Hay quien piensa que Andorra son solo dos calles comerciales, unas cuantas pistas de esquí que en verano se convierten en patio de juegos para los senderistas y un puñado de iglesias románicas. Pero hay vida más allá. Por un lado está la naturaleza imperante que es puro Pirineo, grandioso, con sus muchos rincones y sus múltiples estanys (estanques). Por otro, la cultura, que no es poca y que empieza a trascender de los frecuentes estereotipos que se le han colgado al país ¿Alguien sabe que aquí hay un Museo Thyssen por el que de vez en cuando pasan Courbets, Gauguins y Warhols?
Y finalmente hay el siempre recurrente tema del shopping. Es cierto que Andorra ha querido perpetuar esa faceta comerciante a gran escala que en los años 90 se traducía en vender productos a más bajo precio —muchos recuerdan haber cruzado la frontera con azúcar, mantequilla o queso holandés— y que ahora se exhibe en escaparates de lujosas firmas internacionales. Pero a la sombra de las luces de neón, del pret-à-porter y de los perfumes de apellido ilustre trabaja toda una red de artesanos y artesanas locales que empiezan a levantar la mano para ser vistos entre semejante ruido visual. Son entusiastas, tienen talento y se valen de la exuberante naturaleza pirenaica para crear obras y productos que no solo son sostenibles, respetuosos con el medio y hechos 100% en Andorra, sino que además están totalmente fuera del mainstream.

Foto: Botanica
Vall de Rialb: la flora de Andorra hecha pigmento
La íntima y muy auténtica Vall de Rialb, con sus cabañas de pastor, su fauna de alta montaña y sus vistas al pic de la Font Blanca es el lugar donde Sara Valls, alma mater de la firma Botanica, pasa parte de su tiempo creativo. Y es que en este valle crecen los abedules de cuyas hojas Sara extraerá toda una paleta de colores que van del amarillo al verde intenso. "Había estudiado bellas artes, pero fue tras un largo y transformador viaje a Nepal cuando decidí que debía dedicarme de algún modo a mi territorio, a Andorra" —explica Valls—. "Me aficioné mucho a la fitoterapia y a las hierbas medicinales y por casualidad descubrí que de las plantas se podía extraer color. Estudié en Aix-en-Provence con Michel García, que es unos de los mayores maestros en tintes naturales y me lancé a diseñar mi propia línea de productos teñidos".

Fotos: Botanica
Sara observó el entorno andorrano, estudió su flora autóctona y descubrió que de los líquenes se extraían colores anaranjados, de los castaños tonalidades marrones y del hipérico intensos tonos verdes. "He descubierto, además, que casi todas las plantas que tiñen son medicinales, comestibles o tienen algún uso cultural etno-botánico. Aquí en el Pirineo, por ejemplo, con la corteza de los abedules hacemos las falles de San Juan", cuenta la artesana.
Sara tiene su taller y show-room en una borda tradicional escondida en el casco antiguo de Escaldes-Engordany. En él cuelgan sus creaciones en forma de camisas, mochilas, monederos... y desde aquí ofrece también sus talleres online de tintes naturales. "Hasta ahora tenía unas personas que me confeccionaban prendas que yo después teñía, pero he llegado a la conclusión de que no hace falta que añadamos más ropa al mundo. Así que mi próximo lanzamiento será de upcycling; estoy comprando ropa blanca de segunda mano para teñirla y hacer una colección entera de piezas únicas".

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Vall de Madriu: la inmortalidad de las flores andorranas
Si algunos de los tintes naturales de Sara Valls tenían su origen en la Vall de Rialb, es en el espectacular Vall de Madriu —que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO— donde la joyera Blaia Morera encuentra la materia prima para sus originales creaciones artísticas de Som de Bosc. Sara, que estudió joyería tradicional en Córdoba y que después siguió con su formación de manera completamente autodidacta, topó un día con un material que hasta la fecha le había sido ajeno: la resina. "Descubrí que dentro de la resina se podía encapsular cualquier cosa y se me abrió un mundo infinito de posibilidades. Así que me encerré cuatro meses y creé mi primera colección hecha con líquenes, flores silvestres, piñas, fresas de bosque... —narra la joyera rodeada de frascos de cristal llenos de flores—. Todo lo que uso en mis creaciones es materia orgánica real y andorrana 100% recogida en lugares como la Vall de Madriu o los lagos de Tristaina".

Foto: som de Bosc
Blaia, que comparte show-room y espacio creativo con Sara Valls en la vieja borda de Escaldes-Engordany, reconoce que entrar en Instagram supuso un salto cualitativo y cuantitativo en sus ventas. Igual que les ha sucedido a muchos artesanos del siglo XXI que viven en zonas de alta montaña o en poblaciones remotas, la red social ha sido para Blaia un trampolín para darse a conocer y para vender más allá de las fronteras andorranas. "Recibo encargos de muchos lugares y hay gente que me pide piezas personalizadas muy curiosas —explica— he hecho colgantes con dientes de leche e incluso con cordones umbilicales".
La Massana: la esencia de Andorra en una pomada
Montse Capdevila también sigue las directrices de la OMS de Buenas Prácticas en la Recolección de Plantas Medicinales cuando sale a la montaña en busca de los ingredientes que usará para la creación de su línea cosmética natural Pocions de Lluna Nova. ¿Uno de sus lugares fetiche para ello? el entorno del maravilloso pueblo de Pal, situado en la parroquia de La Massana.

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"Yo era técnica superior en análisis biológicas, pero después de un accidente que me cambió la vida, decidí dedicarme a lo que más me gustaba: la cosmética natural. Estudié en diversas escuelas de Francia y de España, me hice construir un laboratorio de última generación y un invernadero; y cuando tuve el certificado del Ministerio de Sanidad andorrano, empecé a comercializar mi propia línea de cosmética. El proceso de elaboración es manual de principio a fin". Puede decirse que —igual que Sara y que Blaia— también Montse ha conseguido meter la esencia de Andorra en un objeto, en este caso en toda una línea que incluye cremas, jabones y algo que es toda una maravilla para los viajeros: champús, acondicionadores y cremas que son sólidas, en pastilla. En su composición hay flora puramente andorrana extraída de la naturaleza o de su propio huerto orgánico sin químicos ni pesticidas. Son el árnica, el hipérico, el romero o la manzanilla que Montse recolecta en el momento en que las plantas están en su momento de mayor potencial. "El nombre de mi marca, lluna nova (luna nueva), tiene mucho que ver con esos ciclos de recolección."

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