El acuario del mundo

Baja California Sur entre proyectos eco y hoteles y glampings sostenibles

Desde el legendario Hotel California de los Eagles hasta iniciativas responsables que dignifican sus variados paisajes.

Cuando Jacques-Yves Cousteau puso pie en esta región por primera vez, en 1986, quedó maravillado ante la diversidad marina que rodeaba sus costas, bautizándola como el ‘Acurio del mundo’. La BCS, las siglas con las que se conoce esta parte del estado mexicano, destila belleza; una belleza salvajemente arrolladora reinada por la aridez, hasta que se cubre de cortinas de agua en la época de lluvias cambiando su follaje por momentos. Una tierra que presume también de una rica gastronomía, con ceviches a base del marisco más fresco, pescados zarandeados que hacen suspirar y algún que otro platillo como los tacos o tostadas, insignias de su cocina popular.

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iStock-1297308832. Dos semanas por la 'nueva' meca local

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Dos semanas por la 'nueva' meca local

Conocedores también de su belleza y buen ritmo de vida, no son solo los ‘gringos’ quienes han cambiado su residencia allí, también los locales; durante la pandemia son 500.000 los mexicanos que ya se han mudado allí. Las distancias no deben subestimarse y recorrer la Baja California Sur entera, pausadamente, puede llevar más de dos semanas. Este es un viaje sin prisas por el sur de la región, en clave sostenible, un itinerario para los que el buceo, la acampada, el surf, el ciclismo y lo que gira en torno al turismo activo, entran en su maleta. El trayecto comienza en sentido contrario a las agujas del reloj, por delante esperan kilómetros que combinan serenidad y adrenalina.

shutterstock 1249175497. Marisco, arte y jesuítas en San José del Cabo

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Marisco, arte y jesuítas en San José del Cabo

Un buen punto de partida es San José del Cabo, ciudad a la que volar desde Ciudad de México. El Aeropuerto Internacional de Los Cabos se encuentra a tan sólo 10 minutos de la ciudad. Nada más salir, la carretera comienza a inundarse de taquerías, Mariscos El Toro Güero es una de ellas. Allí se puede hacer una primera toma de contacto con el producto recién pescado traído desde el puerto. Otros de los atractivos de la ciudad son su gran catedral (la Misión de San José del Cabo Añuití fue la más sureña donde se establecieron los jesuitas) y su Distrito del Arte, salpicado de galerías. Los jueves, de noviembre a junio, y si el tiempo lo permite, se celebra allí el Art Walk, donde los establecimientos mantienen sus puertas abiertas hasta las 9 pm y ofrecen comida y bebida. También hay que dejarse caer (con binoculares) por el Estuario de San José.

iStock-1263977661. Cabo Pulmo, la meca de buceo sostenible

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Cabo Pulmo, la meca de buceo sostenible

Cabo Pulmo es la meca del buceo sostenible. A este parque natural no ha llegado el tendido eléctrico y el agua se almacena en depósitos en lo alto del cerro. La pequeña aldea con la que comparte nombre a orillas del Mar de Cortés vive por y para las actividades acuáticas. Es el mejor destino para desconectar, descubrir el valor de las cosas simples y a ritmo pausado y entrar en contacto con la naturaleza submarina en su estado más puro. Casi todo en el pueblo funciona con dinero en efectivo y el cajero más cercano está en Los Barriles, a una hora de camino.

Repartidos por la carretera principal, camino a la playa, se encuentran unos cuantos centros de buceo, como Cabo Pulmo EcoAdventures. Ofrecen diferentes formatos de excursiones, tanto de snorkel como de submarinismo, que prometen un par de sesiones de adrenalina explorando el fondo de un mar que es hogar del 82% de las especies del Pacífico y 35% de las especies del globo, entre ellas tiburón toro, tiburón ballena, manta raya, y alguna que otra ballena jorobada o delfín que se acerca a curiosear a las embarcaciones.

