CUESTIONARIO EN MODO AVIÓN

Álex González: "Cuando viajo, se me da muy mal planear y muy bien improvisar"

El actor viaja desde Brasil a Galicia con el estreno de la miniserie 'Operación Marea Negra' en Prime Video, inspirada en un suceso real acontecido en 2019.

En buena parte de su ficción y también en su vida viajera, la aventura es una constante en la vida de Álex González (Madrid, 1980). En su último trabajo, el actor aborda un personaje épico, en las carnes de un narcopiloto que atraviesa el Océano Altántico en un semisumergible artesanal para trasladar un cargamento de tres toneladas de cocaína desde el Brasil amazónico hasta la costa gallega. Un milagro de la navegación. Y también una trama que nace de un suceso real –el primer narcosubmarino interceptado en Europa en 2019–, en el que se han inspirado los creadores de Operación Marea Negra, miniserie de cuatro capítulos que se estrenó el 25 de febrero en Prime Video. Cuando de viajar se trata, las andanzas de Álex González por el mundo no son menos emocionantes.

El actor se movió en kayak por las islas del norte de Madagascar, entre aguas repletas de tiburones. Recorrió Croacia en coche durante 11 días y se hizo San Francisco–Los Ángeles–Las Vegas en tres semanas. Pero el actor también sabe llegar y quedarse en el paraíso que son las Maldivas o, mucho más cerca, las Baleares. Especial cariño tiene a Galicia, por los diferentes proyectos que se la han descubierto, y a Suances, el pueblo cántabro que le une a su abuelo. También a El Palmar, en Cádiz, al que se escapó a hacer surf en pleno invierno, después de un rodaje nocturno. Tiene una norma: nunca se compromete con un viaje con demasiada antelación por cosas de su profesión. Aunque, con los años, ha aprendido a poner trabajo y vida en una balanza, y los viajes por placer van ganado terreno. Esos que siempre hace con la improvisación como brújula.

ÁLEX GONZÁLEZ BN

Foto: Valero Rioja

La de Nando, tu personaje en Operación Marea Negra, más que un viaje o una travesía, es una hazaña. De Brasil a Galicia en un semisumergible de construcción artesanal hasta los topes de cocaína. ¿Cuál es el viaje más arriesgado o aventurero que has hecho tú en la vida?

Uno a Madagascar. Fui hasta la capital y desde allí me trasladé en coche hasta el norte, donde hay diferentes islas que no están habitadas. Estuvimos en cinco diferentes a las que nos íbamos transportando con un kayak. Es el Mar Índico, donde hay muchos tiburones… Eso es lo más arriesgado que he hecho, aunque lo hice con gente que sabía lo que hacía. En realidad, me dijeron que eso era lo más arriesgado, pero para mí lo fue más dormir en las islas con tiendas de campaña. No estaban habitadas por personas, pero sí por animales e insectos, y las noches para mí eran terroríficas.

Boxeador amateur y marinero. Un currante sin recursos económicos que encontrará otras maneras de traer prosperidad a su vida. ¿Cómo es ese otro “viaje” que Nando hace por dentro?

Nando tiene dos motores. Uno, que está clarísimo, es el económico. Pero luego tiene otro que no está tan claro y del que se va dando cuenta, poco a poco: el reconocimiento. Busca ese reconocimiento/ cariño/ ser querido a través del boxeo. Se le cierran las puertas y se le abren las de seguir con su profesión de marinero. Es muy bueno con las lanchas y ahí, aparte del dinero “fácil”, ve que tiene otro tipo de reconocimiento, que se le valora su talento. Luego da un salto más y ve que aplauden su valía y que confían en él para un cargamento mucho más peligroso, para traerlo desde Brasil a través del Atlántico. Sin embargo, en esa hazaña, descubre que él tenía una fuerza de la que no era consciente y que anteriormente ha buscado a través del boxeo y de las embarcaciones. Lo encuentra donde y cuando menos se lo esperaba, en mitad del Atlántico, en un semisumergible, siendo buscado por la DEA, por la Guardia Civil… Para mí Nando es un hombre extraordinario que consigue una hazaña extraordinaria a la altura de Magallanes o Cristóbal Colón: traer esa embarcación en unas condiciones muy precarias y rodeado de riesgo por todas partes.

