Receta de una foto

Érase una vez una fotógrafa ante una luz escultora en Bolnuevo

No se trata solo de una instantánea de una playa al caer la noche, sino de cómo la iluminación permite imaginar otros lugares y eras.

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Foto: Gonzalo Azumendi

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Érase una vez… una serie televisiva que se emitió en distintas épocas, y que centrándose en la evolución humana alcanzó un notable éxito. De igual modo que su melodía de presentación, que, al leerla, se hace imposible no empezar a tararear: “Erase, una vez, un planeta triste y oscuro, y la luz al nacer, descubrió, un bonito mundo de color… un león, un dragón, una flor y una...”

Contemplando esta imagen de las erosiones de Bolnuevo, en Mazarrón (Murcia), esta canción bien podría ser su fondo musical. No tanto por la posibilidad de identificar al dragón o la flor, sino por esa ensoñación en la que sumerge al espectador, como si descubriese a una viajera del tiempo venida desde otra galaxia para retratar un planeta pretérito. Y como apunta el estribillo, es la luz, (esencia de la fotografía), la que hace renacer este universo mágico, mostrándolo en toda su potencia. Consciente de esto, la fotógrafa ha elegido esta hora especial para captar la energía que transmite el lugar, y en alerta con su cámara, su postura semeja la de una cazadora neandertal. En un nuevo guiño al arte fotográfico, su sombra se proyecta cercana a la transcendencia, como si revelase un respeto casi religioso a esta naturaleza telúrica. Igual que una pintura esquemática, como las primeras que el ser humano dibujó en las cuevas.

Ella vive sola este momento, íntimo y especial, reservado para esa tribu cuya pasión es fotografiar. Como si de alguna forma se jugase la vida, en un inquietante parque jurásico que tiene su propia inteligencia oculta. A su derecha, la figura del dragón que en la canción sonaba amable, se transforma en un velociraptor camuflado, y frente a su objetivo, la flor ha mutado en una gigantesca seta ostra (pleurotus ostreatus). Criaturas que esperan latentes desde la prehistoria ese disparo que les devuelva a la vida. Y aunque todo esto podría parecer una fantasía, quien sueñe viendo fotografías, podrá reconocer estos y otros muchos significados en esta imagen. Nada nuevo bajo el sol, y si no, que se lo pregunten a Spielberg.

Volviendo al mundo real, lejos de las quimeras, la identificación con la fotógrafa de la imagen es plena para cualquiera de sus colegas. Y quizás por las ganas de retratar la noche libres por fin, el mayor deseo seria estar allí, vibrando como ella con su cámara, su única arma, su espada láser para enfrentarse a un planeta desconocido... ¡qué la fuerza le acompañe! En su lucha por capturar la esencia, mira a través de su visor, obsesivamente, fotográficamente, inmersa en la acción, hasta integrarse y convertirse ella misma en parte de la escena.

Pero la realidad no entiende de esta épica, ni de romanticismos pasados de moda, y ocurre que hoy día basta dar una patada a una piedra para que aparezcan cien fotógrafos, igual que velociraptors buscando su presa… y es así, como otro cazador, que también mira fotográficamente, observa esta escena desde la distancia, con calma, y cuando la pieza se sitúa en el lugar exacto, sin dudarlo ¡dispara!

Ingredientes

  1. Balance de blancos: Para concentrarse en la imagen, lo más fácil será ponerlo en automático y dejar a la máquina que ajuste los colores en la mezcla de luces cambiantes.
  2. Usar formato RAW: si el color resultante no fuese el deseado, será muy fácil variar la temperatura sin más complicaciones, desde los tonos más fríos, a los cálidos,
  3. Datos EXIF: Zoom 24-105 en posición 24 mm, 1/15, F 4,5, ISO 400

Elaboración

Hablando de disparar, es bien conocida la frase del fotógrafo de guerra Robert Capa: “Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca”. Una estimulante invitación a rozar e involucrarse, aunque no es una verdad absoluta. Muchas veces, estar “dentro” oculta perspectivas generales más interesantes. Especialmente en fotografía de paisaje, donde puede ocurrir que los árboles impidan ver el bosque. El objetivo es la exploración, y tener capacidad para intuir qué ángulos pueden ofrecer una buena toma por la que apostar, para situarse. (Una práctica que bien puede hacerse según se contempla esta imagen). El encuadre que busca la cazadora cazada en esta misma escena, resultara absolutamente diferente, por lo que sería interesante y didáctico compararlas.

Por otro lado, la dominante amarilla propiciada por la iluminación de las farolas, contrasta con la última luz del cielo antes de que oscurezca, y confiere a este paisaje una atmósfera fantástica y evocadora, impensable en pleno día.

Retoque y emplatado

  • Al retocar una fotografía nocturna, es importante evitar que el cielo se oscurezca demasiado y que en las zonas iluminadas los colores se contaminen.
  • Para ello, la herramienta corrección de color, permite limpiar ese azul del firmamento, los amarillos de las rocas y la vegetación.
  • Con tono/saturación intensificar el matiz del cielo, sin que se salga fuera de gama y quede “empastado”.
  • El contraste cromático de los colores calientes y fríos, adquiere una alegría cautivadora.