Librerías que merecen un viaje

Espai Quera, la nueva vida de una librería centenaria de Barcelona

Así ha pasado de librería tradicional a refugio urbano para montañeros y hedonistas en pleno centro turístico de Ciutat Vella.

Hace justo dos años, Raimon Quera se encontraba en una encrucijada límite: bajar la persiana o traspasar a otras manos la librería que desde 1916 había regentado su familia. “Es que la idea de una librería es algo muy romántico. Ya sabes, el olor del papel, de la tinta, el libro físico... pero como negocio puede ser muy poco rentable. Y del romanticismo no se vive”, confiesa Raimon a Viajes National Geographic con toda la sinceridad del mundo puesta en la mirada. En aquellos días, rara era la semana que la prensa local no anunciaba el cierre de un nuevo establecimiento centenario en Barcelona. “Una pena -prosigue- porque las historias de cien años una vez mueren no tienen substitución posible y la ciudad va perdiendo así su identidad”. Pero entonces, justo cuando ya era evidente que aquello no podía seguir igual, ocurrió algo que ha permitido que hoy exista este Espai Quera, todo un ave fénix librero.

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Foto: Espai Quera

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En pleno epicentro de la gentrificación turística

Unos años antes, era otra la librería en Ciutat Vella la que se encontraba en serias dificultades. Fundada por Josep Cots Castañé i Ramon Planes en 1975, la Documenta se veía obligada a echar el cierre en 2014 porque no le renovaban el contrato de alquiler y porque el barrio ya no era un lugar propicio para un negocio librero como el suyo. Al final, plantó cara a la gentrificación desbordante del centro de la ciudad con un traslado mediático que la llevó a su nueva sede en Pau Claris. Curiosamente, la antigua Documenta se encontraba a tan solo 120 metros de distancia de la librería Quera.

El movimiento de la Documenta encabezó una verdadera revolución en el mapa de las librerías de Barcelona, pero la librería Quera siguió haciendo lo mismo de siempre, en la misma ubicación de siempre, en el número 2 de la calle Petritxol, junto a otros comercios emblemáticos, rodeada por el olor a chocolate perpetuo y por las granjas donde encontrar refugio los días de invierno frente a un café con leche y una ensaimada. Sin embargo, como reconoce el propio Raimon, urgía mover ficha porque ”la sociedad cambia y los negocios son el reflejo de esa sociedad. Si las librerías no se actualizan pasa como con todo, que te quedas atrás porque el tiempo siempre va hacia adelante”. Su avanzar en el tiempo fue posible finalmente con la aparición en escena de un inversor estratégico y del empuje de Cristina Martínez, su compañera de cordada en la nueva aventura.

 
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Foto: Espai Quera

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Un refugio de montaña en mitad de la ciudad

Quienes estén habituados a dormir en refugios de montaña se sentirán como en casa en Espai Quera. El ambiente es el mismo, la misma sensación de reposo después de la aventura, la misma luz de un atardecer tras la ventana, la sencilla calidez de los materiales con los que está todo construido. Las obras del 2019 pusieron el foco en recuperar la esencia histórica del local.  “Hemos dejado cosas a la vista que la gente no conocía. Quieras o no -explica Raimon- son rincones que tienen un carácter propio, una autenticidad que no hay en otras tiendas. Pero es que cada familia tiene su historia y esta es la historia de la mía...Para mí es todo un orgullo mostrarla a pesar de haber perdido el romanticismo por el camino”.

 

Con la rehabilitación se ha recuperado el revestimiento original de las paredes y el pavimento de 1916 y se han restaurado muebles originales, como el mostrador que da la bienvenida nada más entrar. Es el mismo que se puede ver en una de las fotos en blanco y negro de 1922 que están decorando el interior del comedor del nuevo espacio y que en el pasado sirvió muchas veces como escondite para los libros de contrabando que traía su abuelo de Francia y México, libros de escultismo prohibidos en los años 50 y 60 por el régimen franquista que veía como un peligro a los grupos scout y excursionistas.

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Las obras fueron complicadas porque el número 2 de Petritxol es un edificio que está incluido en el Catálogo del Patrimonio Histórico de Barcelona. En concreto, la ficha describe el cerramiento exterior de madera que conforma el aparador y destaca el bastón de la puerta que hace de tirador y que, dice la descripción del catálogo con acierto, es una referencia clara a la especialidad de la librería.