Mallorca e Ibiza son dos destinos a los que Álex González se escapa siempre que puede entre rodaje y rodaje.

Foto: iStock

Hace un par de años te sacaste el título PER (Patrón de Embarcaciones de Recreo), lo que te permitió conducir las embarcaciones en el rodaje. ¿Has tenido la ocasión de estrenarte como capitán de barco?

¡Todavía no! Este verano, en Ibiza, sí que estuve llevando un poco el barco y las pocas veces que he navegado siempre lo he hecho. Realmente, la práctica la hice con esta serie, donde tuve ocasión de estar horas y horas con la lancha. ¡Y eso sí que fue una hazaña [risas]! No solo para mí sino para el resto del equipo, sobre todo, para Nuno Lopes, el actor portugués que estaba conmigo y que confiaba mucho en mí.

Si hablamos de tierra firme, gran parte de la serie transcurre en Vigo, Galicia. Un destino que conoces bien, incluso antes de grabar allí la serie. ¿Qué te une a ella?

Para mí Galicia era la gran desconocida. Fui a rodar Vivir sin permiso. Hice dos temporadas y estuve casi dos años ininterrumpidamente allí. Estuvimos rodando cada una como nueve meses y yo me quedé el resto. Por alguna razón, me sentía muy cómodo y unido a “la terriña”, como dicen. Luego, por otro proyecto, 3 Caminos, volví. También fui después de vacaciones. Y ahora, en esta serie, hago además de gallego, ¡es mi adopción gallega [risas]! La verdad es que tengo muchos recuerdos personales, profesionales y de todo tipo ligados a Galicia.

COORDENADAS VIAJERAS

Álex González

  1. Tocan nuestros cuatro puntos cardinales. Con Madrid como centro, ¿a dónde nos llevas si vamos al norte?

    Si ves que digo mucho “eh…” es que estoy abriendo Google Maps [risas]. Lo primero que me ha venido a la cabeza en Suances, en Cantabria. Mi abuelo antes veraneaba allí, hasta que se fue a vivir hace 20 años. Aparte de que Cantabria me gusta, todo el norte, en general, Suances lo tengo más relacionado con memorias emocionales con la familia, momentos especiales... Iba mucho de adolescente.

  2. ¿Qué destino eliges mirando al sur?

    El Palmar, en Cádiz. Es un sitio que descubrí con un amigo hace muchos años. Nos fuimos después de un rodaje de noche. Eran las 7 de la mañana y me dijo “¿y si nos vamos a hacer surf?”. Y así fue como lo conocí. En el mes de diciembre y haciendo surf. Me parece un oasis que, aunque cada vez está más masificado, sigue conservando su espíritu y energía. En términos más pragmáticos, además, hay un microclima, siempre son cinco grados más. Suele hacer mejor tiempo allí.

  3. ¿Y si vamos al este?

    Me quedo con Croacia. Cuando viajo, se me da muy mal planear y muy bien improvisar, así que casi todos los viajes que hago nunca los planeo más de dos días. Tengo la suerte de que me salgan bien. En Croacia improvisé un viaje de la noche a la mañana que fue irme hasta Venecia, en la frontera con Istria, donde alquilé un coche y estuve conduciendo 11 días hasta Dubrovnik. Allí, metí el coche en un ferry para ir hasta Italia y subir otra vez hasta Venecia. Fueron unos días espectaculares.

  4. Toca el oeste…

    California. La he vivido de diferentes formas. Mi primer viaje fue desde San Francisco hasta Los Ángeles y desde allí a Las Vegas. Sin olvidar las visitas a Monument Valley, el Gran Cañón… Fueron como tres semanas en coche y es un viaje precioso que recomiendo a todo el mundo, porque, si tienes el tiempo, son muchos viajes en uno. El Gran Cañón es un parque natural en el que puedes acampar, montar a caballo, bajar hasta el río, que es una excursión de un día y medio… Las Vegas es un cambio de escenario. San Francisco es una ciudad que, aunque está en California, es muy europea. Los Ángeles es otro viaje, allí he vivido dos años y medio y lo conozco más. Y dentro tienes muchas ciudades: Venice, los Hills, el Down Town, quizás más agresivo… Geográficamente, estás cerca de excursiones de una hora muy divertidas.

