La realidad suele regalar historias fascinantes, pero a veces también las fastidia. Es lo que ha ocurrido con la reciente reapertura del faro de La Mola, el más antiguo de Formentera, que ha servido para avivar la leyenda del paso de Bob Dylan por la isla Pero no, Bob Dylan no estuvo nunca. Sin embargo, en el ambiente de la más pequeña de las Pitiusas su presencia ha quedado marcada a fuego de leyenda.
No tiene la fama que el cine dio al faro de Barbaria, pero el de La Mola no carece de interés ni de belleza. Ocupa el extremo más oriental de Formentera, en el punto más alto, un lugar con vistas increíbles al Mediterráneo, al que se abre casi como si fuera la proa de un antiguo barco, justo en el borde de un acantilado de más de 120 metros. Los atardeceres son de lo mejorcito de las Islas Baleares.
Con la remodelación, el faro que mandó construir la reina Isabel II en 1859, además de lucir más blanco que nunca, inicia su vida útil como museo. La rehabilitación de la planta baja y de la fachada ha servido para habilitar un centro de interpretación y un espacio polivalente para conciertos, conferencias y otros actos culturales.

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El faro de La Mola es el más antiguo de la isla y sigue funcionando.
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Al faro de la Mola se llega tras seguir una larga carretera trazada con tiralíneas. A banda y banda, muros de piedra protegen los campos del fuerte viento en los meses invernales. Sin apenas rastro de vegetación, no es de extrañar que, tal como recuerda una placa conmemorativa, Julio Verne se inspirara en estos parajes de La Mola para su novela Hèctor Servadac (1877). Algunos señalan que también le valió de modelo para El faro del fin del mundo. De ser así, el fin del mundo queda a unos 20 kilómetros del Puerto de la Savina y suena a gaviotas y mar rompiendo bajo los acantilados.
La isla más hippy
La leyenda cuenta que Bob Dylan estuvo en Formentera y que se alojó en una habitación del faro de La Mola. Muchos dicen que él estuvo allí, que fue al poco de accidentarse gravemente con su motocicleta Triumph, el 29 de julio de 1966, al poco de sacar cuatro discos gloriosos seguidos, de casarse con la playmate Sarah Lownds, de tener un hijo, de cansarse de todo.
Desde la fecha del accidente y hasta enero de 1968, el músico desapareció de la escena pública. Son esos dos años en blanco los que algunos mitómanos aprovechan para situarlo en la isla, para explicar que se le vio con su sombrero, descalzo y que solía pasarse por la Fonda Pepe, donde tenía siempre reservada una mesa.

Formentera
Formentera siempre ha atraído a hippies de todo el mundo.
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Lo cierto es que en aquella época Formentera era un hervidero de hippies. La isla era el destino soñado de cualquier 'beatnik' que se preciara, mientras que Ibiza era para los niños de papá. Según algunos medios de la época, aquel verano de 1968, en la isla había fichados más de mil 'peluts', que es como los llamaban los isleños. Entre todos aquellos jóvenes, había más de un imitador de Bob Dylan, seguro. Pero del que no hay ni rastro documental es del cantautor de Minnesota. Si existiera una foto de él en Formentera valdría millones.
Formentera Lady
En cambio, sí hay rastro de la presencia de otros. Por ejemplo, de algunos miembros de Pink Floyd o de Peter Sinfield, de los King Crimson, que aprovechó para escribir la canción Formentera Lady:
El tiempo gris no me atrapará mientras el sol se oculte, desátame y libérame mientras las luces brillen. Formentera baila tu danza para mí, oscura amante Formentera. (King Crimson)
Ha crecido desde aquel verano legendario de 1968 y es cierto que ha atraído a millonarios de todo el mundo que llegan con sus veleros buscando diseño y comodidad, pero Formentera es aún esa tierra a la que cualquiera desearía escapar, andar descalzo, con sombrero de paja todo el día, y dejar pasar el tiempo bajo una higuera viendo corretear a las lagartijas entre las piedras.

Mercadillo-El Pilar de la Mola
El animado mercado del Pilar de la Mola se celebra los miércoles y domingos de 16.30 a 22.30 h.
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Uno de los lugares que guarda aún aquel espíritu es El Pilar de la Mola. El pequeño pueblo atravesado por la carretera que lleva hasta el faro de la Mola, tiene su propio mercadillo, los miércoles y domingos, de artesanías y vegetales. Y en él aún se ve a músicos, artistas, bohemios de todo tipo que parecen salir de la década de los 60, que recalan atraídos por todas las leyendas que siguen vivas. Por cierto, que la Fonda Pepe aún sigue abierta en Sant Ferran de Ses Roques, sólo que sus precios ya no son aptos para hippies.
Y esta es la verdad… Bob Dylan no estuvo nunca en Formentera. Pero qué diablos, tal vez sea mucho mejor pensar que sí. Caminar silbando Mr. Tambourine Man por los caminos polvorientos de la isla sería fantástico.