Terminada la expedición marina, para reponer fuerzas unas buenas quesadillas con los pies en la arena son más que merecidas, con michelada mediante, por supuesto. En Tacos & Beer el reloj deja de contar las horas, y los tacos –de camarón, pescado o carne y un sinfín de salsas– no paran de circular por todas sus mesas. Al otro lado de la carretera que acaba en la playa está La Palapa, allí sirven ricos ceviches y aguachiles, y la tarde puede acabar entre cervezas y rancheras con los chicos de buceo: las mejores experiencias locales son las espontáneas. Los desayunos los hacen muy ricos en Los Tornados.

Cuando cae la noche un manto de estrellas cubre el cielo, se pueden observar incluso desde la cama. Existen unas cuantas opciones para alojarse. Un fabuloso refugio es Baja Bungalows, pequeñas casitas de piedra rodeadas de jardines de cactus, que se abastecen de energía solar y donde el agua se usa de manera responsable, un sistema de vida adoptado en todo el pueblo. Ofrecen equipos de snorkel y sombrillas, más que recomendables, que aquí el sol abrasa. También kayaks, una buena forma de disfrutar de los días tranquilos.

Además de la actividad marina, como la pesca y visitas a la playa como la de El Arbolito, a siete kilómetros, La Sirenita (también fantástico spot para el snorkel), o la bahía de Los frailes el parque nacional también ofrece caminatas por senderos, baños en las aguas termales del Rancho Santa Rita y en el Cañón de la Zorra, por el área de Santiago, a una hora de Pulmo.

IMG 0774. Contra viento y marea

Foto: Chillo Chil

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Contra viento y marea

Avanzando la carretera rumbo norte se llega a La ventana, a 45 minutos del aeropuerto de La Paz, es un sitio para contemplar y desde el que contemplar. A sus espaldas, un mar de cáctus; de frente, el mar de Cortés y la isla Cerralvo, también conocida como la isla de Jacques Cousteau (un tema que ha levantado unas cuantas ampollas). Al golpear el viento de costado su playa, crea un túnel que convierte en una suerte este paraíso del winsurf y el kitesurf. Por su recogida bahía, de noviembre a marzo, se dejan ver aficionados que hacen del pueblo su campamento base.

Y para campamento, Chillo Chill, un glamping idílico a la entrada de La Ventana diseñado de manera sostenible que se mimetiza con su alrededor. Ocupa una parcela a pie de playa y cuenta con 10 espaciosos y cómodos tipis con vistas al mar, con ventilador y próximamente con aparatos de aire acondicionado. ¿Lo mejor? Su bar y palapas con bancos y tumbonas donde pasar el día y olvidarse del mundo, y cuando cae la tarde recrear la fantasía de ‘Las mil y una noches’. Ofrece servicio desde el desayuno hasta la cena y su carta es lo suficientemente amplia para no echar nada en falta: chilaquiles, sándwiches, ensaladas, tacos y hamburguesas. Todo lo piensan en clave ecológico y apuestan por un uso responsable de los recursos, que son escasos.

Este glamping está pensado para relajarse, pero, además, su catálogo de propuestas (del que también pueden disfrutar los que no se alojen aquí con su daypass) incluye senderismo, paseos en bici eléctrica por los bosques de cactus que lo rodean (cuidado con salir en horas poco inteligentes), escuela de kitesurf, además del buen rollo que se encarga de transmitir la ‘familia’ que lo gestiona.

iStock-1270909255. Excursiones desde La Paz

Foto: iStock

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Excursiones desde La Paz

La capital de la BCS es uno de los mejores lugares para ir en busca del tiburón ballena. El pez más largo del mundo puede alcanzar hasta 12 metros y la mejor forma de observarlo es con snorkel. En abril y mayo se acude también para avistar la migración anual de Mobula Ray de México, un auténtico espectáculo de la naturaleza.