 
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Foto: Espai Quera

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Toda una saga de libreros

En esa misma imagen en blanco y negro donde aparece el mostrador se puede ver cómo era la librería originalmente, con todas las estanterías llenas de libritos de teatro que había escrito o editado su bisabuelo. Algunos de estos, decoran hoy las mesas que, como expositores, articulan una especie de mini museo con la historia editorial que fue surgiendo al amparo de la librería, como aquella guía para hacer excursiones por carretera que hizo su abuelo en 1961 cuando se dio cuenta de la moda de salir los fines de semana con el seiscientos . “Pero es que yo he nacido entre libros”, dice Raimon. Y no exagera, la suya es una saga familiar que comienza con sus bisabuelos, Josep Quera y Montserrat Graupera. Según explica Raimon, su bisabuelo abrió la librería en 1916 con el nombre de L’Escón. Estaba especializada en el mundo del teatro de entonces y la trastienda servía de hogar. Fue su abuelo Joan Quera quien apostó por el excursionismo y el alpinismo. Comenzó con una estantería pequeña y, de forma natural, en el año 1936 ya sacó el primer catálogo de libros de montaña de la librería Quera. Así hasta el día de hoy.

 
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Foto: Espai Quera

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Literatura de lo más natural

Espai Quera es la librería más antigua de Barcelona en mantener su emplazamiento original: hoy ha renovado su interior y ha abierto un pequeño restaurante porque, como dice el propio Raimon, hay que avanzar con el tiempo y el tiempo pide librerías híbridas. Lo que siempre tuvo claro es que el camino que tenían que seguir era el de la especialización. Sin esa estrategia, el boom de las librerías generalistas que vivió Barcelona en la década de 1990 se la habría llevado por delante. “Viene mucha gente de fuera de la ciudad porque tenemos guías y libros que solo se pueden encontrar aquí”, dice Cristina. Muchos de los títulos o de la cartografía que tienen en su fondo no se encuentran en Amazon.

 

El primer estante está dedicado a los calendarios y a lo libros enfocados a los turistas que quieran conocer mejor el terreno que pisan; luego narrativa de viaje*, de montaña, libros de naturaleza, folclore, cocina tradicional, guías de montaña, escalada, esquí, paseos de Cataluña y de fuera, cartografía. De hecho, su abuelo fue uno de los fundadores de la Editorial Alpina (creada en 1946 por un grupo de entusiastas de la montaña, se ha convertido en todo un referente para muchas generaciones de excursionistas): “Es que aquí estás en la cuna de la literatura de montaña en Cataluña”.

 

*Este cronista le señala que en la sección de narrativa de viajes tienen todos los libros de la colección Altaïr Heterodoxos: “Claro -comenta Raimon- De hecho, yo no tengo ningún librero que sea competencia, todos son amigos. Después de tantos años, para mí el mundo del libro es un pastel, cada librería es una porción y cuando cierra una no es que el resto se coman toda su porción, sino que el pastel de pronto se hace más pequeño para todos”.

 
ESPAI QUERA DIA 2- 52

Foto: Espai Quera

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Mapas y libros VS GPS

Como dice Christoph Ransmayr en su libro Los espantos de los hielos y de las tinieblas somos caminantes y corredores, "que una línea aérea es sólo eso, una línea y no un camino”. De la misma forma, el track que indica una aplicación de montañismo no es más que una línea: no es el camino. Por mucho detalle fotorrealista que tengan gracias a "la vista de Dios" que confiere Google Earth (dice Simon Sellars que la posición por defecto de Google Earth está a 22 252 kilómetros sobre el planeta), el GPS y las aplicaciones tienen una limitación: “no conoce el entorno en el que te encuentras, sólo vas siguiendo una línea”, explica Raimon. Esa no es la cultura excursionista a la que se refiere el cartel que se puede ver en el interior de Espai Quera. En cambio, prosigue, “con el mapa tienes un detalle y una visión global que no te lo da ninguna aplicación de móvil”.

 

Definición de cultura excursionista, según Raimon: “Todo lo que puedas documentar previamente, la guía excursionista, lo que te recomienda alguien, lo que te han contado los amigos… son conocimientos que después te permiten disfrutar más de cada lugar”.

