
El 17 de octubre de 1919, Alfonso XIII inauguró la primera línea regula de transporte suburbano de Madrid. Es decir, el metro, con todo lo que ello implicaba. El trayecto, que iba de Sol hasta Cuatro Caminos, tenía una longitud total de 3,48 km, ocho estaciones y diez minutos de trayecto. Desde entonces, este medio ha crecido hasta sumar 12 líneas soterradas y tres al aire libre (el conocido como metro ligero), con un total de 302 estaciones y 294 kilómetros. Pero estos no han sido los únicos cambios.
Del templete a la caracola
Probablemente, la estación más icónica de la red sea la de Sol, y no solo por haber sido de las primeras. También por representar a la perfección la evolución de los accesos: de ser un templete que protegía de la lluvia y que tenía dos puertas (una de entrada y otra de salida) a ser una enorme caracola obra del arquitecto Antonio Fernández Alba en la que no hay orden que valga ya que por aquí deambulan tanto los viajeros del suburbano como los de Cercanías.
De las estaciones abovedadas a los nuevos diseños
El diseño de estaciones de estilo abovedado ha marcado gran parte de la historia de este medio de transporte. De hecho, esta forma es la más sencilla de elaborar con las tuneladoras y la que mejor soporta el peso y la presión. No obstante, en los últimos años, las estaciones han evolucionado hasta ser grandes vanos de varios niveles donde hay más aire y donde la presencia del convoy se percibe prácticamente desde cualquier lugar.
El doble de velocidad
Es curioso saber que el modelo de vagones Cuatro Caminos estuvo en funcionamiento hasta 1989, lo que lo convierte en algo más que un clásico. Eso sí, la gran diferencia de aquellos convoys con los actuales es la velocidad, ya que los primitivos solo alcanzaban los 55 km/h y los actuales llegan hasta los 110 km/h. Eso sí, esta velocidad solo se alcanza en los tramos con mayor distancia, como los que separa Arganda de Madrid en la extensión de la L9.
Adiós a las taquilleras
Los vestíbulos de las estaciones también han evolucionado. Mientras que en su origen contaban con una persona que atendía y cobraba a los pasajeros ahora son las máquinas las que se encargan de dar este servicio. Eso sí, la figura de jefe de estación no ha cambiado, siendo ahora un supervisor el que gestiona las posibles incidencias.
No todo va a ser progresar
La evolución del metro de Madrid no es siempre futurista. De hecho, uno de los grandes proyectos de esta entidad es recuperar el viejo templete que reinaba en la conocida como Red de San Luís, justo en la intercesión entre la calle Montera y Gran Vía. Esta iniciativa, puesta en marcha el año pasado, busca reconstruir el emblemático edificio diseñado por Antonio Palacios que ejemplifica como pocos la construcción pública en la capital con un estilo neoclásico y el uso del granito y el metal.