El renovado malecón de La Paz, adornado con las estrellas de la zona –leones marinos, tiburones ballena y delfines con los que todo visitante desea bucear– concentra corredores, paseantes, ciclistas y algún que otro tour operador que ofrece excursiones para explorar la vida acuática. Una buena opción es Baja Expeditions: cuentan con un amplio catálogo de planes y con un equipo que es guiado por un piloto que planea sobre el mar en su avioneta en busca de sorpresas. Un day trip que no hay que perderse es a la Isla Espíritu Santo, en temporada acampar en ella es una magnífica idea. También se pueden recorrer playas paradisíacas como la de Balandra, visitar la isleta de los leones marinos, nadar entre delfines y cachalotes y con suerte con orcas.

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Taco de pescado típico de Baja California Sur. Foto: iStock

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Comerse La Paz

En tierra firme los planes se alternan entre perderse por su mercado local para desayunar –a los jugos naturales y las quesadillas como vigorizantes no les gana nadie, aunque igual de recomendables son los tacos de aserrín (cazón 100% paceño) de El Nuevo Milenio–; descubrir las exposiciones que alberga el interior del Museo de Arte de Baja California Sur, en frente de la Catedral de La Paz; ver el atardecer desde las Dunas del Mogote y saborear el mar desde Mariscos Bismarkcito, Mariscos El Pulpo, Chocolatas El Empanada o Tacofish La Paz, protagonista de uno de los episodios de la serie de Netflix, Las crónicas del taco. Tampoco hay que irse sin probar el pescado zarandeado de Marisco El Cayuco, “el mejor de BCS”, dicen, y no les falta razón.

Colin Ruggiero. CAMP CECIL AERIAL. Un glamping en el ¿Hotel California? de los Eagles

Foto: Los Colibris

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Un glamping en el ¿Hotel California? de los Eagles

En lo alto de uno de los cerros que custodia Todos Santos se encuentra Las Casitas Colibris. Un idílico eco resort de tan sólo 12 habitaciones, todas ellas con terrazas, que miran al océano. Se encuentran desperdigadas pero arrejuntadas, porque el terreno y el tiempo así lo han querido. Es el proyecto de vida de Brian, la americana que en 2010 se mudó a este pequeño poblado. También hogar del mítico Hotel California, aquel al que supuestamente le cantaban The Eagles.

Ha sido una gran inversión para ella y su pareja y cada año llegan nuevos cambios, pero precisamente el ritmo pausado con el que se ha dado forma a este lugar se apodera de uno cuando llega hasta él. Cuenta con una apetecible piscina que regala unas panorámicas de atardeceres inmejorables y preparan deliciosos desayunos caseros en su cocina, la misma desde la que Iker imparte cursos donde enseña hacer los mejores totopos, desmitifica el guacamole y vuelve a uno la boca bien picosa con su pollo colodarito.

Aquí también piensan en verde: han desterrado el plástico de un solo uso. Con su proyecto ecobrick invitan a los huéspedes a deshacerse de estos plásticos y convertirlo en una obra de arte con la ayuda de la artista local de mosaicos Donna Billick. Son miembros de la alianza Zero West de Todos Santos y Pescadero y del Consejo Global del Turismo Sostenible. Y esperan finalizar el año abasteciéndose al 100% de sus paneles locales, también en el fabuloso glamping que la pareja regenta en temporada en la Isla Espíritu Santo.

Otros incuestionables que añadir en esta parte del itinerario son el Fish Tacos Santo Chilote –doble ñam a sus tacos de pulpo pibil–, las tostas y los ostiones de Tiki Santos Bar, los tacos al pastor de Las Salsas, las copitas de Mariscos El Compa Chava o los pescados de Jazamango. Otro plan en mayúsculas es pasar la mañana y la tarde en Pura Playa, pasado el río, a unos 15 minutos dirección sur.

