Exposiciones para un viaje

El espacio Chillida Leku presenta «Miró en Zabalaga»

Este museo guipuzcoano abarca un espacio con jardines, bosques y un típico caserío remodelado, donde el artista vasco Eduardo Chillida distribuyó gran parte de su obra. Con esta exposición, sus esculturas se funden con piezas de su gran amigo Joan Miró.

Situado en el término de Hernani, el museo y espacio natural Chillida Leku presenta hasta el 1 de noviembre de 2022 la inédita exposición «Miró en Zabalaga», concebida como un homenaje al legado del artista catalán Joan Miró (1893-1983) y a la amistad que le unió con Eduardo Chillida (1924-2002). La muestra de Miró convivirá con la colección permanente de Chillida, resaltando los puntos de conexión entre ambos artistas. La iniciativa es fruto de la colaboración entre la Fundación Iberdrola España, la Fundació Joan Miró de Barcelona y la Colección BBVA que han aportado el mayor número de piezas, apoyados por el Centro Botín, la Fundació Pilar i Joan Miró de Mallorca y varias colecciones privadas.

Foto: Alex Abril / Vista de la exposición «Miró en Zabalaga».

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Miró viaja a Hernani

La muestra aporta al espacio Chillida Leku medio centenar de obras de Miró, fechadas entre 1946 y 1981, 22 de ellas pictóricas y una treintena de esculturas, tanto de pequeño tamaño tipo decorativo como otras de gran formato. Estas últimas se contemplar principalmente al aire libre en la campa del museo, mientras el resto se despliega en el primer piso del caserío Zabalaga, a veces formando conjuntos propios y otras en conversación con piezas de Chillida y la propia arquitectura tradicional del edificio.

«Pajaro Solar» (1968). Fundació Joan Miró. Foto: Mikel Chillida

Un jardín con esculturas monumentales

Los visitantes que recorren la exposición «Miró en Zabalaja» pueden contemplar en el entorno exterior del caserío dos obras importantes: Oiseau solaire y Femme. La primera, fechada en 1968 y de 2 toneladas de peso, representa un pájaro y está realizada a partir de un solo bloque de mármol de Carrara, a excepción de la cola y las alas. Situada en lo alto del camino que conduce al edificio central de Chillida Leku, la pieza cuenta con varias versiones que surgen de un primer dibujo originario, cuyo diseño también se puede admirar en el interior del museo. Es la primera ocasión que este enorme pájaro sale de la Fundació Joan Miró de Barcelona.

«Mujer» (1970). Foto: Mikel Chillida.

Mujeres imaginadas por Miró

Por otro lado, la escultura Femme (1970) se ha instalado frente al escudo de armas del caserío y también se expone por vez primera fuera de la Fundació Miró barcelonesa. Fundida en bronce, Miró concibió cinco ejemplares entre los que se encuentra el modelo que se puede ver en el museo vasco, realizado en 1970. Esta escultura está coronada por una concha de caracol, un símbolo de espiral e icono del imaginario del artista que evoca el universo femenino.

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Foto: Alex Abril.

Y el color llegó con Miró

Las esculturas, dibujos y grabados que componen la muestra «Miró en Zabalaga» se relacionan entre sí y se agrupan en diversas salas con la idea de formar composiciones únicas. Están presentes todas las temáticas habituales del artista catalán. Con él, además, el color entra por primera vez de manera intensa en el caserío de Chillida Leku, una construcción tradicional que el escultor vasco recuperó del abandono como sede de su museo, inaugurándolo él mismo el año 2000.

Foto: Alex Abril.

Creador de atmósferas

Las obras de Miró, creadas por una mente imaginativa y libre, pueblan el primer piso del caserío Zabalaga, distribuidas de forma que crean una atmósfera única en cada conjunto. Así la exposición está formada por escenarios en los que se dispone una serie de objetos y piezas artísticas en un diálogo con el caserío, quedemos hace extender la mirada hacia la parte exterior del museo.

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Foto: Alex Abril.

