Posiblemente la luz es el elemento que más fascinación produce al ser humano, celebrándose en su honor las más grandes festividades en todo el planeta. En Asia, Tailandia se ilumina con el Loi Kratong, India en el Diwali, Vietnam con sus festivales de linternas… conmemoraciones absolutamente diferentes, con el empeño común de encender las noches para significar el triunfo sobre la oscuridad, del bien sobre el mal. Para el fotógrafo, la luz es tan fundamental que tiene por patrona a Santa Lucía, cuyo nombre significa “portadora de luz”. Europa y América la celebran cada 13 de diciembre, especialmente en Suecia sumidos en los días más oscuros del año.

Cae la noche en Vietnam. El fotógrafo, en su eterna búsqueda de una llama de inspiración, se topa con esta escena en las calles de Hoi An. Desprende algo muy espiritual, pura serenidad donde ella aparece como una sacerdotisa, una guardiana de la luz, algo con lo que él se identifica por su profesión. Observándola, es como si hiciese levitar las linternas que la envuelven cómplices, pues toda su vida las ha cuidado, igual que por siglos lo hicieron sus antepasados, representado cada uno en esas lámparas que ella perfecciona y adapta a su época como un mensaje, un imán que atrapa la vista.
El fotógrafo no hace el menor ruido, ni tan siquiera se atreve a acercarse al cuerpo a cuerpo con el angular calado en la cámara, como tanto le gusta. Prefiere disparar desde la distancia para no romper el milagro, y pasar de puntillas a doce metros, suficientes para no ser delatado por la luz.
Los farolillos hipnotizan, semejando caras orientales, luciérnagas, globos elevándose al cielo, o las bolas del árbol de Navidad, la época perfecta para hablar de sueños. Esos que nos dan luz y empujan, los que ella y cada persona tenemos, igual que estas linternas que la rodean, que parecen sentimientos y aspiraciones dispuestos a elevarse al cielo, como los deseos para el Año Nuevo. Cada lámpara es un anhelo, y si una fotografía pudiese captar el espíritu, quizás sería esta la representación del suyo; esa conexión entre su interior y las luces y colores que forman su mundo, como un arco iris de pensamientos positivos, un canto a la esperanza para este próximo año.
Y es así como el fotógrafo toma la imagen y percibe que el alma de la joven se revela a la luz. Las linternas se la prestan, y en la suma de todas, ella se convierte en una más, igual de resplandeciente.
El fotógrafo también esta radiante, pues ha sentido el verdadero significado de su trabajo, que lejos de reproducir y acumular mecánicamente todas las imágenes con las que se topa, es algo más íntimo; como señala Saint-Exupéry en boca de El Principito, esa difícil búsqueda de retratar “Lo esencial, lo que es invisible a los ojos”.
Pero poco le dura la felicidad. En Asia impera el concepto taoísta del ying y el yang, que se puede traducir del idioma chino como "oscuro-brillante", y describe las dos fuerzas opuestas pero complementarias que se dan en todas las cosas. Así que cuando el fotógrafo desaparece en la penumbra, el hechizo se desvanece como la luz cuando se apaga, y el mundo material se impone al espiritual. Al fin y al cabo, él solo es un humilde autónomo, solidario y empático, que se tortura preguntándose cómo hará la protagonista para pagar la factura de la luz, tan necesaria para su negocio. Buscando tranquilizarse a sí mismo, concluye que quizás sea la hora valle en Vietnam, o que acaso se llama Lucia y aguanta como un santa, autónoma, capaz de hacer milagros para pagar y no apagar. Algo con lo que él también se identifica.
Como un cuento de Navidad, es de noche y sin embargo parece como si fuese de día, la calma es total y solo la combinación de colores sugiere cierta sensación de movimiento.
Ingredientes:
- El encuadre aprovecha totalmente el color, sin que exista un solo espacio sin información propia, como si fuese una foto ideal para un puzzle.
- Disparando directamente a una fuente de luz, abrir el diafragma respecto a la lectura del fotómetro, para que las zonas en sombra no queden oscuras e irrecuperables.
- Datos EXIF: Zoom 24-105 en 60 mm, 1/3, F 7, 1, ISO 400.
Elaboración:
Para iluminar una escena siempre es necesaria una fuente de luz, pero casi nunca ella misma es sujeto de las fotografías, como ocurre en este caso. Por suerte, apenas hay contraste, pues la intensidad de las lámparas es muy tenue, tamizada por colores para crear ambientes y sensaciones, algo parecido a los filtros en la cámara, o los que tiñen muchas imágenes en las redes. El resultado es un ejemplo de cómo el color puede intensificar un retrato y enfatizar el motivo.
Retoque y emplatado
- Ajustar luces y sombras en el archivo RAW para no perder el detalle en ninguna de las dos zonas,y que los colores asomen sin “ruido”.
- Con la herramienta Lazo, seleccionar pacientemente cada uno de los farolillos para limpiar los colores y resaltarlos con Corrección Selectiva.
- Usar Tono/Saturación controlando que no se sature demasiado la imagen.