Fantasía vacacional

Un español en la corte del lujo internacional de Tenerife

O cómo sumarse al compás de la buena vida 'guiri' en el emblemático Gran Hotel Bahía del Duque.

No es difícil imaginar a un joven lord inglés que mira llover sobre Londres desde los ventanales de su club, aburrido de que sus patricias posaderas fatiguen la venerable butaca chippendale. Le han servido un malvasía que traía en la etiqueta la marca Canary Wines y se le ocurre la idea: “me voy”. Reserva el jet (privado) y huye de la mitológica niebla victoriana que le enfría hereditariamente los huesos para dirigirse al solarium al que sus aristocráticos padres le llevaban ya hace 28 años: el hotel Bahía del Duque de Tenerife. Alemanes, suizos y, sobre todo, ingleses llevan desde 1993 teniendo esa misma iluminación.

 

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bahia-exterior-6. Con mixtura

Foto: Bahía del duque

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Con mixtura

El hotel era, hasta hace poco, una completa torre de Babel donde el español sonaba con acentos de ultramar que se confundían con la suavidad del deje tinerfeño. Desde la pandemia, las proporciones se invirtieron y los españoles, hasta entonces la quinta nacionalidad, escalaron muchos puestos este verano. “La media de edad de los españoles que están viniendo es de 55 años -explica Ane Ugarte, la directora comercial-. Están venciendo la resistencia a un hotel así y tenemos distintos horarios adaptados para ellos. Está funcionando: a los extranjeros les gusta adaptarse también a ellos, la canareidad y la españolidad, que les hablen español, que se tomen copas hasta tarde… De todas formas, este año ha cambiado todo, por ejemplo, ha habido muchos franceses y checos, pero, aún así, un día cualquiera puedes contar aquí hasta 20 nacionalidades”.

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Foto: Bahía del duque

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Vacaciones en modo fantasía

¿Y qué se va a encontrar un español en estas vacaciones de lord? Lo primero, un carrito eléctrico que les lleve a él y a sus maletas de un lugar a otro. Durante ese viaje, una arquitectura de fantasía con dos decenas de edificios bajos pintados en colores pastel, rematados por tejas rojas o por picos de aire gótico alemán, que a veces están decorados de azulejos que recuerdan a Altea o coronados por un templete le sorprenderán. En un recodo, aparece un jardín que recuerda al prado de un cottage, con su lago, sus patitos y un fino cenador de filigrana.

Una mezcla bienintencionada que bordea el pastiche; pero las vacaciones a veces requieren de una dosis de fantasía y eso es algo que el público europeo sabe y exige. A los llamados guiris les cuadra este planeta aparte con el exotismo que traían en mente cuando decidieron visitar las Canary Islands, las islas remotas de la primavera continua, la marca legendaria que viaja por Europa desde el siglo XVI a bordo de las etiquetas de las dulces y caras botellas de malvasía. Para los españoles es un Oz playero que quizás les suene de destinos más lejanos, tal vez de un viaje al Caribe, y que ahora saben que estaba más cerca.

bahia-exterior-12. Villas silvestres

Foto: Bahía del duque

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Villas silvestres

“Simplemente excepcional” dice la promoción. Lo dice en inglés, claro, incluso en el folleto en español: “Simply outstanding”. El hotel es un clásico de 346 habitaciones (57 son suites y 40, villas) y unos 600 empleados. Fue uno de los primeros de Costa Adeje, al sur de Tenerife, la zona soleada y seca de la isla, frente a la playa del Duque. Erigido sobre una finca de 100.000 metros cuadrados de superficie, tiene 63.000 de vegetación tropical y subtropical: palmeras, dragos, laureles de Indias, Ficus Canariensis, flamboyanes, jacarandas, frutales, cactus y diversas plantas europeas. La idea, que se repite mucho en la oferta del hotel es que en su recinto no falte de nada. En este caso, incluso traer el campo al hotel para ahorrarse el paseo.

bahia-exterior-11. "All you can swim"

Foto: Bahía del duque

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"All you can swim"

Hay también un buffet de piscinas: entre las 5 existentes las hay dulces y saladas, calentadas, del tiempo e infantiles. Están llenas de recovecos, con cascadas y paredes y hasta suelos de roca que crean la ilusión de estar nadando en la orilla de un mar bajo control. Las salvan puentes venecianos. Las hamacas y las camas de alrededor a veces están al sol y, otras, bajo soportales o finos entoldados.

Spa-6-Chica-bajando-piscinaCOMP. Redefiniendo lo excepcional

Foto: Bahía del duque

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Redefiniendo lo excepcional

Un paseo por estas orillas ofrece un balance de parejas bien avenidas o en su mejor momento (el de las vacaciones); madres que leen libros gordos de portadas reflectantes; niños que chapotean con sobreprotectores trajes de baño completos, como de los años 20; todos los colores de piel y pocos tatuajes; personal amable y saludador, pero poco visible, discreto. En las terrazas se ven huéspedes en bikini que beben algo, ponen los pies en alto y los mueven alegremente, la viva imagen del relax.

Las actividades no son multitudinarias y parecen pensadas para darle continuidad a las buenas costumbres que se traen de casa: yoga, stretching, cross fit, aerobic o spinning. El aqua gym al aire libre, el buceo y el tour botánico por el hotel, en cambio, recuerda que estamos en una potencia mundial en helioterapia. En un espacio abierto llamado La Placita cada día se ofrece un show: magia, acrobacias, danza y, sobre todo, música en vivo. Hay una noche de flamenco y otra de clásicos globales. Los niños lo bailan todo y a los padres se les empiezan a cerrar los ojos hacia el final del show, que no termina nunca más tarde de las diez y media. Algunos españoles se acaban de sentar a cenar.

 

restaurant-nub. Un viaje gastronómico... y en intimidad

Foto: Hotel Bahía del Duque

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Un viaje gastronómico... y en intimidad

El apartado de restaurantes también se aleja de lo que suelen demandar los españoles: hay un mexicano, un francés, un japonés y uno con una estrella Michelin de acento latino, el Nub. Este último está situado en las villas, los alojamientos más exclusivos, diseñados por Pascua Ortega. En estos alojamientos, la experiencia definitiva es que un veterano chef y dos o tres camareros preparen una barbacoa privada junto a la piscina (también privada) y con vistas al mar. La experiencia es de jeque (o de lord) total que pide a gritos ser compartida con amigos, aunque Ane Ugarte asegura que “cada vez hay más gente que viene sola y alquila una villa, también españoles”. En cualquier caso, hay que bucear en las cartas del Bahía del Duque para encontrar los vinos canarios y las recetas de aquí. Y en eso vuelven a ganar los huéspedes internacionales: al hotel se viene a jugar. Si se busca una experiencia autóctona, es mejor preguntar en recepción y buscarlo fuera. Aunque eso signifique que muchos volverán a su país sin probar las papas con mojo.

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