Antes de zarpar a bordo del Riverside Mozart se puede aprovechar para disfrutar de unas horas en Viena, haciéndose la promesa de regresar en un futuro próximo para dedicarle el tiempo necesario. Para una primera vez lo mejor será dirigirse al centro histórico donde admirar monumentos tan emblemáticos como la catedral gótica de San Esteban (Stephansdom), con su afilada torre gótica de 137m o la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper), una de las más famosas del mundo. Entre ambas la visita imprescindible en el Palacio Hofburg, el magnífico palacio imperial vienés cuyo recinto incluye dependencias privadas de los emperadores, varios museos como el Museo Sissi o la Escuela Española de Equitación.

iStock
Para completar la jornada vienesa antes de embarcar podemos dirigirnos, a pie o en los cómodos tranvías, hacia la Ringstrasse, la famosa y fotogénica avenida circular que antes ocupaban las murallas medievales. En apenas dos kilómetros acoge lugares tan representativos de la ciudad como la Universidad de Viena o el Parlamento austríaco. Pero sobre todo valdrá la pena descubrir los museos que allí se emplazan, desde el imprescindible Museo de Historia del Arte en la Marie-Theresien Platz, a los tres que incluye en el Museum Quartier: Mumok, Leopold Museum y Kunsthalle Wien.

Foto: Cuco Cuervo
¡TODOS A BORDO!
La experiencia Riverside comienza tras el check in, cuando un mayordomo personal acompaña al pasajero a su suite poniéndose a su disposición para satisfacer cualquier necesidad que surja durante el viaje. El barco cuenta con 83 habitaciones de diferentes categorías, pero todas con el Danubio a la vista. Repartidas en dos plantas, las suites del piso superior disponen de un balcón francés que queda casi al nivel del agua. Mucho más amplias de lo que cabría esperar en un crucero fluvial, las estancias tienen todo lujo de detalles: cama king size, sábanas de algodón egipcio, ducha efecto lluvia, inodoro al estilo japonés, albornoces de la marca ETRO y productos de baño de la prestigiosa marca española Natura Bissé.

Shutterstock
primera PARADA: GREIN
Antes de desembarcar en Grein, la primera escala de este viaje por el Danubio, hay que coger fuerzas con el delicioso desayuno del Riverside Mozart. En el restaurante Waterside espera un bufet en el que no se echa nada de menos y que se completa con una carta de platos calientes hechos en el momento, en la que los huevos Benedict merecen un aplauso.
Grein es un pequeño y pintoresco pueblo a la ribera del Danubio con un encantador casco antiguo, donde se encuentra el antiguo ayuntamiento y el Stadttheater Grein, el histórico y rococó Teatro Municipal de Grein, fundado en 1793 y que continúa en funcionamiento hoy día. El recorrido por esta localidad culmina con la visita al Castillo de Greinburg, propiedad de la familia ducal de Sajonia-Coburgo y Gotha y abierto al público entre mayo y octubre.

Foto: Cuco Cuervo
¿UNA BARBACOA EN CUBIERTA o una cena de gala?
El aspecto gastronómico es otro de los puntales del crucero fluvial Riverside Mozart, orquestado por el chef Johaness Bar. Productos frescos, que compran en los mercados locales en cada escala del viaje, nutren la cocina del barco y en la cubierta disponen de un pequeño huerto de hierbas aromáticas. En la azotea, a mediodía, apetece una barbacoa mientras, mecidos por las tranquilas aguas del río, se disfrutan de las vistas de los pueblos a orillas del Danubio, rodeados del exuberante paisaje de Austria. La oferta de la restauración en el Riverside se completa con una cena privada en el Vintage Room, con un menú exclusivo de cinco platos y dos postres ideado por el chef. Sirva como ejemplo un delicioso pato con foie gras, limoncello y almendra, o un espectacular risotto con colmenillas y queso de cabra. Por supuesto, todos ellos (postres incluidos) maridados con los excelentes vinos de la bodega del chef.

iStock
ESCALA EN LINZ, HISTORIA Y VANGUARDIA
El Riverside Mozart atraca en el puerto de Linz, en el noroeste de Austria, que recibe al viajero con una sorprendente combinación de arquitectura del renacimiento y fascinantes edificios futuristas. En Mariendom, considerada la iglesia más antigua del país, merece la pena el esfuerzo de subir 633 escalones muy empinados que dan acceso a un balcón de piedra elevado a 112 metros de altura que proporciona una fabulosa panorámica de la ciudad. Por otra parte, las vanguardistas fachadas del Lentos Kuntsmuseum Linz, el Museo de Arte Moderno, o el Ars Electronic Center, el Museo del Futuro, impresionan con su alucinante iluminación al caer la noche.