 
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Foto: Espai Quera

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Un salón de la fama alpino

Reinhold Messner explicó en Mi vida al límite que nunca quiso jugarse el todo por el todo, pero que sabía que si un día dejaba de soñar o de viajar,  lo mismo es, se haría de golpe mayor y que eso le desesperaría. No dejó de soñar y, en contra de todas las voces que decían que era imposible, ascendió el Everest sin oxígeno acompañado por Peter Habeler. Precisamente el autógrafo de Reinhold Messner es uno de los que integran el pequeño salón de la fama que hay en la entrada de Espai Quera. “Me hace gracia que esté -dice Raimon- pero me hace más gracia que estén los clientes de la tienda que cualquiera de las otras estrellas del alpinismo”. Por ejemplo, Nil Bohigas (que falleció el 13 de junio de 2016) o tantos otros y otras. Por esta librería va pasando la flor y nata del alpinismo nacional e internacional. De hecho, suelen colgar fotos de las visitas en Instagram, la última, la de Silvia Vidal, la primera española en ganar un premio Piolet d'Or. 

 

Son muchos los pósters firmados por los ilustres clientes de la librería: Josep Manel Anglada, que fue el primer montañero del estado que subió el Annapurna en 1974; también quienes le acompañaron en expedición,  Jordi Pons y Emili Civis; Araceli Segarra, la primera mujer española en alcanzar la cumbre del Everest; o también Sergi Mingote, que murió el verano pasado descendiendo el K2.

 
ESPAI QUERA DIA 2- 18

Foto: Espai Quera

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Libros maridados

“Yo hacía años que tenía claro que la gente cada vez lee menos; pero comer… comer se come igual o más”, dice Raimon, que confiesa que lo de montar un restaurante hacía tiempo que le venía rondando. Faltaba la visión de negocio de un inversor con las cosas claras y la capacidad en la gestión que ha aportado Cristina Martínez, quien se mueve de la cocina abierta al comedor, siempre vigilante y con el mismo sigilo con el que parece hacerlo el tigre que tiene tatuado en su antebrazo. Así que montaron el restaurante -volver a los orígenes, mirar hacia el futuro- en lo que fue la trastienda de sus bisabuelos: “Este era el comedor de ellos. Aquí -dice Raimon señalando una pared de un ancho que haría imposible abrazar- cocinaba mi bisabuela. Lo hacía desde aquí atrás porque así quién entraba en la tienda”. 

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Hoy una especie de minimalismo rústico domina el espacio del comedor, con sus muros de adobe del siglo XIX y el suelo original. Sin embargo, aquí y allí, van apareciendo pequeñas sorpresas, como las paredes forradas con páginas originales de revistas de la época de vanguardia y de la revista satírica ¡Cu-Cut! (que publicó entre 1902 y 1912), un antiguo trineo de madera que usan como pasa platos o las cajas de vinos reconvertidas en estanterías. 

 

¿Qué turno de comida escoger? No hace falta: y esa es otra de las innovaciones que destaca Cristina, “aquí tanto da, porque tenemos un horario ininterrumpido, de once de la mañana a once de la noche. Vamos, que te puedes comprar un libro a las diez de la noche como que te puedes tomar un aperitivo al mediodía”.

 
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Foto: Espai Quera

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Platillos para montañeros urbanitas

“También fue difícil definir el tipo de cocina que teníamos que hacer… Nosotros tenemos un restaurante en el que no podemos cocinar al 100 % porque no tenemos salida de humos. Tampoco podíamos hacer una cocina fusión, no habría pegado con la temática de la tienda”, explica Cristina. Fue un poco entre todos que armaron una carta no extensa pero sí muy bien estructurada con platos para compartir, como canelones de pularda, los bocadillos planchados con pan de coca, las tortillas o la tradicional tostada con escalivada, por ejemplo. “El producto siempre es de primera calidad -prosigue Cristina- y, en lo posible, intentamos que sea local. Eso le gusta a la gente, saber por ejemplo que el género de la tabla de embutidos viene de Cal Rovira, una granja tradicional, o que el recuit es de Fonteta”.

 

Esa es la experiencia completa: ir de expedición por la ciudad, comer en este refugio urbano, salir con un libro bajo el brazo, seguir con la aventura mucho tiempo más. Como dejó escrito Reinhold Messner, seguir soñando, no hacerse mayor de golpe, no desesperar.