El Cable Inglés ya estaba ahí cuando la capital almeriense tan solo tenía 50.000 habitantes. Un siglo después, con casi 200.000, Almería recupera este icono de la industrialización del sur de España como paseo urbano y atalaya, convirtiendo el cargadero comercial en el nuevo icono de la ciudad desde su inauguración el pasado abril.
Conocido como Cable Inglés, el renovado cargadero de mineral El Alquife ofrece un paseo de 900 metros entre la estación de tren y la playa de las Almardabillas, en el puerto comercial, donde el muelle-cargadero se adentra al mar para ofrecer unas de las vistas más espectaculares de la ciudad.
Enmarcado en el proyecto Puerto-Ciudad impulsado por la Autoridad Portuaria de Almería, la Junta andaluza y el Ayuntamiento, la restauración se ha realizado a cargo del 1,5% Cultural, el programa de los ministerios de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) y Cultura y Deporte, para regenerar el frente marítimo de Almería y mejorar la integración del puerto en la ciudad.

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El Cable Inglés, Historia Industrial de España
Después de 50 años en el olvido, la iniciativa recupera esta obra construida entre 1902 y 1904 por la compañía The Alquife Mines & Railway Company Limited, una empresa británica que explotaba varias concesiones mineras en España, como los yacimientos de hierro de Alquife en la comarca de Guadix.
Para trasladar este mineral hasta el puerto de Almería, se usaba la línea férrea Linares-Baeza-Almería. Sin embargo, una vez en la capital, no existía una conexión entre la estación de tren y el puerto por vía mecanizada, dificultando el transporte en este tramo. Para solucionarlo, la compañía encargó en 1901 un cargadero de mineral al ingeniero escocés John Ernest Harrison similar al que se generalizó en Gran Bretaña desde la Revolución Industrial para cargar el carbón de las minas y traslado por vía fluvial hasta los puertos más cercanos.
Harrison replicó este modelo de descarga por gravedad en Almería, donde añadió una novedad: unos grandes depósitos o tolvas laterales, ofreciendo a la instalación un doble uso como almacén-contenedor y muelle de descarga. Para ello, necesitó 3,8 toneladas de acero, 8.000 metros cuadrados de madera, hormigón y más de un kilómetro de vía férrea. En total, erigió una estructura de 100 metros de largo y 17 de alto junto al ramal de 900 metros de vía que se extiende hasta la estación de tren. El ingeniero murciano Andrés Monche y Ríos supervisó la obra y acabó firmando el proyecto, que inauguró el rey Alfonso XIII en abril de 1905.

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El Aquife sigue el modelo de muchos de los puentes de la época, construidos bajo la llamada escuela eiffeliana, que elevaba la construcción con pilares de hierro y traviesas.
La obra está formada por un primer tramo de prolongación de la vía férrea, construida sobre pilas de mampostería, arcadas y puentes metálicos. El segundo es un viaducto de acero, mientras que el tercero es el propio muelle de descarga, elevado sobre 21 pórticos. Más ancho que los anteriores, este último tramo mide 108 metros y se eleva a 19 metros de altura. Aquí, la vía única se ramificaba en otras cuatro que conducían a los vagones para verter la carga por gravedad.
En 1952 pasó a formar parte de Altos Hornos de Vizcaya y, más tarde, se nacionalizó. Su actividad industrial finalizó en 1973 y, tras años de abandono, en 1998 la Junta de Andalucía lo declaró Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento. La declaración reconocía la cargadero como uno de los mejores exponentes de la problemática de la explotación minera de finales del siglo XX y de la industralización del sur de España.