Shutterstock
SALZBURGO: MOZART, SACHER Y LA FAMILIA VON TRAPP en la capital del arte
Partiendo desde Linz, a una hora de camino por carretera y con un picnic en la mochila preparado por el restaurante del Riverside Mozart, Salzburgo es el siguiente destino de este viaje por el Danubio. Esta bella ciudad, declarada Patrimonio Cultural de la humanidad por la Unesco, es conocida como la Roma del Norte, y es que numerosos edificios del barroco son obra de arquitectos italianos. Salzburgo respira Mozart por los cuatro costados, donde nació el 27 de enero de 1756 en la casa Hagenauer, situada en la popular calle Getreidegasse, por la que pasear después de visitar la casa natal-museo del genial compositor. En esta famosa vía comercial de Salzburgo, en pleno centro histórico, se puede contemplar la belleza de portales y ventanas, con la peculiaridad de menguar en cada planta del edificio. También, los letreros gremiales, que anuncian a menudo la ubicación de los negocios, son otro de los must de la calle Getreidegasse. Con permiso de Mozart, la ruta por Salzburgo se dirige hasta el palacio y los jardines de Mirabell, una de las localizaciones en Salzburgo de famosas escenas del célebre musical 'The Sound of Music'. Paseando por estos bellos jardines es inevitable tararear la popular canción Do-Re-Mi con Julie Andrews en la mente, de camino al Café Sacher para degustar, cómo no, una porción de la famosa tarta de chocolate rellena de mermelada de albaricoque.

Foto: Riverside Cruises
UN ESPACIO WELLNESS CON VISTAS AL DANUBIO
En el Riverside Mozart también hay espacio para la desconexión y el bienestar en su spa, situado en la planta baja del barco y con las aguas del Danubio a la vista. Jacuzzi, sauna finlandesa (una para mujeres, otra para hombres), baño de vapor, un gimnasio bien equipado y hasta una piscina con sistema de contracorriente para ejercitar los músculos para quien desee algo más de esfuerzo físico. La experiencia wellness se completa con una extensa carta de tratamientos y masajes proporcionados por expertos terapeutas.

iStock
LA ABADÍA DE MELK, ESPLENDOR SOBRE LAS AGUAS DEL DANUBIO
Una de los momentos más especiales del viaje consiste en la visita a la Abadía de Melk, un impresionante monasterio que desde 1089 es hogar de los monjes benedictinos. El gran templo barroco, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, se alza majestuoso sobre un promontorio, tan cerca del Danubio que se refleja en él. Tras la puerta de acceso, se llega a una gran plaza, Prälatenhof, o el Patio del Prelado, desde donde se obtiene la primera visión de la gran cúpula de la iglesia. La visita recorre tan solo una parte de la enorme abadía, pero incluye lugares tan impresionantes como la gran sala de mármol, con un fresco de 173. También, la reliquia más preciada del monasterio, la Cruz de Melk, que según cuentan, posee en su interior un fragmento de madera de la cruz de Jesús. Sin embargo, la joya de la corona es la magnífica biblioteca, que contiene 100.000 manuscritos, una experiencia mágica, aunque tan solo esté abierta al público una ínfima parte de ella.

iStock
DÜRNSTEIN, LA PERLA DE WACHAU
La última parada de este inolvidable crucero fluvial por un Danubio que no tiene nada de azul (sus aguas son verdes), alcanza el bello pueblo medieval de Dürnstein. Un agradable paseo por la ribera del río con vistas a la llamativa torre azul de la iglesia, de la Abadía de Dürnstein, a pie o montado en una de las bicicletas eléctricas que el Riverside Mozart pone a disposición de los huéspedes, lleva hasta el centro del pueblo. El plan consiste en recorrer sus callejuelas empinadas, con edificios de impresionante arquitectura tradicional vienesa. Dürnstein, en el centro de la región vinícola de Austria, cuenta con infinidad de bodegas que cultivan sus viñedos, cuyo resultado se puede (y debe) catar en alguno de los muchos establecimientos que salpican sus calles. Aunque quizá fuera mejor dejarlo para el final, y es que otra de las principales atracciones se encuentra a unos veinte minutos de empinada caminata, porque en lo alto de una colina se alzan las ruinas del Castillo de Dürnstein, donde en el siglo XII permaneció preso el rey Ricardo I, más conocido como Ricardo Corazón de León. La leyenda cuenta que tras un cautiverio de dos meses, fue liberado gracias a Blondel de Nesle, un fiel trovador del monarca que fue en su busca castillo tras castillo cantando una canción que solo conocían ambos. Cuando llegó a Dürnstein y cantó dicha melodía, fue correspondido por Ricardo I, de esta manera consiguió ser liberado.