Nadie sabe cuántas islas forman el mayor archipiélago del mundo y la verdad es que tampoco importa. La costa de Finlandia es un compendio de pueblos costeros, antiguas edificaciones de madera, faros, feudos históricos, iglesias de piedra y extensos parques nacionales que dan a parar al mar. Un relajado estilo de vida isleño que junto a la fuerte cultura marítima dan vida a una de las zonas más inexploradas de Finlandia, que además presume de poseer, por si no tuvieran ya suficientes atractivos, diversos puntos reconocidos como Patrimonio Mundial de la Unesco.
El primer párrafo de este artículo podrían ser palabrería barata de no ser por la existencia de Hanko, un encantador pueblo costero donde se demuestra que todo lo dicho anteriormente, es cierto. El punto más meridional de Finlandia es un lugar pequeño pero plagado de luz y bienestar; como bonus track, también aquí se encuentran algunos de los mejores ejemplos de arquitectura art nouveau de toda Finlandia. Ahí es nada. Todas estas bellezas son, claro, los vestigios que empresarios e industriales construyeron en este acomodado pueblo balneario que estuvo bajo dominio ruso a finales del siglo XIX. Y aquí comienza su particular historia.