
Tu vida ha sido un viaje en sí misma. ¿Cómo lo definirías?
Soy lo que soy gracias a los viajes. Descubrir países, culturas y personas con pensamientos, creencias y fes diferentes fue el aprendizaje más grande de mi vida.
Nata Moreno, tu pareja, ha recogido parte de esas vivencias en el documental Ara Malikian: una vida entre las cuerdas, que ella misma dirige y que repasa tu trayectoria profesional y tu aventura vital. ¿Cómo ha sido el viaje interior?
Ha sido muy emocionante para los dos, aunque por razones diferentes. En cuanto a mí, gracias a Nata y el documental, he vuelto a mi niñez, que tenía olvidada y escondida voluntariamente. Y he podido curar heridas y superar situaciones que aún no había asimilado.
El genocidio del pueblo armenio y la guerra del Líbano se transforman, en este trabajo, en dolorosos recuerdos. ¿El premio que obtuvo la cinta en la reciente edición de los Goya es el mejor homenaje posible a tu familia y a ti mismo?
Así es, el documental en sí es un homenaje al sacrificio de mis padres.
Ara Malikian: una vida entre las cuerdas te ha devuelto a tu Beirut natal, la ciudad de la que huiste con 14 años. En esta nueva oportunidad, ¿qué sensaciones te dejó la visita al Líbano?
No reconocí mi Líbano… El de los años 70 y 80 era un país en ruinas y ahora es un Líbano reconstruido, moderno y, naturalmente, con mucho encanto. Volver allí ha sido muy emocionante.

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Has roto las fronteras de la música para llevarla a otro estadio, manejando todos los géneros sin prejuicios, desde Bach a Led Zeppelin, siempre desde la multiculturalidad. ¿Ese ‘sin límites’ te lo ha dado tu propia vida de nómada por el mundo?
¡Absolutamente! Lo que siento en mi música es lo que siento en mi vida: sin prejuicios, sin fanatismo, sin radicalismo, abierto a experimentar nuevas ideas y estilos, y siempre con respeto.
¿A qué destino guardas más cariño de ese peregrinar que, tras abandonar el Líbano, iniciaste en Alemania –país que te acogió– y continuó por otros países europeos?
Lo bonito y enriquecedor de los diferentes países es que cada uno me ha aportado algo único y singular. No podría elegir.
Llevas 20 años instalado en España y ya eres ciudadano de pleno derecho. ¿Recuerdas la sensación que te dejó el primer encuentro con nuestro país?
Mi primer encuentro con España fue amor a primera vista. Me imagino que, después de haber vivido 15 años en el norte de Europa, echaba de menos la vida mediterránea. Aquí descubrí un cóctel de culturas que me fascinó… Encontré las culturas occidentales, pero también lo árabe, lo judío, lo flamenco y lo mediterráneo y, por su puesto, el lazo tan grande que tiene España con Latinoamérica.
¡Viajemos al norte! ¿A dónde?
Pues a lugares, en todos los casos, que aún me quedan por descubrir. En este caso, Islandia.

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¿Qué destino eliges al sur?
Me quedo con Perito Moreno, en la Patagonia, Argentina.
Si piensas en el este, ¿hacia donde apunta tu GPS?
A Nueva Zelanda.
¿Y al oeste? ¿Dónde nos llevarías?
Sin duda, al Machu Picchu, Perú.
Con tus giras has recorrido, casi, el mundo entero. ¿Existe algún escenario en el que te gustaría tocar?
Cuando estoy sobre el escenario me olvido del lugar, el país o la hora. En ese espacio solo existe la música y la energía del público que me alimenta. Nada más.
Hablemos de manías viajeras: ¿llevas siempre contigo un violín?
En los últimos 20 años, pocas veces he viajado solo por placer. Siempre he combinado el placer con la música. Obviamente, cuando viajo, por el motivo que sea, el violín siempre me acompaña. No pasa ni un día de mi vida sin tocar el violín.
Pongámonos a soñar. ¿Tu próximo viaje será a…?
Por la situación que estamos viviendo se me han cancelado todos los viajes y giras. Prácticamente, todo se ha pospuesto a 2021, menos una gira en China en octubre, bien surrealista dadas las circunstancias. ¡Hasta tocaremos en Wuhan!