El libro La isla de la calma (1922) de Santiago Rusiñol, con los años, acabaría creando el mito de la Mallorca tranquila. Una isla de la calma que también inspiró a otros artistas como Rubén Darío o Miguel de Unamuno a inicios del siglo pasado. Era lo antagónico a la sociedad industrial y materialista que Rusiñol tanto rechazaba. Tiempo después y en una constante oleada de boom turístico, quedan rincones en Mallorca donde se sigue conservando esa calma y otros que, a pesar de encontrarse en grandes ciudades, mantienen vivas las tradiciones. De esto se encargan negocios familiares que, generación tras generación, se han adaptado al siglo XXI sin perder sus raíces.