Los bazares son uno de los símbolos de Oriente. Sus intrincadas calles llenas de colores invitan a perderse en ellos durante horas, pero más allá de lo que ve el cliente hay un complejo tejido social. Cada bazar es un pequeño mundo en el que los comerciantes se hacen lugar poco a poco y día tras día, mientras se debaten entre la tradición y el turismo y dan continuidad a un modelo de mercado con milenios de antigüedad.