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Foto: Paradero Todos Santos

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De aquel hippismo a este paisaje

Todos Santos ha sido refugio de muchos extranjeros, en su mayoría estadounidenses, que se daban a la vida sosegada y ‘hippiesca’. Cuentan los locales la velocidad con la que está creciendo, nuevos negocios se suman a muchos hoteles de lujo que lo eligen como hogar. La suerte es que parece que la filosofía adoptada es la de la sostenibilidad, en respeto con el paisaje como hace el impresionante Paradero Todos Santos. Aunque algunos se apoderen demasiado de él, como está ocurriendo en Cerritos Beach o como ha hecho el Hotel San Cristóbal encaramado a la playa de Punta Lobos, sitio de trabajo y recreo de un buen número de pescadores que se agrupan durante el día. Es necesario un turismo consciente y esto recae en apoyar negocios que desarrollen sus servicios de manera responsable.

GettyImages-157567647. El Cabo San Lucas prometido

Foto: Getty Images

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El Cabo San Lucas prometido

Durante décadas Cabo San Lucas ha sido imán de mexicanos y extranjeros que se han refugiado en resorts de lujo donde bañarse en ríos de Margarita. El skyline de rascacielos y edificios que se abre paso en el desierto y perfila la ciudad desde mar y tierra es cuanto menos asombroso, el turismo corre por sus venas y es la ciudad a la que, sobre todo en invierno, se acude para el avistamiento de ballenas. Entre otras de sus excursiones la Playa del amor, la del divorcio y el Arco se disputan el protagonismo.

Y como dicen que donde fueres haz lo que vieres, una buena opción para vivir estas experiencias desde la comodidad es dejarse querer en el Paradisus Los Cabos de Meliá, donde prometen desconexión a todo lujo. Este miembro de Leading Hotels of the World, se aloja en playa privada de media luna en la que se puede nadar, y se rodea de exuberantes jardines con vistas al océano. Cuenta con una zona vip privada con habitaciones con piscina propia, The Reserve, y un restaurante, La Palapa, sólo para sus huéspedes. Un día no es suficiente para recorrer sus varios restaurantes de diferentes cocinas del mundo, también la local, y disfrutar su majestuosa piscina con bar, Celcius, donde calmar la sed por la diversión. Ofrecen clases de yoga, que se pueden combinar con sesiones de spa. Han emprendido una concienzuda carrera por la eliminación del plástico de un solo uso y la conservación de la fauna de su alrededor.

Piscina Acre. un oasis entre las palmeras en San José del Cabo

Foto: Acre Hotel

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un oasis entre las palmeras en San José del Cabo

Acre es todo final de viaje soñado. Este hotel se esconde a espaldas del Estuario de San José, en un palmeral que parece fruto de un espejismo. Está diseñado con un gusto y responsabilidad que habría que premiar. Este oasis practica el (casi) autoabastecimiento, cuenta con huertos y granja con los que nutre su despensa, una muy rica, por cierto. Su restaurante es conocido por todo el estado y su carta refleja la esencia del estado en platos que recogen el producto de su mar, como el ceviche de almejas, y su tierra, como el lechón.

 

Pero aquí el plato fuerte son sus habitaciones, seis de ellas se encuentran en lo alto de un bosque de palmeras, construidas de manera sostenible, con madera y con cada rincón pensado desde la practicidad. Ducharse al aire libre con el ruido del viento colándose entre esas grandes palmas es de las experiencias más gratificantes que pueden existir, para después cubrirse con uno de los albornoces de hilo artesanos que cuelga dentro. El mismo se puede adquirir en su tienda de regalos, de la que cuesta tanto salir.

 

Con los pies de nuevo en la tierra, su coqueta piscina cuenta con bar con una carta más que rica para acompañar la jornada, sus tacos de panceta y uno de sus cócteles hacen frente a cualquier venganza que venga de Moctezuma. Que por suerte, no se subirá en el avión de vuelta a casa.