En una conferencia impartida en 2005 en la AA School of Architecture de Londres se definió ante el público como un nómada de la arquitectura: más de 1.000 proyectos en más de 35 lugares diferentes, le dan la razón. Una experiencia que, dijo, le permitió contemplar el mundo no únicamente desde un lugar sino desde muchos distintos, “desde todos los lugares hacia todos los lugares, como una bola que se vuelve pequeña y poliédrica”.
Fundador de Taller de Arquitectura en los años sesenta, donde experimentó con nuevos modos de trabajar en equipos interdisciplinares compuestos por poetas, filósofos, artistas o científicos, a Ricardo Bofill siempre le guió la ambición de transformar las maneras de vivir. La Barcelona aún gris de los años setenta no le era suficiente. Eran años de la ‘gauche divine’ y del Bocaccio, el mítico local nocturno. Allí había especialmente concentración de dos profesiones: escritores y arquitectos. Entre los primeros, los del boom latinoamericano, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes; entre los segundos, jóvenes que empezaban a diseñar en una España aún muy gris, Oriol Bohigas o Ricardo Bofill. Pero era este último quien encarnaba mejor la imagen de la juventud y del atrevimiento incipiente. Ese era el ambiente.
Cuando lo expulsaron de la universidad por antifranquista, en casa no hubo grandes dramas. Hijo de la burguesía catalana más ilustrada, se marchó a París a vivir y acabó sus estudios en Ginebra. Aquello sería el punto de partida desde el que acabaría traspasando todos los límites de la arquitectura más convencional de la época. Desde sus inicios transgresores, con edificios como Walden 7 y la Muralla Roja de Calpe (ambos de 1975), hasta llegar al historicismo y la monumentalidad, a expensas del siempre excesivo Mitterrand. En toda su trayectoria, Ricardo Bofill persiguió ser siempre nuevo, no moderno, que fuera complicado ponerle fecha a sus obras. Al final, el tiempo le dio la razón. Los últimos años, Instagram lo puso de moda entre los más jóvenes: sus diseños parece que ayudaban a los influencers a levantarse varios miles de likes, aunque nada de eso le interesara a él.