
A diferencia de otros establecimientos de la cadena hotelera, el Parador Costa da Morte no fue creado en un castillo, ni en un antiguo hospital o en un monasterio. Su silueta se integra en las montañas que forman la costa gallega. El proyecto fue pensado en escalones con amplias terrazas, todas con vistas al mar. El vidrio, la madera y el hormigón son los materiales principales. Las vistas a la playa de Lourido acompañan las actividades diarias de los huéspedes, que a veces ni siquiera salen del Parador.
Ni los viajeros atraídos por la costa Cantábrica, ni los ‘cazadores’ de Paradores pueden imaginar los secretos que guardan las profundidades de estos mares. Muxía y toda la extensión de la Costa de la Muerte ha visto ya innumerables tragedias marítimas. La más mediática sucedió en noviembre de 2002, cuando el petrolero Prestige se hundió en Galicia, afectando a más de 2000 kilómetros de costa. Una cortina negra de humo se vio aquel día, incluso por pueblos lejanos. La promesa del Parador de Muxía llegó al año siguiente como respuesta a una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia de la navegación. La inauguración del Parador se completó 17 años después. Pero hoy, cada piso del hotel está dedicado a contar una parte de la historia de estas y otras tragedias.
En la recepción del hotel se exhibe la famosa foto de Xurxo Lobato, que capturó el momento exacto del accidente. Hay también fotografías del pueblo gallego desde la década de 1930. Ramón Caamaño y Virxilio Viétez supieron captar en sus fotos en blanco y negro los rostros apasionados y curtidos de los pescadores. La planta baja es el lugar donde están expuestas las cartas náuticas de Pepe de Olegario, el gallego de los 1000 pecios. Organizadas en bellas molduras e iluminadas con bastante respeto.

Foto: Parador Costa da Morte
Pepe de Olegario, el hombre del fondo del mar
“Soy un enamorado de la mar, cuando estaba en tierra los domingos sufría” cuenta el pescador Pepe de Olegario a Viajes National Geographic.
Pepe es un hombre comunicativo, y hasta cierto punto, con la habilidad de encontrarse cómodo rodeado de gente. Está acostumbrado porque muchos quieren conocer su trabajo cartografiando los principales naufragios en la costa de Galicia y parte de Portugal. Pero también le preguntan por sus aventuras en el mar. Mientras cuenta, Pepe mira instintivamente por la ventana el batir incesante de las olas. Parece cómodo, pero tras un tiempo, es posible percibir de una manera muy sutil, que quizás Pepe haya estado demasiado tiempo fuera de su hábitat.
José López Redonda nació en Sardiñeiro en 1941, pero el apodo de Pepe surgió temprano, ya Olegario vino del nombre de su padre. Así que es conocido hoy por toda Galicia, o por lo menos, por los gallegos que viven cerca del mar. A diferencia de otras historias fantásticas de pescadores, las de Pepe suele ser bastante realistas. Su vida empezó a cambiar a través de un pez, el misterioso mero. Un pez casi mítico por la dificultad de dar con él y, por tanto, por los altos precios que alcanza en las lonjas.

Foto: Raquel Cintra Pryzant @solanomundo
El descubrimiento de los pecios de la Costa da Morte
Desde el muelle, los otros pescadores siempre observaban confundidos el regreso de Pepe del mar. Las cantidades de Mero que traía impresionaban. Fue entonces cuando algunos más valientes le siguieron para descubrir el secreto de su éxito. Resulta que él había descubierto la relación entre los pecios y los meros. Los meros habitan en las profundidades del mar y pueden vivir a más de 200 metros de profundidad. La presión a esta altura dificulta la formación de grandes refugios naturales y cada vela, trozo de casco o ancla se convierte entonces en refugio.
Hace cuarenta años, la pesca de fondo estaba permitida en Galicia. En aquellos tiempos, barcos franceses, portugueses y españoles enganchaban sus redes en los pecios. La respuesta automática era la de avisar a Pepe de Olegario. Con estas informaciones, más todo el conocimiento agregado del tiempo en que realizó servicio militar, documentaba el espacio según los cuatro puntos cardinales. Así, los pescadores evitaban estas coordenadas para proteger sus redes. Pepe, en cambio, buscaba el lugar exacto para pescar meros al día siguiente.

Foto: iStock
Las historias sumergidas con los pecios
"Pero en este entonces me daba por pensar: aquí donde yo me estoy ganando la vida hubo muchos muertos", cuenta Pepe de Olegario
La relación de colaboración de décadas entre Pepe y los pescadores resultó en más de 1000 pecios documentados, que cuentan con los naufragios más conocidos desde Francia hasta Portugal. Se formó, así, un mapa de tesoros y tragedias. En 1964 Pepe compró un sonar noruego y con él comenzó a escanear el océano. Hasta la popularización del GPS, eran las cartografías de Pepe las que guiaban los barcos de la región. El pescador bromea que hoy el mar es para ‘tontos’, ya que con la tecnología disponible, encontrar pecios se ha convertido en una tarea considerablemente más sencilla.
Los mapas que se pueden observar hoy en el piso más destacado del Parador de Múxia fueron ya mejor trabajados después de la jubilación del pescador. Cuando estaba en tierra, una de sus misiones favoritas era entrar en los pueblos a buscar informaciones de los naufragios que habían ocurrido allí. Con el tiempo, Pepe recopiló tales historias. Nombres de la tripulación, tipos de carga, destino del buque, año y motivos de los accidentes. Toda esta información fue plasmada en sus mapas y registros, Es así como el trabajo de una vida en ‘la mar’ ayudó a rescatar una parte importante de la historia gallega.