Serendipia en Girona

Una fortaleza para conquistarlos a todos

¿Es un hotel? ¿Un museo? ¿Un restaurante? ¿Un edificio histórico? Lo es todo.

Al principio no es más que una carretera secundaria que se empina de forma despiadada y que desemboca en una entrada hermética y vigilada, como si se tratara de un área 55. Eso sí, detrás no se oculta ningún misterio, sino un complejo capaz de fascinar a cualquier tipo de viajero.  Esto es La Fortalesa, uno de los espacios más fascinantes y complejos a este lado de los Pirineos. 

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Foto: La Fortalesa. Jordi Mas.

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A los apasionados de la historia

La llegada a este complejo permite entender por qué este promontorio ubicado a las afueras de Sant Julià de Ramis albergó, hasta hace unas décadas, una fortaleza militar. Desde esta posición se vislumbra toda la comarca de El Gironés y su complicado acceso siempre fue su mejor defensa. De su pasado militar conserva sus 14.000 m2 flanqueados por un foso y por una murallas que siguen imponiendo. Sin embargo, tras 10 años de obras, este baluarte ha suavizado su impacto, abriéndose al público por diferentes puertas pero sin por ello dejar de ser testigo de la historia. 

La-Cúpula-by-Jordi-Mas. A los 'arqui-lovers'

Foto: La Fortalesa. Jordi Mas.

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A los 'arqui-lovers'

El responsable de toda esta transformación es el arquitecto Josep Fuses del estudio Fuses-Viader, quien recurrió al acero corten y al hormigón para abrir brechas e integrar la contemporaneidad entre los muros cansados. Un estilo marca de Girona. Tanto, que los premiados RCR curiosearon en más de una ocasión las obras para ver el uso que hacían de sus materiales fetiche. Sin embargo, lo que ha hecho que esta construcción se haya ganado un hueco en las portadas de las mejores publicaciones de arquitectura de todo el mundo es la cúpula, una enorme sala destinada a eventos. La idea surgió del propio Fuses, quien decidió aprovechar la ocasión para cumplir un sueño profesional levantando un espacio diáfano con una acústica donde no hay secreto posible pero que se moldea fácilmente en función de cada acontecimiento y cuya magia transciende su forma. Y es que está recubierta con una especie de corcho que permite jugar con las luces y los colores y coronada por un óculo por donde la luz se cuela como si fuera una aparición divina.  

Planta 1 Museu by Jordi Mas 2. A los amantes de la escultura

Foto: La Fortalesa. Jordi Mas.

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A los amantes de la escultura

La integración de las artes no solo se reduce a los detalles arquitectónicos. De hecho, la escultura se convierte en el mejor vehículo entre el exterior y el interior. Obras de Robert Llimós o de Amador Braojos son capaces de robarle minutos de protagonismo al entorno natural y arquitectónico. 

DOR Museum by Marco Pastori. A los que consideran la joyería un arte

Foto: Marco Pastori

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A los que consideran la joyería un arte

Pero lo que define, artísticamente, este complejo es el mundo de la joyería. De hecho, La Fortalesa es un proyecto de la empresa d'Ors Joiers, una compañía dedicada al diseño, producción y comercialización de las joyas. Su artífice, Ramón López, soñaba con crear el primer gran museo dedicado solo y exclusivamente a este tipo de creaciones y para ello eligió este lugar emblemático. Aquí los diseños históricos, las creaciones contemporáneas y las diferentes colecciones privadas se exhiben bajo las bóvedas militares, creando espacios íntimos a la vez que exuberantes que consiguen que cada pieza se muestre de forma única y didáctica. Por eso no hace falta ser un auténtico especialista en esta materia para disfrutar del DOR Museum. 

Espai-Quim-Hereu-1. A los más estrambóticos

Foto: La Fortalesa.

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A los más estrambóticos

El arte pictórico tiene su representación en forma de exposiciones temporales y también de una sala única y espectacular. Ubicada a más de 10 metros bajo el suelo, el Espacio Quim Hereu propone un viaje no solo al centro de la tierra, también a un universo paralelo. Como si se tratara de un microcosmos surrealista, el taller de este artista aparece como un sueño de proporciones titánicas en el que sus murales son una ventana a otro mundo. En ellos se amalgaman personajes, escenas esperpénticas, referencias históricas y objetos inesperados que conviven como si nada. Su estilo, tal y como el propio Quim explica a Viajes National Geographic, es el Estrambotismo y se basa en la sucesión de elementos y escenas sin aparente conexión, como si se volviera a la infancia y a aquellos patios de juego en los que la imaginación transcendía a las leyes de la física y de la lógica. Tal es el magnetismo de este lugar que Jordi Cruz ha preparado un menú inspirado en estas creaciones que se sirve periódicamente en este espacio. 

A los que se emocionan con una piscina

Foto: La Fortalesa. Marco Pastori.

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A los que se emocionan con una piscina

En La Fortalesa el hedonismo es directamente proporcional a la altitud. Por eso, cuando se van conquistando cuestas aparecen las partes más disfrutonas del complejo. Un helipuerto da la bienvenida a el sector dedicado a la hostelería, pero la auténtica declaración de intenciones es la preciosa piscina que reina como un jardín andalusí entre los reductos militares. Su forma y su fotogenia es la mejor carta de presentación de lo que espera a continuación.   

Hotel Sants Metges 15 by Marco Pastori. A los que buscan un hotel único

Foto: La Fortalesa. Marco Pastori

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A los que buscan un hotel único

Un total de 15 habitaciones conforman el hotel Sants Metges, un establecimiento 'boutique' muy singular ya que se aprovecha de sus guiños al pasado para garantizar la exclusividad, el silencio y la tranquilidad. Sus habitaciones son garantía de confortabilidad y de elegancia y está llena de detalles curiosos como su arquitectura, que garantiza que nunca le dé el sol directamente o sus camas, obra de la firma premium Schramm. Las estancias se complementan con un coqueto spa cuyo principal hito es el de albergar los baños de vapor en las antiguas garitas. 

Atempo 7 by Marco Pastori. A los 'foodies'

Foto: La Fortalesa. Marco Pastori.

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A los 'foodies'

La última joya de la corona es el restaurante Atempo, un proyecto de Jordi Cruz con el que busca sin tapujos la estrella Michelin. Pero más allá de este anhelo, lo que marca a este restaurante es la apuesta por sabores y platos atemporales capaces de emocionar a todo tipo de comensales. Platos como el steak tartar de vaca madurada, el arroz socarrat de gamba roja curada con alioli de azafrán o el chawamushi de texturas de cebolla con navajas son ejemplos de esta apuesta inapelable por la vanguardia pero en la que se renuncia, de algún modo, a la conexión directa con el entorno. Eso sí, el restaurante cuenta con su propio huerto orgánico y con una carta de vinos que puede presumir de tener las mejores referencias del Empordà y de toda Cataluña. Más allá del sabor, lo que engancha es la teatralidad de la preparación, ya que uno de los deseos de Jordi Cruz es el de sorprender al comensal finalizando la preparación frente a los clientes. Y para los que prefieren ajustarse un poco el presupuesto, el museo cuenta con un restaurante liderado, también, por el equipo de Cruz que ofrece un menú ejecutivo y una carta de platos exquisitos para todos los bolsillos. 

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