De la fascinación que Occidente ha sentido desde la Antigüedad tardía por Egipto quedan testimonios en crónicas escritas y en las primeras fotografías de viajeros románticos sobre camellos con el telón de fondo de las pirámides de Giza. Por allí pasó, por ejemplo, la monja Egeria en su largo periplo por Tierra Santa, el norte de Egipto y la península del Sinaí en los últimos años del siglo IV (377-388). Pero lo que ella y otros viajeros encontraron nada tiene que ver con la auténtica revolución visual que supone la propuesta ‘Forever Is Now’.