La pregunta es fácil: qué le viene a alguien a la mente cuando le preguntan por Ámsterdam. La respuesta suele incluir: museos -el Rijksmuseum o el Van Gogh, por ejemplo-, las bicicletas -de paseo, con su cesta, o urbanas sin frenos-, los tulipanes -de cuántos colores hay-, los canales -por supuesto-, los gofres -con o sin chocolate- y, claro, luego también están los coffee shops y el famoso Barrio Rojo, aquello que forma parte de la tradición holandesa más tolerante… Pues bien, algunas cosas están a punto de cambiar.