La Rías son lo que se entiende, geológicamente hablando, como cuando el mar penetra en la tierra y se junta con corrientes de agua dulce; o como lo que algunos describen como el resultado de cuando Dios acabó de formar el mundo y que, al disponerse a descansar, decidió apoyar su mano en Galicia, dejando la marca de sus dedos dónde ahora se encuentran estas rías.
Es el caso de la Ría de Muros-Noia, la ría más alta de las Rías Baixas. Con el pequeño pueblo de Muros al norte, presidido por el Monte Louro, y Porto do Son al sur, esconde en sus bosques uno de los tesoros de la región que no se conoce tanto. A parte de lo marítimo que aporta su localización, anclada al Atlántico, al adentrarse en su zona más rural, se descubre otra parte de la historia, que deja de lado su esencia más marinera para centrarse en la otra cara de la moneda.
En el concello de Lousame, la ruta de las papeleras permite hacer un recorrido por la historia de ese gremio envuelto de naturaleza y misterio. Abandonadas en medio de los bosques, parece que salgan de entre el musgo las edificaciones de lo que antaño fueron las fábricas de papel. La calidad del agua era un factor imprescindible para esta industria. Es por eso que, bordeando los ríos San Xusto y Vilacoba se van encontrando las ruinas de las papeleras que, con el tiempo, han acabado recubiertas de musgo y hiedra, convirtiéndose en una parte más del paisaje, que explica un pedazo de su historia. Desde el siglo XIX los trabajadores llegaban a pie hasta las papeleras por los caminos frondosos que hoy se recorren para la ruta, que se caracteriza por cinco fábricas repartidas a lo largo de un camino circular de 21 kilómetros.
FABRICA DE BRANDIA
La primera parada es una de las más importantes ya que es la única que sigue en funcionamiento a día de hoy, aunque no en la misma localización. Desde los años 60 se empezó a trasladar y ahora se encuentra en Vidán (Santiago de Compostela), pero sus paredes originales aún aguantan, aunque en ruinas, a orillas del río Vilacoba. Fundada a principios del siglo XIX, recibe su nombre del pueblo lousamiano homónimo, y mantiene la operación artesanal por casi más de un siglo, hasta que la innovación tecnológica toma las riendas y la nueva maquinaria cambia la dinámica de la fábrica, que con la introducción de la electricidad, se pasa de la ruda vertical a la turbina, que se utilizaba por la noche para proporcionar electricidad a los pueblos cercanos.
FÁBRICA FONTÁN - O CASTRO
Esta fábrica está vinculada a la familia del ilustre geógrafo y matemático gallego Domingo Fontán, quién hizo el primer mapa geográfico de Galicia en el siglo XIX, y de ahí recibe uno de sus nombres. El otro, O Castro, viene de su aldea más cercana. Se considera la más importante de la ruta, tanto por su nivel arquitectónico como por el nivel de producción que tuvo en su época, que llegó a muchos de los pueblos de los alrededores. Debido a la vinculación con la familia gallega, es la fábrica que cuenta con más documentación sobre su historia: desde actas de creación, trabajadores, funcionamientos y hasta diarios meteorológicos. Una documentación que a día de hoy se encuentra en Madrid, en la Fundación Domingo Fontán.

GALIÑEIRA
También a orillas del río Vilacoba y cerca del pueblo de Cerquides, se levanta la siguiente parada de la ruta, una fábrica que, a diferencia de las otras, es de dimensiones más pequeñas, aunque sigue contando con dos plantas. Mantiene su arquitectura original ya que el edificio nunca ha sido reutilizado después de que dejase de funcionar, seguramente por su difícil acceso.
SOUTORREDONDO
Cerca del pueblo con su mismo nombre y a orillas del mismo río que las tres anteriores, se encuentra la fábrica de Soutorredondo, una de las mejor conservadas, debido a que, después que dejase de funcionar como fábrica de papel, fue reutilizada como oficinas de la piscifactoría de truchas que se construyó a su lado, que ahora ya está también abandonada. Esta fábrica estaba especializada en la fabricación de papel barba, aunque también fabricó papel kraft gris y blanco.

SAN XUSTO
Debido a la alta humedad de la zona y a su difícil acceso, es la fábrica en peor estado de conservación. Se trata de una pequeña edificación pegada al puente de Fraga, que sobrepasa, a diferencia de la ubicación de las otras, el río San Xusto. Su entorno se ha convertido en un punto de gran interés ecológico para la Xunta ya que allí se encuentra un tipo poco conocido de helecho, Woodvardia radicans, que se ha llegado a considerar en peligro de extinción.