Del pasado al presente

Así es Flugt, el museo de Dinamarca donde sentirse un refugiado

Construido en el emplazamiento del campo de Oksboel, cuenta el pasado y el presente de los refugiados de diferentes lugares del mundo.

Los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial obligaron a millones de alemanes a huir de sus hogares porque en las guerras son los civiles los que acaban sufriendo las consecuencias. Se calcula que 250.000 de estos alemanes llegaron a la Dinamarca ocupada, donde fueron acogidos en campos de refugiados como el que se construyó en las afueras de Oksbøl. Con 35.000 refugiados en algunos momentos, el campamento se convirtió en la quinta ciudad más grande del país. Hoy queda poco de todos aquellos barracones, de las instalaciones, de las vallas rematadas con púas por las que miraban quienes lo habían dejado todo para tratar de conservar como mínimo la vida. Sin embargo, con la recién apertura del FLUGT (significa huida en danés) la historia sigue viva. 

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Foto: FLUGT

FLUGT convierte las estadísticas en personas y transmite los problemas universales, las emociones y todos los detalles complejos asociados con la difícil situación de ser un ser humano en fuga. Tanto en el pasado como en el presente. (Claus Kjeld Jensen, director del museo)

En la primera sala del FLUGT-Museo de los Refugiados de Dinamarca se puede leer la definición en 18 idiomas distintos de “refugiado” según la Convención de Ginebra de 1951: aquella persona “que, como resultado de acontecimientos ocurridos antes del 1 de enero de 1951 y debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad”.

 

Los acontecimientos a los que se refiere la definición es la Segunda Guerra Mundial. Por lo que, tal como recuerda Agus Morales en No somos refugiados (Ed. Círculo de Tiza), los artículos de la Convención se hicieron en principio para los propios europeos. Los había ilustres, científicos, políticos, escritores, gente que desprendía incluso un aura de dignidad. “Hoy -explica el periodista en el prólogo de su libro- el refugiado es una persona no europea: indigna, perseguida, que ha huido de la barbarie”.

 

Son según cifras oficiales cerca del 1 % de la población mundial, sin contar con los miles y miles de desplazados centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos, son refugiados. “Una tragedia épica”, como definió Sami Naïr en su ensayo de 2016, Refugiados. Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real (Ed.Crítica). Una tragedia visible pero también invisible, por eso es tan necesario este museo, porque nunca ha habido tantos refugiados, porque hoy nadie tiene la certeza de que nunca será uno más.

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Foto: BIG

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un entorno arquitectónico de conexión

FLUGT es el segundo museo que BIG (Bjarke Ingels Group) diseña para Vardemuseerne. Y en esta nueva ocasión, la estructura arquitectónica escogida trasciende para convertirse en mensaje. A partir de las dos naves del hospital del antiguo campo de refugiados, los arquitectos han creado un espacio narrativo que se articula en diversos espacios de exhibición, un cine, cafetería, instalaciones para enseñanza y conferencias y un restaurante. Su actuación se ha centrado en levantar un volumen nuevo a modo de nexo para las dos alas que se han recuperado, conservando sus ladrillos rojos, las pequeñas ventanas con parteluz y los techos de tejas rojas.

 
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Foto: BIG

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La curva como símbolo de unión

El nuevo volumen levantado constituye un bello edificio curvo de 500 m2 de acero corten que da la bienvenida. La curva es el símbolo y es el mensaje: se vuelca hacia la calle para acoger al visitante. El interior es un vestíbulo luminoso y cálido en el que domina la madera y el vidrio y que se proyecta hacia el verdor del patio central. Aquí es donde se encuentran las instalaciones de guardarropa, taquilla y tienda del museo. Y es el punto de inicio del recorrido hacia las dos alas del museo.

 
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Foto: FLUGT

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Del pasado al presente

El FLUGT recupera la historia de aquellos alemanes que llegaron a Dinamarca buscando refugio tras la II Guerra Mundial. Pero el planteamiento expositivo no puede renunciar a traer al presente el fenómenos de los flujos de refugiados actual. Guerras y persecuciones están forzando a millones de personas a abandonar sus hogares y el debate social se ha amplificado recientemente con la guerra de Ucrania, pero son Siria, Afganistán y Somalia los tres principales países de origen de la mayoría de los desplazados. Sin embargo, Europa ha sustituido los campos de acogida por museos y el Convenio de Schengen.

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Foto: BIG

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No son estadísticas, son personas

Tinker Imagineers se ha encargado de diseñar la experiencia museística del FLUGT. Sonidos, imágenes y diferentes elementos interactivos hacen avanzar a los visitantes a lo largo de un recorrido que mimetiza el flujo original del hospital y que alberga conceptos como la guerra y la huida, la seguridad y la vida cotidiana de los refugiados y su posible logro (o no) en alcanzar un nuevo hogar. Las exposiciones también ponen su foco en las actitudes de un país de acogida a la hora de recibir grandes flujos de refugiados. Todo ello se hace a través de historias individuales un poco al modo que se hace en el Museo de la Paz de Hiroshima.

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Foto: BIG

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Memoria y conservación

Hay que prestar especial atención en el material utilizado, en la madera y en los ladrillos que se usan de pavimento, en la fina línea del techo que une los diferentes espacios, porque así es como se conecta pasado y presente de forma material. La idea de preservar y reutilizar los edificios del hospital no es solo como valor histórico del proyecto, sino que ha permitido a BIG proponer un diseño que ha reducido a la mínima expresión los desechos de la construcción, reduciendo la huella de carbono de forma considerable.

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Foto: FLUGT

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Un cementerio como final de recorrido

No es la típica metáfora socorrida. Es literal. Después de recorrer los espacios expositivos, al visitante le aguarda el cementerio de refugiados de Oksbøl. Antes de la construcción del museo, este cementerio era visitado anualmente por cerca de 20.000 descendientes de alemanes cuyas biografías estaban emparentadas con el campo de refugiados, de ahí que Alemania haya colaborado con una donación en la creación del FLUGT. En definitiva, se trata de eso, de recordar que nunca se sabe cuándo se va a necesitar la ayuda del vecino.