Además de los viajes a los que obliga el trabajo, que son muchos, ¿cuánto viajas por placer?

Ahora mucho más que antes, que estaba demasiado centrado en el trabajo. Empiezo a entender que hay que encontrar un balance y, en los últimos años, estoy viajando bastante más por placer.

¿Qué tipo de destinos y experiencias buscas?

Escapadas a lugares que no estén masificados, donde pueda estar en contacto con la naturaleza. La última que hice fue a Maldivas, una experiencia maravillosa. Es que dices Maldivas y ya… [risas]. Me enamoró el color del agua, el clima, la vida marítima… Me gusta bucear y lo que hay ahí abajo es como otro planeta completamente diferente que ocupa más espacio que la tierra y que tenemos como el gran desconocido.

¿Hay algún sitio al que siempre desees volver?

Me gustan mucho las Baleares. Mallorca e Ibiza son dos destinos a los que siempre que puedo me escapo, da igual la fecha que sea, en invierno también. Tienen algo que me encanta, una energía especial.

¿Qué no puede faltar en tu equipaje?

Son dos objetos. El menos romántico: tapones para los oídos, porque soy muy maniático con el tema del ruido. Nunca sabes dónde vas a dormir o incluso para el avión. Y luego, me gusta siempre llevar un diario, escribir, no todos los días, pero sí algunas experiencias que haya tenido o cómo me he sentido o algo que haya vivido. Aunque sean pocas líneas.

Álex González tiene muchos recuerdos personales, profesionales y de todo tipo ligados a Galicia.

Foto: iStock

¿Gastas alguna manía viajera?

Me da cierta claustrofobia planear un viaje con mucha antelación. A lo mejor es por mi profesión, que nunca sabes exactamente cuando empiezas o terminas algo. A veces, la pandilla de amigos dice “nos vamos de viaje en tal fecha a tal sitio”, con tres meses de antelación, pero a mí ya me conocen: “a ti ni te preguntamos”. Me ha pasado de todo… Por ejemplo, el año pasado, tenía previsto otro viaje a Maldivas con amigos para bucear y, cuando ya teníamos todo (vuelo, barco…), lo tuve que cancelar porque empezaba una serie (Toy Boy en Netflix). Me cuesta organizarme con tanto tiempo.

Creo que, cuando vuelves de un viaje, no eres nunca la misma persona y siempre es para mejor

Comer y viajar es todo uno. ¿Algún plato que tengas grabado a fuego?

En Formentera, el arroz espectacular de un restaurante que se llama Can Carlitos. El otro es una pizza de setas y huevo, impresionante, en un sitio que hay en Los Ángeles, en Venice, en una calle muy mítica que se llama Abbot Kinney Boulevard. De hecho, cuando alguien venía a verme, siempre lo llevaba ahí.

Hablemos de souvenirs. ¿El más especial y también el más hortera que conservas?

Con esto del Feng Shui, no conservo casi nada, pero algo tengo… Por ejemplo, la típica caja con piedras de colores turquesas, naranjas, muy bonita, que compré en Túnez. No sé a qué categoría pertenece de las dos [risas].

Va la última pregunta, y no menos importante: ¿tú… por qué viajas?

Yo viajo para divertirme, pero, a un nivel más profundo, viajo porque cuando lo hago me conozco mejor. Así como no te comportas igual con todos tus amigos o amigas o con todos los miembros de tu familia, porque siempre nos modificamos un poco dependiendo de con quién estamos, está probado científicamente que tenemos una neurona que se llama la neurona espejo que hace que, por pura supervivencia, copiemos el entorno. Por eso, si estás con alguien que dice palabrotas, terminas diciéndolas, o, si alguien tiene buenos hábitos, terminas comiendo mejor. Creo que viajar te da una expansión de ti mismo que ni tú mismo conocías antes de hacerlo. Creo que, cuando vuelves de un viaje, no eres nunca la misma persona y siempre es para mejor, porque sales de tu zona de confort, conoces otros idiomas, formas de pensar y culturas. Para disfrutar y para conocerme mejor. Para crecer. Por eso viajo.