Hace prácticamente 200 años Alexander Reid se decidió a fundar en Escocia, en una finca de 196 hectáreas sobre el río Spey, una de las primeras destilerías del país con licencia legal. Él, profesor de escuela y agricultor, utilizaba -como otros muchos- los excedentes de cebada para elaborar whisky en su granja durante los meses invernales.