Más allá de Como agua para chocolate, la literatura ha sido el escenario propicio para algún que otro tórrido idilio con la gastronomía. No hay que olvidar que el sabor de una sola magdalena ayudó a Proust a construir el artificio literario más gigantesco del siglo xx o que la falta de comida dio con la picaresca el empujón definitivo para ese gran invento que ha acompañado nuestros ocios hasta la aparición de internet: la novela. Si leer es un placer, con estos libros, lo es doblemente.