en las bodegas del condado. 

En en una esquina de la Plaza, el encantador y familiar The Girl & The Fig alegra las mesas con su colorida carta mediterránea-californiana. Tomates, hortalizas, setas, embutidos, quesos y carnes visten platos que nos recuerdan nuestras propias mesas: gazpacho, tortillas o ensaladas.

De entre la excelente oferta gastronómica destaca Wit & Wisdom, del célebre chef Michael Mina, propietario y alma mater de 15 restaurantes, dos de ellos en San Francisco, uno de los cuales llegó a tener dos estrellas Michelin. El Wit &Wisdom se localiza casi adosado al hotel The Lodge, junto a la carretera principal que lleva a la localidad de Sonoma.

Tanto el comedor interior –con la cocina a la vista– como la terraza exterior –donde se puede disfrutar de la carta de cóctels–  invitan a compartir platos elaborados con delicadeza e imaginación en compañía de amigos o en pareja. La carta sorprende por su variedad y a la vez por la simplicidad de los productos, siempre de temporada y de proximidad.