Cuadros y esculturas

Esa idea de conjunto artístico hacia el jardín se percibe desde la primera de las salas, donde se pueden ver Quelques fleurs pour des amis (1964), un conjunto formado por dos litografías, una de ellas dedicada a Pierre Matisse y la segunda un homenaje a Aimé Maeght, galerista común a Chillida y de Miró, enmarcadas a su vez con ventanas hacia la naturaleza. En la misma sala se contemplar además las litografías tituladas Maravillas con variaciones acrósticas en el jardín de Miró, rodeadas de varias esculturas de bronce de pequeño tamaño, relacionadas con el mundo vegetal y animal.

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Foto: Alex Abril

Grabados y poemas

Esta sección de la exposición se completa con los cuatro primeros grabados de una total de diez de la Serie Mallorca, creada por Miró en 1973. Y un tapiz realizado entre 1989 y 1991 por Josep Royo a partir de una litografía del libro Le lézard aux plumes d’or, el primer libro que Miró ilustró y para el que escribió los poemas.

Chillida con Miró y los artistas Artigas y Sert, en Saint Paul de Vence (Francia). Foto: Hans Spinner.

Un diálogo entre los artistas

Podría decirse que «Miró en Zabalaga» cierra un diálogo que había quedado inconcluso entre los artistas, dado que la obra de Eduardo Chillida ya fue objeto de dos exposiciones individuales en la Fundació Miró, en 1986 y 2003. Esta última fue la primera retrospectiva realizada tras la muerte del escultor vasco, acontecida un año antes.

Foto: Alex Abril.

Actividades paralelas

La propuesta cultural en torno a la muestra sobre Miró se complementa con un programa de talleres y actividades de temática variada. Además de visitas comentadas sobre la exposición temporal, se han organizado también el concierto «Música para Miró: Alain Planès toca a Joan», interpretado por el pianista francés y amigo cercano al artista; «El largo viaje de Miró», un cuentacuentos musical en los jardines; el taller «Serigrafía e intervención manual con carborundum»; el paseo de terapia forestal «Baño de bosque» inspirado en Miró; las sesiones de yoga en la naturaleza «Meditación con Miró»; y conferencias como «Universo Chillida» y sobre Muera el merma, título de la obra de teatro independiente en la que participó el artista barcelonés.

Foto: Alex Abril.

El museo que imaginó Chillida

Chillida Leku es un sueño hecho realidad. El escultor donostiarra Eduardo Chillida (1924-2002) imaginó un lugar en el que sus obras dialogasen con la naturaleza, un escenario de arte donde las personas pudiesen caminar y acariciar sus creaciones. Y es que en el espacio, la norma es que no hay normas, y cada visitante crea su diálogo con el arte y la naturaleza.

Situado en Hernani, el Chillida Leku reabrió en 2019 tras su cierre en 2010, diez años después de su inauguración. Ocupa 11 hectáreas e incluye el Caserío Zabalaga (siglo XVI), que el propio Chillida restauró para adecuarlo como hogar para sus obras. Hoy acoge piezas de menor tamaño –las grandes esculturas pueblan el exterior– y archivos que muestran el proceso creativo del escultor, quien modelaba el acero en las fraguas de la zona.

La colección del museo abarca del año 1940 al 2000, con más de 90 obras en hierro, acero, granito, alabastro, yeso o papel. Desde el caserío serpentean senderos hasta el jardín, donde las esculturas parecen plantadas en la tierra. Mientras algunas buscan la intimidad en la zona boscosa, las de mayor tamaño se erigen como árboles; la más voluminosa es Lotura XXXII, un acero de 64 toneladas.

La exposición de la semana

«Miró en Zabalaga»

  1. ¿Dónde?

    Museo Chillida Leku
    Barrio Jauregui, 66.
    20120 Hernani (Guipúzcoa).

  2. Fechas y horario.

    La muestra podrá verse hasta el 1 de noviembre de 2022. El museo abre de miércoles a lunes, desde las 10h a las 19h.

  3. Precio

    Entrada adulto: 12 euros. Grupos a partir de diez personas, 10 euros. Hasta 18 años, 6 euros. Menores, entrada gratuita. Existe un paseo anual, a partir de 30 euros.